Javier Postigo es un experto en desarrollar nuevos centros comerciales. Es CEO en Mall Aventura, que tiene locales en Santa Anita, Arequipa, Chiclayo y, próximamente, en San Juan de Lurigancho e Iquitos. Él estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y anteriormente ha trabajado en IBM, 3M y Chevron.
¿Cuántos locales diriges en Mall Aventura?
Primero, debo comentar que Mall Aventura nació en el 2006, como una sociedad entre Ripley, Falabella y Mall Plaza. En el 2016 se dividió esta sociedad, de manera que unos centros comerciales se quedaron con Ripley y otros con Falabella. Yo comencé en este negocio en el 2007 y ahora estoy a cargo del negocio de malls de Ripley, desde el año 2016, bajo la marca Mall Aventura. En esta empresa nos quedamos con dos malls, uno en Santa Anita y otro en Arequipa. Luego, en la mitad de la pandemia, en noviembre del 2020, inauguramos nuestro tercer Mall Aventura en la ciudad de Chiclayo. Actualmente, estamos construyendo dos malls más, en San Juan de Lurigancho y en Iquitos. Nos pusimos el reto de hacer un mall por año.
Todos sus malls tienen un formato grande, ¿cierto?
Efectivamente. Nuestros malls tienen dos tiendas por departamento, más de 120 tiendas en general, restaurantes, supermercados, homecenters. El de Santa Anita, por ejemplo, tiene como 90.000 m2 de área rentable. También tenemos nuestra ancla de entretenimiento, Oasis, con más de 10.000 m2 de puro entretenimiento: restaurantes, juegos, cines, Rollglider, Ropescource, que fue recientemente bautizado por algunos programas de televisión como “el Disney del pueblo”. Buscamos brindar la mejor experiencia a nuestros visitantes.
¿Cómo impacta en el entorno la llegada de un mall tan grande?
Nuestro propósito es, básicamente, mejorar la calidad de vida de las personas que se encuentran alrededor del centro comercial. Por ejemplo, el de Iquitos tendrá más de cien tiendas, cines, patio de comidas, restaurantes, servicios, bancos, etcétera. De un solo golpe, Iquitos recibirá todo el comercio moderno en su ciudad. Va a ser un lugar seguro, limpio y con todas las tendencias de un mall de clase mundial. Todo eso, en un solo momento, implica un cambio radical para la vida de las personas. Aparte, generamos 5.000 empleos formales directos. Seremos uno de los principales contribuyentes de la municipalidad. Además, desarrollamos muchas iniciativas con la comunidad donde nos asentamos. Cuando llegamos a una ciudad, llevamos a cabo convenios con el municipio respectivo para hacer bolsas de trabajo y capacitaciones. Esto se suma a la construcción del centro comercial, cuya inversión es de 70 a 100 millones de dólares. Nosotros cuidamos mucho el entorno. Trabajamos con los negocios locales por medio de nuestros espacios destinados a los emprendedores locales, y de esta manera incentivamos que la economía local se dinamice.
¿Cómo gestionan el tema del tráfico, que aumenta en la zona con la llegada de un mall?
Nosotros buscamos que no se genere tráfico. Colocamos todos los ingresos al estacionamiento por un lado diferente al de la vía principal. Estudiamos el tema de los accesos y diseñamos una propuesta estratégica. También pensamos en la mejor solución para el transporte vertical de personas, sea por escaleras o por ascensores. Tratamos de hacer las cosas bien, de manera que sea un beneficio para el entorno y no un perjuicio. Estudiamos mucho a nuestros visitantes, tenemos contadores automáticos en todos los ingresos, apoyados por el sistema de wifi, que nos brindan las zonas de calor, así como las cámaras del CCTV.
¿Podrías comentar cómo ha sido el proceso de transformación del entorno con la llegada de alguno de los malls?
En Arequipa, por ejemplo, nos instalamos sobre un terreno de más de 100.000 m2, donde antes funcionaba un hipódromo. Llegó el mall y, hoy, todo lo que está alrededor es una zona comercial que se mantiene limpia, segura y está bien diseñada. Nos interesa mucho que las vías estén bien semaforizadas y que haya cruces peatonales. Así se revaloriza mucho la zona donde se desarrolla un centro comercial.
Comentaste que tenían planes de poner un local cada año. ¿Lo han podido lograr?
Casi. En noviembre del 2020, en medio de la pandemia, abrimos un local en Chiclayo, de más de 50.000 m2, más de cien tiendas y restaurantes. Nos fue muy bien. Fue todo un reto hacerlo durante la pandemia, pero lo ejecutamos con todas las medidas de bioseguridad y con el distanciamiento debido. Nadie de nuestro equipo se contagió. Y el próximo año vamos a abrir dos centros comerciales, lo cual es un reto importante.
¿Tienen una meta trazada de cuántos locales abrirán en total?
Tenemos que ir estudiando el mercado y los formatos. Tal vez el formato grande no funcione más en determinado momento, pero por ahora tenemos las manos bien ocupadas.
¿Cuántas personas visitan el mall?
Según datos de la afluencia del público previos a la pandemia –ya que hoy estas cifras se encuentran modificadas temporalmente–, antes de la pandemia nos visitaban 1,7 millones de personas al mes en Santa Anita. En Arequipa esta cifra era de 1,5 millones. Eso es muchísima gente. En la medida en que atraigas personas que la pasen bien, que disfruten y tengan buenas experiencias, las tiendas y los restaurantes van a vender.
¿Cómo es el programa de entretenimiento que ofrecen para atraer a clientes?
Hemos creado un ancla de entretenimiento llamada Oasis, en un área de más de 10.000 m2, donde hay restaurantes, espectáculos y juegos. Tenemos la única sala 4D en el Perú, y en esta se vive una experiencia diferente, porque se lanzan olores al espectador, incluso agua si cae agua en la película. Es impresionante.
¿Cuántas personas dependen de ti?
Somos un equipo pequeño de 95 personas. Todo lo que no es nuestro core business lo delegamos a terceros. Nosotros nos concentramos en desarrollar proyectos: buscamos un terreno, lo adquirimos, contratamos ingenieros y arquitectos, arrendamos porciones de terrenos a los operadores y nos enfocamos en brindar una buena experiencia al visitante. A través de una administración centralizada, nos aseguramos de que el cliente final pase bien el día, que disfrute y tenga experiencias buenas en su proceso de compra.
¿Cómo es tu día a día?, ¿vas de local en local?
Mi actividad diaria es muy entretenida. Este es de los pocos negocios en que uno pasa de ser colaborador a ser cliente. Mi oficina está en el mall de Santa Anita, ahí reviso proyectos, me veo con el equipo y discutimos temas. Cuando quiero un café, inmediatamente me convierto en un cliente del mall, y si necesito comprar algo, tengo una variedad de tiendas donde hacerlo.
¿Hay alguna anécdota del trabajo que quisieras mencionar?
Hay un caso particular que me llena de orgullo. En San Juan de Lurigancho, donde ya estamos construyendo un mall, la cantidad de habitantes supera el millón doscientos mil, tiene una población similar a la ciudad de Arequipa y no posee ningún centro comercial, porque no hay terrenos donde colocar uno. Tiene una avenida grande que se llama Próceres, la cual está rodeada de dos cerros. Para que un centro comercial se instale ahí, o está en esa avenida o no tiene dónde estar. Entonces, buscando terrenos, nos encontramos con Aldeas Infantiles SOS, que operaba sobre un terreno de más o menos 23.000 m2, donde vivían más de cien niños desamparados, que han sido adoptados por esta aldea. Por cada siete niños, hay una mamá sustituta. La institución estaba buscando depender menos de las donaciones del exterior y ser autosuficiente. Nosotros, por nuestro lado, teníamos una muy buena relación con la institución, y les propusimos cambiar el terreno donde se encontraban por otros terrenos en la zona, donde nosotros construiríamos un número determinado de casas, de acuerdo con sus necesidades, todas bien equipadas; además, asumimos el compromiso de mantener a los niños durante más de 50 años. Me llena de satisfacción esto que se ha podido lograr, gracias a una buena relación entre una empresa privada y una ONG.
Esta es tu primera experiencia en un negocio de este tipo, ya que antes has trabajado en Chevron y en 3M. ¿Podrías compartir qué hacías en esas empresas?
Yo trabajaba en Chevron, en Estados Unidos. Vine al Perú a pasar unas vacaciones y la familia quiso volver al Perú. Se me presentó esta oportunidad de trabajar en Mall Aventura y no lo dudé. Antes de eso trabajaba en 3M y anteriormente en IBM. La historia es la siguiente: Yo terminé mi carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y me contrataron en IBM. Recuerdo que entramos siete compañeros de mi promoción. Fue una experiencia muy buena. Lo mismo en 3M y Chevron. En 3M yo era supervisor de créditos y cobranzas; en Chevron empecé como tesorero, pasé a ser gerente financiero y luego gerente comercial. Después asumí la posición de gerente expat de Finanzas en Estados Unidos, en la casa matriz de California.
¿Practicas algún deporte?
Sí, hago bicicleta de montaña desde hace 12 o 15 años. En agosto me iré a Cusco con un grupo de amigos por cuatro días, para recorrer rutas espectaculares con unas bajadas muy interesantes. Me gusta mucho que, a través de este deporte, sea posible conectarse con la naturaleza y compartir con amigos que tienen el mismo interés, al mismo tiempo que se disfruta de la aventura y la adrenalina, así que es una experiencia completa. Cuando estoy en Lima, voy a Pachacámac, Cieneguilla, al Parque Ecológico de La Molina y al Morro Solar. Siempre las subidas son terribles, pero uno lo hace porque después viene el disfrute en la bajada. Como todo en la vida, tienes que esforzarte, levantarte temprano, cansarte, y en la bajada el disfrute es completo. Claro, me he roto el hombro, la rodilla, las muñecas… de todo. Pero actualmente me cuido más, ya con la edad la recuperación no es tan rápida.
¿Tus hijos comparten este pasatiempo contigo?
No. Mi hijo Ignacio tiene 18 años y estudia Administración en la Universidad de Lima. Está feliz con sus estudios. Él es de los que vivió el primer año de la Universidad en la casa y ahora que va al campus está fascinado y se saca excelentes notas. Mi hijo mayor es Diego, él estudia Advertising y Marketing en la Universidad de Florida. Es muy bueno haciendo series y cortometrajes, tiene un canal en YouTube y ha producido una serie con actores famosos. Pero ninguno de mis hijos comparte mi gusto por la bicicleta de montaña.
¿Qué recuerdas especialmente de tus épocas de estudiante en la Universidad de Lima?
Tengo los mejores recuerdos de mi época universitaria. Creo que la parte académica es el 50% de todo lo que uno aprende en la Universidad, y a mí me encantó esa parte, aunque había cursos difíciles, tales como Geometría Descriptiva. El otro 50% está compuesto por las actividades extracurriculares, que te permiten crecer como persona. Se deriva de todo lo que uno vive en la comunidad universitaria, con los amigos y con las actividades que realiza. Yo, por ejemplo, fui parte del Consejo Universitario y también fui parte del Comité Electoral. Recuerdo que nos tocó organizar una actividad en Ingeniería Industrial, era un espectáculo, un concurso de una canción por la paz. Organizamos el concurso y participaron alumnos de todas las facultades. Teníamos un jurado y también había un sistema de votación de los estudiantes. Eran eventos muy a nuestro estilo, pero con grandes experiencias. Todas mis experiencias en la Universidad de Lima fueron espectaculares.