Cuando a Enid Campos, también conocida como Pinky, le propusieron producir una serie para Netflix, no lo pensó dos veces. Ella es una de las productoras más cotizadas en nuestro medio y, con un récord de 27 películas producidas, estaba más que lista para Tijuana, una serie que se grabó en México y que se verá en todo el mundo a partir del 5 de abril.
Sus estudios de Comunicación en la Universidad de Lima le dieron la base para desarrollarse exitosamente con películas que han sido galardonadas, como Días de Santiago, Dioses, Climas, Retablo, Magallanes y NN. Tijuana cuenta la historia de unos periodistas que ponen sus vidas en peligro para investigar el asesinato de un personaje político.
¿Cómo te convocaron para producir la serie Tijuana?
Me llamaron de Story House, la empresa que hizo la serie El Chapo para Netflix. Para ello intermedió la directora y guionista peruana Silvana Aguirre, showrunner de El Chapo. Ella fue mi asistente de dirección en la película NN, de Héctor Gálvez. Trabajamos juntas en el 2013, y en el 2016 de vez en cuando me preguntaba si yo quería trabajar en el extranjero. Al llegar el 2017, me comentó que Story House estaba buscando una productora para hacer una serie, me dijo que yo tenía el perfil que necesitaban y me preguntó si me interesaba la idea. Esto fue un viernes, yo le contesté que sí estaba interesada y el sábado viajé a México para una entrevista con los ejecutivos. Fue un viaje de ida y vuelta. Al regresar a Lima me llamaron y me dieron la coproducción de la serie, junto con una mexicana. Es la primera serie que hago: mi experiencia se basa en películas, pero me llamaron justamente por eso, porque querían algo cinematográfico.
¿Qué pensabas de hacer producción en un lugar extraño, donde no conocías a nadie?
Sentía mucho miedo, por supuesto. Por un lado, tenía el temor de trabajar con gente nueva, pero sobre todo no sabía cómo sería producir allá, pues no conocía a nadie. Finalmente, todo salió bien. Me encargué del proyecto en general y del desarrollo de la posproducción. Mi partner se encargaba sobre todo del rodaje; yo también trabajaba en rodaje, pero en menor medida.
¿Cuánto tiempo estuviste en México?
Estuve 11 meses. Fue una linda experiencia.
Netflix ya ha dado a conocer un poco de la trama de esta serie, ¿qué más podrías comentar al respecto?
Es una serie sobre periodistas que refleja su difícil labor en medio de amenazas. La trama se inspira en el caso del semanario Zeta, una publicación muy importante de Tijuana que ejerce un periodismo independiente e investiga casos políticos y de narcotráfico. Fue ahí donde empezaron los asesinatos a periodistas. Dos de los fundadores de Zeta fueron asesinados también. La serie habla de la importancia de la labor periodística y cuenta con actores conocidos en México, algunos que hemos visto en las series La Casa de las Flores y El Chapo. Llevamos a cabo filmaciones en Ciudad de México y en Tijuana.
¿Qué te pareció la experiencia?
Buenísima. Trabajé con gente muy capaz que es top en México. Yo había visto sus trabajos en películas, así que compartir labores con ellos ha sido muy importante para mí. Aprendí muchísimo. El rodaje estaba lleno de personas de diferentes países: argentinos, mexicanos, españoles... como 200 personas en total. Fue un aprendizaje constante y muy enriquecedor.
¿Hubo algo que te pareció especialmente complicado?
No especialmente, pero en todos los proyectos lo más difícil es la comunicación. Es muy importante entender y transmitir muy bien la idea que tienen el director y el showrunner a todo el equipo para que esa idea se plasme bajo una misma mirada. La herramienta principal para lograrlo es una comunicación efectiva: hay que evitar el teléfono malogrado a como dé lugar. Y en este caso, esa tarea era un tanto más complicada porque el equipo de trabajo era muy grande y combinaba muchas personas de diferentes nacionalidades.
¿Cómo fue trabajar para Netflix?
El trabajo ha sido muy exigente, pero nosotros mismos nos exigimos todo el tiempo. Netflix demanda ciertos parámetros de calidad, sobre todo en cuestión de equipos, cámaras, sistemas de sonido. Los capítulos que entregamos para revisión pasan por un control muy riguroso. Yo nunca había vivido algo así. Pero la verdad es que la rigurosidad partía de nosotros mismos, porque nuestro trabajo es nuestra carta de presentación y el éxito de la serie depende de eso.
¿Habrá una segunda temporada?
Todavía no lo sabemos. Creo que van a esperar a ver la acogida del público, lo cual puede ser un poco complicado, porque lo que ahora funciona muy bien en Latinoamérica es la comedia o producciones como la de Luis Miguel. Tijuana es un drama y sabemos que este género es complicado, pero la serie está muy bien hecha.
¿Qué has aprendido en este proceso de trabajo?
En lo personal, rescato el hecho de atreverme. Nunca dudé en aceptar el trabajo, aunque era en un país desconocido para mí. Sin embargo, cuando me propusieron viajar, acepté la oportunidad. El hecho de atreverme ha sido una constante en este trabajo. Reconozco que cuando produje la película Días de Santiago también me atreví a aceptar el trabajo, aunque solo había sido asistente de producción para comerciales, no para el cine. Pero debo reconocer que esta vez me dio más miedo porque cuando una es joven mide menos los riesgos. Ahora es diferente y estaba el hecho de tener que desarrollarme en un país donde nadie me conocía, un país fascinante pero también muy nacionalista y machista, lo cual hacía que las cosas fueran aún más duras. Además, estaba el hecho de vivir sola, sin amigos ni familia cerca, así que estaba todo ese paquete de cosas sumándose a la dificultad natural de producir.
¿Qué tal te acogió México?
Maravillosamente: es un lindo país, la gente es muy amable y he hecho muchos amigos. La ciudad es más grande y yo diría que más ordenada que Lima, incluso menos agresiva también.
¿Qué haces ahora en Lima?
Estoy haciendo tres series para Movistar, en simultáneo. Una de ellas se produce en Colombia, y las otras dos en el Perú.
¿Cómo evaluarías tu trayectoria profesional?
He hecho 27 películas hasta el momento y actualmente trabajo en la preproducción de otra, que haré en noviembre. Será la tercera de Josué Méndez, mi socio. Me gusta haber podido hacer siempre películas interesantes o que, a mí en particular, me han generado algún interés o motivación. De cada proyecto siempre he podido sacar un aprendizaje, algo que va más allá de la producción, algo que me hace crecer como profesional o como persona. Para mí, una condición para producir es que el tema me genere interés. Producir una película es difícil y demanda mucho tiempo: yo le regalo a cada proyecto un pedazo de mi vida y ahora me cuido de ver a quién y a qué proyecto le regalo esa parte de mí. Eso siempre le ha dado un norte a mi trayectoria profesional. Mi norte nunca ha sido el dinero o el negocio; por eso, he podido labrar la carrera que tengo.
¿Qué valoras de lo que aprendiste en la Universidad de Lima?
Guardo los mejores recuerdos de la Universidad de Lima. Esa época fue la mejor para mí, y me considero muy afortunada por los profesores y compañeros que tuve. Hasta ahora veo a mis amigos, a muchos los encuentro en trabajos, y siento que la Ulima me dio una base muy buena. Desde que comencé a hacer prácticas en Cine70 Films, como asistente de dirección, sabía perfectamente de lo que hablaban y me manejaba bien en el ambiente. Le tengo un cariño muy grande a la Universidad.