Pasión por el derecho tributario

Nadie lo imagina, pero ese señor de barba que conduce una moto todas las mañanas por el Centro Financiero de San Isidro lleva algunos de los casos más importantes del derecho tributario en nuestro país.

Fernando Castro Kahn, egresado de la Universidad de Lima, entró al Estudio Muñiz en 1993, cuando la planilla de abogados estaba formada por 8 personas y no había un área tributaria. Hoy son más de 240 abogados que tratan diversos temas y Fernando es el jefe del Departamento Tributario, donde lidera un equipo de 30 abogados.

Las leyes y los números son su mundo. Él disfruta asesorar a las empresas y brindarles consejos estratégicos para que tomen las mejores decisiones.

¿Desde cuándo te interesa el tema tributario?
Recuerdo el primer curso tributario que llevé en la Universidad y vi al doctor Javier Luque, que venía con una calculadora en la mano y me llamó la atención. Ya en el sexto ciclo de la carrera, empecé a practicar en esa área. Muchos abogados huyen de los números, pero en realidad no se necesita saber mucho al respecto. Hay que tener cierta facilidad, sí, pero no es importante entrar en detalles, de eso se encargan los contadores. Nosotros solo manejamos lo básico, los conceptos.

¿Qué rama del derecho tributario te gusta más?
Planeamiento tributario. Consiste, básicamente, en definir la manera más eficiente de realizar operaciones desde una perspectiva tributaria. Por ejemplo, alguien tiene una empresa que se dedica a la tejeduría y a la tintorería, pero resulta que esa área de tintorería no es eficiente y, como está causando pérdidas, la idea es vender las máquinas. Ante un caso así, nosotros aconsejamos dividir la empresa en dos y vender solo la tintorería; es una medida estratégica, pues así se obtienen beneficios tributarios para reorganizar las sociedades.

¿Trabajas con un contador?
En el Estudio Muñiz tenemos una empresa que da servicios contables, otra que da servicios de precios de transferencia, etcétera. Cuando es necesario, podemos presentarle al cliente un equipo multidisciplinario para resolver sus problemas.

Pero terminas aprendiendo de contabilidad de todas maneras.
De todos modos, un abogado tributario termina aprendiendo algo de contabilidad. De hecho, yo estudié un Diplomado de Contabilidad en Estados Unidos, en la Universidad de Nueva York. Ese mismo año trabajé en Shearman & Sterling, un estudio impresionante.

¿Qué hacías en Shearman & Sterling?
Entré a un programa especial orientado a incrementar su networking a nivel mundial. Invitan a abogados de estudios estratégicamente ubicados, que son de su interés, para que trabajen con ellos durante un año. Yo formé parte de ese programa, junto con abogados de todo el mundo.

¿Qué aprendiste?
Muchísimo. Ese estudio es impresionante. Solo el área donde se ubican los servidores de Shearman & Sterling es del tamaño de este estudio. Es un edificio inmenso que albergaba, en ese entonces, a 900 abogados. En Muñiz éramos 40 en esa época y era uno de los más grandes de Lima. Además, el estudio ve casos de todo el mundo, muchos de ellos emblemáticos. Por ejemplo, la expropiación de las propiedades en la Revolución Bolchevique y las indemnizaciones luego de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué caso que has trabajado a lo largo de tu carrera te ha dado más satisfacciones?
Por la magnitud del trabajo y por su importancia en la historia tributaria nacional, me dio muchas satisfacciones el tema de la venta de Wong a Cencosud. La elaboración de los contratos fue muy interesante, tenían aristas tributarias por todos lados y había una serie de aspectos relacionados con cuantificación, pago de impuestos, territorios. Se trabajó de manera coordinada con otros países, pero fundamentalmente con la tributación local.

Había que ver muchos detalles…
Sí y no se te puede escapar nada. Esa operación fue auditada por la administración tributaria y no hubo ningún problema, todo se hizo de manera óptima.

¿Ahora estás trabajando en algún caso especial?
Ahora participo en el caso de reclamación de impuestos más importante de la historia del país. Es un caso de miles de millones, donde Telefónica de España está defendiendo sus derechos frente a la administración tributaria, y la estamos representando con un equipo de procesalistas y tributaristas.

¿En qué etapa se encuentra el caso?
El caso está listo para sentencia, nos encontramos en la última instancia. En cualquier momento sale la noticia en los diarios. Solo hay que esperar.

¿Tu trabajo implica mucho estrés?
Hay estrés, sí, pero a estas alturas del partido, si no lo sabes manejar, estás muerto. Lo interesante de esto es que cada caso es una historia. El derecho tributario es lo mío, no me arrepiento de haber escogido esta especialidad.

¿En qué errores suelen incurrir las empresas o por qué casos vienen más a consultar al estudio?
En nuestro país las empresas que recién empiezan no le dan la debida importancia al tema tributario. A veces el emprendedor no es lo suficientemente consciente de su relevancia y considera que, teniendo a un contador, tiene todo resuelto, y no es así. Un error tributario te puede salir mucho más caro que un error contable y se dan cuenta de eso demasiado tarde, cuando ya tienen a la Sunat encima.

Aparte de un contador, ¿qué se necesita?
Una asesoría tributaria permanente al contador, para explicarle las normas, sobre todo en un sentido preventivo.

¿Cómo es la relación con los clientes?
Hay casos en donde se tiene que aplicar mucha pedagogía con los clientes, porque las normas tributarias son complejas. Hay mucha regulación de detalles. Es común que el cliente piense que tiene la razón y es nuestro deber hacerle ver la realidad y no venderle falsas expectativas.

¿Qué otros trabajos has tenido?
Empecé en la Dirección General de Contribuciones, lo que ahora es la Sunat. Luego practiqué en el Estudio Ferrero y después escribí un libro sobre impuesto a la renta con el doctor Luis Hernández y dos compañeras abogadas de la Universidad de Lima. Más adelante entré a la firma internacional Arthur Andersen & Co., estuve varios años y fue ahí que aprendí muchísimo de impuestos y de contabilidad. Luego se me presentó la oportunidad de trabajar en el Estudio Muñiz, estuve hasta el año 2000, en que tuve la oportunidad de trabajar en Shearman & Sterling, la firma de abogados más grande del mundo, ubicada en Nueva York. Al año siguiente regresé al estudio y pasé a ser socio.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Desde que yo estudié hasta hoy, la Universidad ha cambiado mucho en términos de infraestructura, pero en esencia sigue siendo la misma. Tengo recuerdos muy agradables de la Universidad, teníamos horarios que nos permitían practicar por las tardes y tuve profesores excelentes. Todavía recuerdo la clase de Derecho Constitucional III, que dictaba Luis Alberto Sánchez, yo fui su delegado. Tengo recuerdos imborrables de la Universidad de Lima.