Rosario García Montero, licenciada de la Facultad de Comunicación, es una de las cineastas más talentosas de su generación. Su ópera prima Las malas intenciones debutó en la Berlinale y desde su primera proyección no deja de recolectar aplausos, la admiración de los críticos y numerosos premios en su recorrido por el circuito de los festivales. Una mirada personal, donde lo sublime convive con lo perverso, es la marca que define la propuesta artística de la autora. Actualmente se encuentra en una extensa gira junto a algunos actores del elenco por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
¿Qué te llevó a estudiar cine?
En los últimos años de colegio, me sometieron a un test vocacional. El examen señaló tendencias artísticas y de esta manera confirmó inquietudes que ya tenía desde antes. Yo no creo que tuviese otras opciones. La Universidad de Lima nunca fue algo ajeno para mí. Mi abuelo fue Antonio Pinilla, fundador de la Universidad. Él se puso muy contento cuando se enteró de que había tomado la decisión de estudiar en la Facultad de Comunicación.
¿Cómo describirías tu paso por la Universidad?
Antes de llevar los cursos de cine, me sentía un poco desorientada. Recuerdo haber asistido a clases de Economía como alumna libre porque pensaba que el cine era demasiado abstracto para mí. El traslado nunca se concretó y cuando tuve la oportunidad de experimentar tanto en el trabajo de guion como en el de montaje y de posproducción, supe que había encontrado lo mío. Fue en la Facultad que me di cuenta de la importancia del guion: si no tienes un buen guion, la película está condenada. También descubrí que era una de las dimensiones del cine que más me fascinaban. Otros cursos que me gustaron mucho fueron los de sonorización: eran la mezcla perfecta de todos mis intereses.
Mi etapa de estudiante fue un período de descubrimiento y de creación. En paralelo, llevé varios cursos de narrativa y dramaturgia. Además fui vocalista y segunda guitarra de una banda de música que estaba a medio camino entre el power pop y el indie.
¿Tu primer corto lo realizaste en la Universidad?
Sí y fue malísimo, no tuvo ni nombre. Le pedí ayuda a Mariana de Althaus, que en ese tiempo estudiaba en la Facultad. El primer corto narraba una situación en una discoteca. Después realicé uno llamado Dulce sabor de veneno, y en este ejercicio contamos con actores profesionales. El desenlace de la historia consistía en que todos los personajes morían tomando chicha con Racumín. Estos dos cortos se perdieron y me alegra que fuese así. Un conocido profesor y crítico me puso de apodo la Reina de la Perversión por esos primeros acercamientos al cine.
¿Cómo fue la experiencia de estudiar en Nueva York?
Llegué a The New School University a estudiar una maestría en producción de cine, en parte siguiendo los pasos de Álvaro Velarde, al que no conocía. En Nueva York me topé con otra forma de comprometerse con el cine. Si bien en la Universidad todo el proceso de filmar un corto era una responsabilidad compartida, durante mi trayecto en The New School estuve yo sola con el trípode.
En la escuela escribí y dirigí el cortometraje Locked (‘atrapado’), filmado desde la precariedad de mis recursos de estudiante. En el corto se muestran dos historias paralelas: un señor encerrado en una caja intentando hacer un hueco y una mujer obesa sentada viendo televisión. Cuando el hombre logra hacer el agujero, se da cuenta de que la mujer está sentada encima. Locked me llevó a varios festivales del circuito underground. El corto ganó muchos premios pequeños, como el dinero para el laboratorio, la mezcla de sonido, etcétera. Esos premios me fueron preparando el terreno para mi próximo proyecto. Este corto también me abrió bruscamente los ojos: llegué a la conclusión de que mi próximo trabajo tendría que ser más narrativo y abierto si es que quería probar y conocer nuevos circuitos.
¿Qué trabajo te sirvió para ser seleccionada para el Talent Campus de la Berlinale?
Fue el segundo corto que grabé en Nueva York, Are You Feeling Lonely? (‘¿te estás sintiendo sola?’), que tuvo a un hindú que trabaja en una morgue como protagonista. Me abrió muchas puertas y se convirtió en mi carta de presentación. El corto fue parte de la competencia oficial del Festival Sundance del 2004. Además, Are You Feeling Lonely? fue mi pasaje a Berlín, porque presenté el corto y a partir de la aprobación de sus buenos comentarios tuve la posibilidad de mostrar el guion casi terminado de Las malas intenciones. Es curioso, porque se podría decir que el punto de partida de la película fue el Talent Campus de Berlín, uno de los principales eventos para los estudiantes y profesionales del cine. Después del recorrido de la producción y posproducción, regresó al Festival para ser estrenada como parte de la competencia oficial del Festival el año pasado.
Comentabas que una película tiene toda una vida previa antes de la filmación. ¿Cuál fue el recorrido que hizo Las malas intenciones antes del rodaje?
Reuniones con distribuidores y productores. Tuve que aplicar lo que aprendí en el Talent Campus, donde te enseñan cómo contar tu historia en dos minutos, te dan las herramientas para aplicar a distintos fondos. El fondo de desarrollo de Rotterdam y el del BAFICI fueron los primeros que gané. Luego aplicamos a fondos de producción. El primero en brindarnos su apoyo fue Ibermedia. Elegí tener a Argentina como coproductor. Y así empezó el vínculo, se trató de una coproducción grande. Mi director de fotografía es argentino. Además, pasé siete meses en Buenos Aires editando y haciendo la posproducción.
¿Qué lugares figuran en la actual gira de Las malas intenciones?
Guadalajara, Cartagena, Ginebra, Punta del Este, Málaga, Chicago, Nueva York, Panamá. Regreso el 2 de mayo. Creo que durante estos vuelos voy a escribir mucho. El objetivo de la gira es hacer contactos más que buscar financiamiento. Quiero profundizar más en el mercado de coproducción.