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‘Dips’ con sabor a familia
La pandemia ha motivado una ola de reinvención y emprendedurismo en el país. Es el caso de Karina Canales, egresada de la Carrera de Comunicación y creadora de Mi Dip Favorito, un proyecto gastronómico que comenzó con una receta de tapenade de aceitunas negras.
Después de casi un año, hoy cuenta con un catálogo que incluye mantequilla de maní, diferentes dips y chocolates artesanales rellenos. Karina ha registrado su marca en Indecopi y tiene intenciones de crecer, pero sin perder lo primordial: el toque casero y el cariño con que se cocina para la familia.
¿Cómo empezaste tu emprendimiento con dips?
En junio vamos a cumplir un año con la venta de los productos y en redes sociales estamos desde agosto del año pasado. Desde que egresé de la Universidad, yo siempre trabajé en el rubro editorial. Antes de la pandemia, formaba parte de la compañía transnacional McGraw Hill Education, pero a raíz del problema sanitario cerraron sus operaciones de promoción en el Perú. En ese momento, buscar otro trabajo en el rubro estaba muy complicado, así que empecé a ver a qué otra actividad podía dedicarme hasta reinsertarme en el mundo editorial. Como siempre me gustó cocinar y en la primera etapa de la pandemia estuvimos en cuarentena, fui rescatando recetas familiares que probaba los fines de semana. De pronto, encontré una receta mediterránea de tapenade de aceitunas negras. Así empecé el emprendimiento.
¿Qué te dio la seguridad de que tu receta podía pegar en el mercado?
Primero hubo una etapa de ensayo y error. Escogí a las amigas más exigentes para que me dieran su opinión. Luego ellas me pidieron que les venda. Luego recurrí a otras amigas y a mi círculo cercano en San Borja, donde vivo. Poco a poco se corrió la voz y empezaron a recomendarme. Entonces fui incorporando otras variedades: mantequilla de maní, chocomaní, recetas con champiñones, con alcachofas, todo orientado a la alimentación saludable y 100 % casera, con el mismo cariño con que se prepara para la familia. Eso es lo que nos ha permitido conectar con nuestro público.
¿Tú misma manejas tus redes sociales?
Sí, pero con apoyo. Mi hermana Erika en diseño gráfico y realización visual, y mi amiga Noely Marroquín como community manager. Ella también es egresada de la Carrera de Comunicación de la Universidad de Lima. Sin ellas, ese muro de Facebook no estaría tan hermoso como se ve. Yo puedo redactar los contenidos y generar las ideas principales, pero ellas les dan la forma y lo convierten en un cálido espacio que provoca seguir visitando. Al comienzo no lo veía necesario, porque no pensaba crecer tan pronto, pero fue un boom y mis clientes me preguntaban por qué mis productos no estaban en Facebook o en Instagram. Mi casa se volvió una locura. Mi esposo teletrabajaba, mis hijos hacían clases y yo, que los atiendo en su rutina diaria, estaba con el negocio y a la vez buscando un empleo fijo. Todo iba en paralelo. Así que Erika y Noely me apoyaron, lo cual agradezco infinitamente.
¿Y cómo haces el reparto?
Si tengo que hacer entregas en San Borja, yo misma las realizo sin costo adicional. Voy caminando y a veces en el carro con mi esposo. También me apoya un taxista y un agente motorizado cuando reparto fuera del distrito, pero con un costo adicional. Hay personas a las que conozco que prefieren recoger sus pedidos en mi casa, cuando tienen un antojo urgente. Generalmente, manejo un stock de algunos sabores, como los de aceituna o los de mantequilla de maní, que se conservan un poco más. Estos productos no tienen preservantes artificiales, solamente el aceite de oliva, que es un excelente preservante natural para las aceitunas.
¿Cuánto tiempo duran?
En promedio, pueden durar dos semanas como si estuvieran recién preparados, aunque depende de los ingredientes. Algunos llevan queso crema o yogur griego. Esos se deben consumir en una semana. Los de aceituna y de maní pueden durar un mes o más en refrigeración.
¿Cómo te va hasta hoy?
Me va aceptablemente bien en las ventas. Lógicamente, hay temporalidades, pero también estamos rompiendo paradigmas. Yo pensaba que nuestros chocolates artesanales, que son un producto en el que incursionamos casi a finales del año pasado, solamente se venderían en invierno; pero no, todo el verano hemos trabajado bastante con ellos. Vienen con diferentes tipos de relleno: frutos secos, pasas con pisco y arándanos deshidratados. Estoy aprendiendo que el consumidor puede cambiar sus gustos. Los dips ahora no solo se consumen en un piqueo y con una cerveza, sino también en el desayuno y en diferentes estaciones del año.
¿Cuáles son los sabores que más salen?
La estrella es el de aceitunas negras, el original, mi favorito. Como el sabor de la aceituna es un poco fuerte, le agrego especias y diferentes condimentos naturales, sobre todo finas hierbas, lo que le da otro matiz. Esa combinación tan mediterránea es lo que ha impactado en mis clientes. En invierno se mueve más el de mantequilla de maní, que se suele comer con el pan y las frutas. A los chicos les gusta mucho. Yo tengo un niño pequeño y un adolescente, y ellos mueren por el de queso crema, de tocino con espinaca, de cabanossi, todo lo que tenga un poco de las cosas que les gustan, como los embutidos y el sabor ahumado. A veces, mis clientes me sugieren ingredientes y me dan ideas nuevas. Yo me nutro de ellas y sigo perfeccionando las fórmulas.
¿Cuáles son tus proyecciones?
Ya registré mi marca Mi Dip Favorito el año pasado, en Indecopi, después de un largo trámite. El próximo año, a más tardar, espero obtener mi registro sanitario y distribuir en los supermercados, las tiendas naturistas y diferentes negocios, Dios mediante. También pienso seguir ampliando el catálogo de productos. En paralelo, estoy buscando un empleo fijo. En el verano estuve apoyando un proyecto y me organicé bastante bien con todo, manteniendo el emprendimiento y estudiando inglés para reforzar mis conocimientos.
¿Qué hacías en el rubro editorial?
Estuve ligada al mundo editorial prácticamente desde que salí de la Universidad. En mi último trabajo, en McGraw Hill Education, me encargaba de la promoción y venta de todas las líneas de la editorial, en impreso y digital, para los clientes corporativos que teníamos en el Perú. Era una labor de promoción constante en eventos, en visitas a las universidades y los institutos superiores para que adopten nuestros libros. Me encantó la experiencia de trabajar con las bibliotecas universitarias y con los autores cuando venían a Lima. Todo lo que sea estar en contacto con el público me gusta y pienso seguir en el rubro editorial más adelante.
¿Has trabajado en otras editoriales anteriormente?
Sí, mi experiencia de mayor duración fue hace diez años en Fundación Libún. Hacía algo similar, pero con diversas marcas, porque Libún importa y distribuye libros de diferentes editoriales de todo el mundo, sobre todo de Latinoamérica. Enfocaba mi labor en la promoción de libros universitarios. También me encargaba de supervisar la logística de las librerías que Libún tiene dentro de las universidades. Y anteriormente estuve en Editorial Norma, trabajando en la investigación gráfica para un proyecto de una serie de libros.
Finalmente, ¿cómo fue tu experiencia en la Universidad de Lima?
Yo estudié Comunicación y me especialicé en Marketing y Publicidad, y puedo decir que mi época universitaria fue maravillosa. Siempre voy a estar agradecida con todo lo que la Universidad me dio. La Ulima se preocupa por formarnos para comprender integralmente los procesos de comunicación. Nos enseña a asumir compromisos con calidad, ética e innovación. Incluso, me ayuda mucho para elaborar contenidos en mis redes sociales y fidelizar a mis clientes. Ahí mi objetivo es que mis clientes y potenciales clientes se sientan como parte de la familia de mi marca.
¿Participaste en alguna actividad extracurricular?
Claro. Desde que ingresé, participé en los talleres de Bienestar, que eran muy bonitos. Me la pasaba ahí en todos mis tiempos libres. Formé parte del grupo vocal de la Universidad desde que ingresé hasta que terminé la Carrera. Viajábamos mucho para hacer presentaciones, fue una bonita experiencia que me sirvió, inclusive, para mejorar mi desenvolvimiento personal.