La revista Advocatus, de la Carrera de Derecho de la Universidad de Lima, organizó el evento “Agenda 2030: Los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su aplicación en el Perú”. El 29 de septiembre participaron como expositores Micaela Rizo Patrón, gerente general de Perú Sostenible, Gabriela Elgegren, Oficial de Prosperidad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y Alfredo Estrada, director del Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima.
Crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible
Micaela Rizo Patrón se refirió al desarrollo sostenible y el rol de las empresas. Como gerente general de Perú Sostenible –antes Perú 2021–, la ponente comenzó explicando que la organización que representa es una red de empresas que, desde hace 27 años, promueve el desarrollo sostenible en el país:
“A todas las acompañamos en la ruta de la sostenibilidad. Para ello, las conectamos con distintas plataformas de sostenibilidad, las ayudamos a internalizar la gestión de sostenibilidad con diferentes programas y visibilizamos las mejores prácticas, a nivel nacional, en desarrollo sostenible”.
Micaela remarcó que el hecho de no actuar cada vez se vuelve más costoso, por el tema de la reputación y de las futuras licencias que se requieran:
“Según una encuesta del WBC SD, sobre las principales barreras que encuentran las empresas para integrar la agenda de los ODS, lo primero es una falta de entendimiento. A veces las áreas de finanzas o los directorios no entienden muy bien de qué se trata esto, cuál es el propósito de los ODS, y lo que falta es comunicación”.
Reconstruir procesos
A continuación, Gabriela Elgegren comentó que la pandemia nos ha mostrado lo frágiles que son los sistemas de desarrollo en todos los países.
“Hemos visto cómo este virus microscópico ha derrumbado las vetas de progreso y ha expuesto las fracturas en las sociedades. Nos enfrentamos a la mayor recesión económica en la historia moderna y por primera vez, en casi 20 años, la incidencia global de pobreza ha aumentado”.
Sin embargo, advirtió que este periodo de transformación forzada nos ha enseñado que cambiar de rumbo puede hacerse de manera ordenada y acelerada. “Las personas nos están demostrando una inmensa capacidad de resiliencia y adaptabilidad”, remarcó Elgegren.
Ahora, destacó la oportunidad de tomar la fuerza colectiva que se ha despertado para reimaginar y reconstruir los procesos e ir más allá de la recuperación. La pregunta que se hizo fue si podremos hacerlo lo suficientemente rápido y cómo podremos alcanzar estos objetivos de desarrollo, faltando solamente nueve años para el 2030.
Elgegren dio cuenta de cómo ha trabajado el PNUD para contribuir a desarrollar acciones con una visión de sostenibilidad, tanto en el sector público como privado. Indicó que es necesario generar nuevas industrias, mercados laborales, inversiones sostenibles y realizar una mejor distribución en este escenario de prosperidad:
“Los ODS priorizan inversiones en bienes públicos críticos, como niveles mínimos de protección social y promoción de servicios como atención médica, agua limpia, educación y para 2030 hay indicadores que se deben lograr y 169 metas que cumplir”.
El rol de la academia
A su turno, Alfredo Estrada señaló cuál es el rol de la academia en la educación superior y en este compromiso de la transformación.
“Durante la pandemia ha habido retrocesos dramáticos, y lo que buscamos todos los actores que participamos en este compromiso es acelerar y regresar a esa lucha en la que estábamos antes de la pandemia, a nivel social, comunitario, ambiental, económico, empresarial y organizacional, para instaurar todos los componentes de transformación que coadyuvan a que el mundo pueda ser un espacio habitable por muchos años más”.
Señaló, asimismo, que el Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima es un fiel ejemplo de cómo la academia y la educación universitaria responden a esos desafíos.
Estrada comentó sobre los riesgos más importantes y señaló que el primero de ellos es el calentamiento global, que es inminente y traerá transformaciones radicales en la urbanidad, la agricultura, la industria y, por ende, en el mundo entero. Y afirmó:
“En la medida en que cada persona canalice su energía colaborativa para adoptar un rol de administradores de los bienes que usamos, se estará avanzando. Es necesario ser pragmáticos con la transformación y no solo formulativos. La energía colaborativa es parte del nuevo modelo de sostenibilidad”.
En este sentido, señaló que la Universidad de Lima inspira al país a nuevas formas de hacer empresa:
“Y la nueva empresa es sostenible, empática, sana, posee buenas prácticas, tiene modelos de negocio ecorresponsables, maneja la gobernanza desde un enfoque inclusivo y transparente. Es ahí donde aparece el concepto de sostenibilidad sistémica, desde la biomasa hasta la sociedad, para terminar en los retos económicos que son resultados naturales de una gestión organizacional empresarial”.
El director del Centro de Sostenibilidad expresó también que la academia está obligada a formar competencias ciudadanas. “El modelo educativo de la Universidad de Lima apunta a formar ciudadanos, profesionales con orientación al desarrollo social, constructores de las cadenas de valor, resilientes”, argumentó.
Estrada agregó que el Centro de Sostenibilidad gestiona proyectos estratégicos que contribuyen a la lucha contra la pobreza, al cuidado del planeta y al respeto de la diversidad:
“Estos tres hitos no son otra cosa que la Agenda 2030, direccionada a los tres grandes drivers que tiene el enfoque de sostenibilidad de la Universidad. Se busca que el modelo de gestión del Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima contribuya a la responsabilidad social, a la responsabilidad ambiental y a la responsabilidad corporativa”.