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Coloquio Internacional de Semiótica en la Ulima
La Universidad de Lima es uno de los focos de la semiótica en el Perú y Latinoamérica y, como tal, albergó el Coloquio Internacional de Semiótica del 3 al 5 de noviembre de 2015 en el Aula Magna B en coorganización con la Asociación Peruana de Semiótica. El coloquio, además de contar con 12 expositores nacionales, recibió a Paolo Demuru, de la Universidad de Bolonia y la Universidad de São Paulo, y a Jacques Fontanille, uno de los semiólogos más trascendentes de las últimas décadas, de la Universidad de Limoges. En la última jornada, Desiderio Blanco, ex rector y profesor honorario de la Universidad de Lima, y Jacques Fontanille presentaron La estructura tensiva, de Claude Zilberberg, libro que tradujo el profesor Blanco y que fue publicado por nuestro Fondo Editorial.
Semiótica de la casa
José Carlos Cabrejo, docente de la Facultad de Comunicación, inició el coloquio con su ponencia “Corporalidad y surrealismo en Un perro andaluz, de Luis Buñuel, y La tortuga ecuestre, de César Moro”, en la que desentrañaba la visión del cuerpo que proponen ambas obras. Le siguieron otros dos profesores de la Facultad de Comunicación: Elder Cuevas y José García Contto. El primero presentó “Perú INC: la pugna de una nación a partir del nation branding”, una deconstrucción del discurso de los spots de la Marca Perú que, explicó, pretenden definir la “peruanidad” a partir del consumo. García, por su parte mostró su trabajo “Freshness y frescura, aplicaciones semióticas al mercado de consumo peruano”. Allí ahondó en las diferencias de significado entre ambos conceptos apoyado en la semiótica, que ayuda a entender diferencias semánticas y permite a los comunicadores enviar mensajes más claros. Finalmente, Eduardo Yalán, profesor de la UPC, ofreció la ponencia “Semiótica del acontecimiento: entre Claude Zilberberg y Gilles Deleuze”, en la que, a modo de conclusión, afirmó que la semiótica y la filosofía se encuentran en un diálogo permanente, por lo que es importante contrastar y complementar sus conceptos.
El segundo día empezó con la presentación de “¿Debate o propaganda? Prácticas semióticas en los debates electorales peruanos”, de Lilian Kanashiro, docente de la Facultad de Comunicación, quien concluyó que nuestros candidatos eluden la confrontación de ideas a favor de la simple enumeración de propuestas. Acto seguido, Mihaela Radulescu, de la PUCP, presentó “Procedimientos en el cuerpo producido: la performance de la moda”, exposición en la que analizó cómo se construye la identidad a partir del consumo de moda. El siguiente ponente fue Diego Cerna, egresado de nuestra Facultad de Comunicación y parte del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), quien presentó “Entre procesos y objetos: aportes al estudio de la burocracia moderna desde la semiótica”, cuyo objetivo fue resaltar el uso de herramientas metodológicas de la semiótica para la investigación empírica de la burocracia, mediante el mapeo y representación del funcionamiento, estrategias y prácticas de los burócratas y, en general, del Estado. Marcos Mondoñedo, proveniente de la UNMSM, cerró el día con “La poética como estrategia: vanguardismo indigenista en Ande, de Alejandro Peralta”, ponencia que analizaba el diálogo entre lo andino y lo capitalista en esta obra vanguardista de Peralta que para transmitir sentido, además del texto, utilizaba xilografías.
El último día empezó con la presentación de “Formas de vida en las caricaturas de Quino”, de Óscar Quezada, rector de la Universidad de Lima, quien sostuvo, a través del análisis de las viñetas del humorista gráfico Quino, que “el lenguaje como fenómeno culmina en el cuerpo”. Fernando Parodi, de la UNMSM, continuó con “El movimiento como significante”, que planteaba una reivindicación del movimiento como eje del estudio semiótico, sobre todo al encontrarnos en un siglo en el que estamos volviendo a ser nómades. Luego fue turno de Kate O’Connor, egresada de nuestra Facultad de Comunicación, quien presentó “Matemática del desengaño y deformación democrática en el Perú”, un extracto de una investigación acerca de las estadísticas de aprobación presidencial y la conflictividad social en la que propone que, más que masas engañadas, lo que hay son pobladores que cumplen sus expectativas de ser engañados. Por último, Celia Rubina, de la PUCP, mostró su ponencia “El mar que reventó: un mito andino desde dos racionalidades opuestas”, en la que analizó comparativamente el Manuscrito de Huarochirí, de autor anónimo y uno de los relatos más antiguos acerca de la mitología andina, y el Tratado del evangelizador Francisco de Ávila.
La construcción de la identidad futbolística
“El discurso académico tiene mucho que ver en la construcción de la concepción contemporánea del fútbol”, explicó Paolo Demuru en su ponencia “Fútbol y cultura entre Brasil e Italia, una perspectiva semiótica”. Durante tres días, abordó cómo estos dos países construyeron sus identidades futbolísticas: el jogo bonito y el catenaccio, tipos de juego que además están muy vinculados a estilos de vida y estéticas arraigadas en estos dos países.
En el caso brasileño, Demuru se remontó a 1888, año en el que se abolió la esclavitud en el país, lo que generó un resquebrajamiento en las jerarquías sociales que, sin embargo, se intentaron restablecer por otros medios. En el fútbol, aún un deporte de élite a fines de siglo XIX e inicios del XX, reglamentos aún gaseosos permitieron que los árbitros tomaran decisiones desproporcionadamente favorables a los jugadores caucásicos, todo bajo la condena del supuesto juego violento inherente a los afrobrasileños. Eventualmente esto, junto con otros factores, determinó que el estilo de juego brasileño que imperara en la segunda mitad del siglo XX fuera de mucho toque, astucia y, fundamentalmente, enemigo del contacto físico. Características que, luego de cambios sociales profundos, se convertirían en deseables y reivindicadas junto a la idea de Brasil como un país mestizo.
En Italia, el régimen fascista se inmiscuyó en la elaboración del discurso futbolístico a través de la prensa que controlaba. Demuru explicó que “la identidad es siempre algo relacional”, de allí que estos diarios construyeran el significado de su estilo a través de la oposición. Así, cuando la prensa deportiva italiana comparaba a su selección con sus pares ingleses o alemanes, destacaban su juego preciosista, opuesto a la tosquedad y simplicidad del cuadro rival. Pero, por otro lado, al hacer la comparación con equipos sudamericanos como el peruano, definían a su escuadra como práctica y frontal, en oposición al juego de toque excesivo que se practicaba en esta parte del mundo. Tras la caída del régimen se empezó a consolidar un discurso diferente. Gianni Brera, periodista y escritor italiano, escribió: “Somos feos, somos débiles” y, por ello, “el italiano debe defenderse, debe ser astuto”. Despertó, entonces, la añoranza por el arte di arrangiarsi o el arte de arreglárselas ante cualquier adversidad gracias al ingenio y la persistencia, muy en sintonía con el estilo futbolístico del catenaccio, de defensa y contraataque.
Así, utilizando la semiótica para analizar el discurso escrito, Demuru logró identificar cómo se construyeron dos identidades futbolísticas y culturales distintas: la astucia brasileña o malandragem, vinculada con lo sinuoso, elegante y lúdico, y el arte di arrangiarsi, directo, frontal y práctico.
Signos vitales
Como cierre de las tres jornadas, Jacques Fontanille presentó su ponencia “Formas de vida. La moda francesa contemporánea”, en la que desarrolló buena parte de los conceptos semióticos en los que ha venido trabajando a lo largo de su trayectoria académica. Inicialmente, definió a las formas de vida como
“conjuntos significantes heteróclitos y coherentes que son los constituyentes inmediatos de la semiósfera. Las formas de vida están a su vez compuestas de signos, textos, objetos y prácticas; portan valores y principios rectores, se manifiestan por medio de actitudes de expresiones semióticas, influyen en nuestros estados afectivos y nuestras posiciones de enunciación. Dicen y determinan el sentido de la vida que vivimos y de las conductas que adoptamos. Nos proporcionan razones de existir y de obrar en este mundo”.
Fontanille precisó, sin embargo, que la mayoría de las configuraciones semióticas que ha analizado “no son patrimonio exclusivo de las culturas humanas”. Una de ellas, abordada con mayor profundidad en la segunda jornada, es la competición, un imperativo de nuestra época. Aunque de antemano alguien sepa que es probable que competir no sirva de mucho para escalar posiciones, de todas formas persiste el ethos de competir, explicó. “¿Somos todos calvinistas?”, se preguntó, haciendo una analogía interesante: ellos planteaban que los seres humanos estaban predestinados por Dios; sin embargo, lo correcto era portarse bien porque no hacerlo significaba que el diablo estaba intercediendo.
El semiólogo también exploró la configuración de la transparencia, una propiedad natural que es importante distinguir de la invisibilidad, pues para notar que algo es transparente implica que es imperfecto y se “presupone un obstáculo que se ha superado por negación”. Es decir, debe ser solo una reparación de la opacidad, tal como lo es en la vida real —como en una ventana, por ejemplo—. “Solamente la transparencia perfectible tiene sitio semiótico”, concluyó.
Por último, Fontanille desentrañó el trabajo del diseñador francés Julien Fournié, cuyas colecciones Primeros Modelos, Primer Verano, Primer Invierno y Primeros Colores mostraban la dependencia, la independencia, la sumisión y la libertad. A su vez, también mostraban el núcleo pasional de las formas de vida: la vulnerabilidad del cuerpo, la fragilidad superficial, la sumisión y contención dolorosa, y el cuerpo-carne que retoma el control de sí mismo.
Huellas semióticas
El coloquio culminó con la presentación de La estructura tensiva, libro del semiólogo francés Claude Zilberberg, traducido por el profesor honorario Desiderio Blanco y publicado por nuestro Fondo Editorial.
La obra, una culminación de las reflexiones del autor en torno a la tensividad, fue elogiada por Blanco, quien destacó su densidad, pero a la vez su claridad para explicar ideas tan complejas. Este libro representa la culminación de las reflexiones de Zilberberg sobre la epistemología estructural en nombre de lo gradual, de lo continuo, de lo dinámico, de lo afectivo. Se trata de un “estructuralismo tensivo” que otorga amplio lugar al “evento”, a ese acontecimiento súbito e imprevisto que irrumpe sin esperarlo en el campo de presencia.
Por su parte, Jacques Fontanille también tuvo palabras de elogio, en una clave bastante emotiva, para Zilberberg, con quien trabajó durante muchos años. “Los académicos solo dejamos rastros y huellas... así que es muy feliz tener un libro para discutir”.