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Una vida dedicada a la música
Virginia Yep vive de lo que más le gusta: la música. Radica en Alemania desde hace más de 30 años, donde goza de un privilegiado ambiente cultural y asiste a los conciertos más fabulosos. Se desempeña como compositora, concertista y maestra de guitarra en el Conservatorio de Música de Berlín, y viene cada año al Perú para recargar sus energías, inspirarse y reforzar ese vínculo tan fuerte que la une a su tierra natal.
Precisamente ahora se encuentra entre nosotros y, como egresada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, ofrecerá un concierto gratuito en su casa de estudios el 20 de noviembre a las 19.30 horas en el Auditorio Central. También presentará un libro, que es fruto de su investigación sobre las bandas de músicos en el Bajo Piura y que edita el Fondo Editorial de la Ulima.
¿El libro es una actualización de tu tesis de doctorado?
Sí. Yo estudié el Doctorado en Etnomusicología (antes Musicología Comparada) en la Freie Universität, en Berlín. En el 2000 presenté mi tesis sobre este tema, es un trabajo antiguo, pero mantiene su vigencia. Las bandas nunca se han tomado en serio en la historia de la música, no son lo suficientemente folclóricas, pero tampoco clásicas, son parte de la vida de los pueblos, no hay procesión sin banda, porque la banda crea una atmósfera entre lo religioso y la vida civil.
El tema sería una rareza en Alemania.
Una rareza, por supuesto. Pero allá todos tienen temas raros (risas), porque el mundo es enorme y en una clase te encuentras con personas de diferentes países. Mi profesor me asesoraba, pero solo en la parte teórica, porque no conocía el fenómeno de las bandas en el contexto de las fiestas patronales. Yo siempre pensaba que el Perú tenía que leer este trabajo, pero no tenía una motivación poderosa para hacerlo, hasta que la Universidad de Lima me propuso editarlo. Lo he traducido y he eliminado el lenguaje riguroso, propio de una tesis.
¿Has regresado a Piura después de tu tesis de maestría?
El año pasado fui a Piura para ver cómo seguían las bandas. Hay cosas que no han cambiado nada. Las procesiones encierran un sistema de ascenso social, porque cada año le toca a una persona costear la fiesta y esta persona cobra prestigio social durante todo ese año, porque pagó la fiesta y puso la banda de músicos para todos. Esa organización no va a cambiar, podrán poner su chicha y su tecnocumbia al final de la fiesta, pero en la procesión no puede haber otra cosa que una banda.
¿Algún cambio te ha impresionado?
Antes los músicos de la banda aprendían por trueque, es decir, los jóvenes iban a la banda a aprender, les enseñaban a tocar un instrumento gratuitamente y, a cambio, tenían que tocar tres años en la banda sin recibir un sueldo. Eso ya no existe, ahora hay academias, las clases son pagadas, el trabajo también. Es interesante ver la evolución.
¿Desde cuándo te interesaste por la música?
Yo toco guitarra desde los ocho años. Tengo dos hermanos y a los tres nos llevaban al Conservatorio para tomar clases. Al terminar el colegio, mis hermanos abandonaron la música, pero yo seguí. Quería estudiar música después del colegio, pero mis padres no iban a permitir que yo no fuera la universidad, así que estudié Comunicación en la Universidad de Lima, donde tuve la suerte de conocer al profesor Enrique Pinilla y nos hicimos muy amigos. Cuando me tocó hacer la tesis, él me animó a vincular la música con las comunicaciones y me hablaba mucho de musicología, así que me despertó ese interés.
Al terminar mis estudios viajé a España a tocar guitarra. Estuve dos años en Madrid y me fue muy bien. Regresé al Perú en la época de los paquetazos económicos, en los 80. Todos querían salir del Perú, pero yo volví. En España todos tocan guitarra, yo no era especial.
¿Qué hiciste al regresar de España?
Busqué a Enrique Pinilla. Justamente, él necesitaba un jefe de práctica de Análisis Musical y yo encajé bien ahí. Me animó a presentarme a una beca de la Fundación Konrad Adenauer para estudiar una maestría en musicología, en Alemania. Yo no hablaba alemán, pero igual postulé a la beca, como quien compra una rifa, sin mucha esperanza. Se presentaron 300 personas y yo salí entre los elegidos. Fuimos 4 becados en diferentes especialidades. Llegando a Alemania, llevé un curso para aprender el idioma en 6 meses. Fueron estudios muy intensos. Allá la visión es muy distinta. En Ciencias Sociales a nadie le interesa si vas a clase o no, pero al momento de presentar un trabajo que será calificado, tienes que ver cómo te las arreglas para sustentar tu tema.
Finalmente, te quedaste a vivir en Alemania. ¿Qué haces allá?
Doy clases de guitarra en el Conservatorio de Música, escribo, compongo música, hago presentaciones y doy clases. El ambiente cultural es muy bueno, puedes asistir a conciertos de los mejores músicos del mundo por solo 15 euros. Algo que me sorprendió al llegar a Alemania fue ver un bus con un letrero que decía “Filarmónica”, así como acá los micros llevan letreros que dicen “Av. Abancay”, “Av. La Marina”, etcétera. Y la gente va en bus a los conciertos. Otros en sus Mercedes, claro, vestidos muy formalmente, pero sentados al lado de un joven con jeans rotos. Es muy democrático.
¿Te gusta vivir en Alemania?
Sí, me gusta, pero no puedo perder mi nexo con el Perú. No solo por mi familia: siento que el Perú es mi inspiración, aquí me nutro, no solo literalmente (risas), también culturalmente. Vengo una o dos veces al año al Perú.
¿Cuál fue el aporte de tus estudios de Comunicación a tu vida profesional?
La Universidad te enseña a pensar, a analizar. El músico sabe mover los dedos muy bien. Si yo no hubiera ido a la Universidad de Lima, sería una música con muchas habilidades para mover los dedos y nada más. Recuerdo mucho a mis profesores César Zamalloa, Javier Protzel y Walter Neira, que me abrieron la mente a otros temas. Por supuesto, a Enrique Pinilla, que influyó tanto en mi carrera y en el libro que está por publicarse. La Universidad de Lima es mi sitio.
¿Cómo será el concierto del 20 de noviembre en la Ulima?
Es un concierto de cámara. Yo tocaré la guitarra y otras personas tocarán viola, violín y chelo. Ahora hay muchos músicos de Ucrania y Polonia, pero quería tocar con peruanos. No tengo nada en contra de otras nacionalidades, pero ya que soy una peruana que viene del extranjero, quería tocar con peruanos. El repertorio es clásico: Vivaldi y Haydn. Además, pienso tocar una pieza de Enrique Pinilla y una mía.