Gracias a la invitación del MBA de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima, Roberto León, auditor general de Rímac Seguros y Reaseguros, ofreció la conferencia “Fraude en los estados financieros. Métodos y alertas”, que se llevó a cabo el 23 de mayo en el Aula Magna T-1.
Durante la charla, León insistió en la necesidad de prestarle atención a este tipo de fraude, pues “sucede poco y no se habla mucho de él, pero, cuando ocurre, puede llevar a la quiebra a las organizaciones”.
Para entender por qué suceden estos casos, el contador presentó algunos conceptos fundamentales. Uno de ellos es la teoría de la agencia y riesgo moral, que postula una idea sencilla: en una organización existe un principal que transfiere la defensa de sus intereses a un agente. El problema ocurre cuando ese agente, al no estar alineado con los objetivos de largo plazo del dueño o jefe, termina por traicionar esa confianza. Asimismo, explicó que esa traición suele tener tres motivaciones, a las que llamó el triángulo del fraude: presión, racionalización y oportunidad.
“Todos estos elementos o una combinación de ellos están presentes en todos los casos de fraude”, señaló, y explicó que “el fraude en los estados financieros se define como cualquier error u omisión deliberado de las cifras o las notas que se presentan en los estados financieros”. Esto se hace con diversos fines, añadió, pero suele tener como objetivo mostrar una imagen distorsionada de la salud económica de la empresa.
El experto presentó el reporte de la Association of Certified Fraud Examiners (ACFE), que examina casos de fraude en todo el mundo, y sacó dos conclusiones: primero, la mayor cantidad de fraudes se detectan a través de denuncias abiertas o anónimas y, en menor medida, por auditorías internas; luego, los directivos o dueños varones son quienes cometen los fraudes de mayor impacto en términos de dinero. Por esa razón, aseguró que las instancias de control deben prestar especial atención a aquellos que están a la cabeza de las organizaciones.
“Se deben diseñar objetivos inteligentes, específicos, medibles y alcanzables que apunten a atacar el triángulo del fraude”, afirmó. En esa línea, sugirió algunas estrategias mitigantes que pueden ser ejecutadas por los miembros de alto nivel de las organizaciones. Por ejemplo, recomendó tener un esquema remunerativo justo, una comunicación clara con los empleados y predicar con el ejemplo. También consideró importante contar con personal capacitado en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) y hacer una revisión de antecedentes penales a aquellos empleados que ocupen cargos sensibles.
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