Lograr la inclusión social de las personas sordas es el objetivo de Guillermo Bastian. Para ello ha creado unas gafas inteligentes equipadas con una cámara, un micrófono, un parlante y una pantalla. El equipo es capaz de traducir el lenguaje oral a lengua de señas y viceversa. El nombre de su invento es The Smart Interpreter y le valió a Guillermo –ingeniero industrial por la Universidad de Lima– para ser reconocido entre los 35 innovadores menores de 35 años en Latinoamérica, por parte de la revista MIT Technology Review en español.
¿Cómo funciona el invento que has creado para ayudar a las personas sordas a comunicarse?
Son unas gafas que la persona sorda puede usar para comunicarse con oyentes, sea en una consulta médica, en una reunión social o en una estación de bus. Las gafas tienen dos funciones. La primera es escuchar: al ponérselas, la persona ve en los lentes los signos del lenguaje de señas, que se representan porque un mecanismo de inteligencia artificial traduce el lenguaje oral al de señas. La segunda función es la de hablar: hay una cámara en el centro de las gafas que captura todos sus movimientos de las manos y los convierte en audio.
¿Estas gafas se ven como unos lentes comunes?
Actualmente estoy en el prototipo 2 y, sí, se ven como lentes de sol modernos, un poco grandes todavía. Puede haber mejoras.
¿Con quién has desarrollado esta idea?
La trabajé yo solo. Fueron muchas horas de programación, además del tiempo necesario para modelar las gafas en 3D y ensamblarlas.
¿Qué te motivó a realizar este proyecto?
La motivación me vino porque conocí a una persona muy talentosa, muy calificada e inteligente, pero que no podía brillar de la manera en que merecía, porque sufría una pérdida parcial de la audición. Esta persona tenía hipoacusia y usaba un audífono, pero se le complicaba la comunicación. Eso me hizo pensar en las dificultades, aún mayores, que tendrían las personas sordas.
¿Cómo ha sido el desarrollo de este proyecto desde que tuviste la idea hasta conseguir el prototipo 2?
Han pasado poco más de diez meses, en los que he cometido muchos errores y he realizado muchas pruebas para ver qué no funciona y cómo mejorar. Es un proceso reiterativo que demanda perseverancia. Además, ha sido muy retador, en el sentido de que la tecnología usa inteligencia artificial, a la que hay que enseñar a reconocer y traducir palabras como “hola”, “chau” y “gracias”, pero hay que hacerlo palabra por palabra, lo que toma tiempo. Además, para eso, primero tenía que aprender las señas yo mismo.
¿Cuántas palabras reconoce el sistema en este momento?
Alrededor de 70, y ya puede articular oraciones. Pero lo cierto es que la inteligencia artificial necesita mucho entrenamiento. Me gustaría asociarme con alguna institución para avanzar los siguientes prototipos y robustecerlos. Después de los resultados obtenidos con este reconocimiento del MIT, he conversado con algunas organizaciones para ver si unimos esfuerzos, y estoy esperando respuestas.
¿Has postulado este proyecto a algún concurso de emprendimiento?
Todavía no. Ahora quiero abocarme a seguir enseñándole palabras y a volver la solución más ligera, más simple, más cómoda.
¿Habías llevado a cabo algún emprendimiento o innovación anteriormente?
Aún no he incursionado en la parte de negocios, pero siempre me ha gustado innovar en el trabajo, con tecnología, o participar con mi equipo en hackatones. En la Hackaton del BBVA, realizada en el año 2020, por ejemplo, ganamos. También he participado en otras hackatones, como la de Belcorp y la del BCP. Creo que es muy importante mantener la curiosidad y la pasión por la tecnología y las nuevas soluciones.
¿Qué has hecho desde que terminaste tu carrera?
Yo acabé en el verano del 2017. Desde mis últimos ciclos he trabajado en IBM, donde estoy desde hace casi siete años.
¿Qué haces en IBM?
Soy consultor. Veo cómo implementar soluciones tecnológicas para grandes empresas. Por ejemplo, he implementado SAP en Alicorp y en Ferreyros, y ahora estamos con Arca Continental, que es la embotelladora de Coca-Cola e Inca Kola. Estamos viendo todos sus procesos comerciales y de distribución para mejorarlos, hacerlos más ligeros y que tengan una solución tecnológica que pueda soportar toda su operación.
¿En todos tus años trabajando en IBM, qué ha sido lo más interesante que has hecho?
Una iniciativa personal que tuve con Caterpillar en el Perú fue hacer un robot para automatizar los procesos. Fue interesante, porque el programa sirvió para realizar pruebas de algunos de los flujos de documentos. Pero, en general, los retos más complicados consisten en pensar en soluciones tecnológicas, siempre bajo la perspectiva del negocio, de cómo les va a servir a los usuarios. Además, siempre es un reto hablar con un cliente, entender sus necesidades y plasmarlas en un sistema. Es algo que me ha encantado aprender.
¿Cómo así te has interesado por la tecnología?
Yo soy ingeniero industrial, pero siempre me gustó programar y todo el tema tecnológico. Por más que me ocupaba de procesos administrativos, matizaba mis tiempos libres aprendiendo temas nuevos. Creo que la curiosidad es uno de los motores más grandes para innovar. Cuando uno es curioso, aprende y luego quiere aplicar lo aprendido de alguna manera.
¿Desde chico tenías este interés por la tecnología?
No, realmente. Pero sí me interesaba crear, innovar. Recuerdo que desarrollé experimentos que me salieron mal, pero siempre tuve esa curiosidad. Ya con los años, con lo que aprendí en la Universidad y en el trabajo, me empezaron a salir bien.
¿Quisieras compartir alguna innovación que hayas realizado, aparte de las gafas?
Recuerdo que en el último año de la Universidad, como un reto personal, armé una impresora 3D con materiales reciclados, que hasta ahora conservo. Los fines de semana me dedicaba a tiempo completo a este proyecto, desde el viernes por la noche hasta el domingo. Toda mi casa era un desastre, por todos lados había pedazos de madera –que utilizaba para la estructura–, tuercas y pernos. Siempre estaba interesado por algún tipo de tecnología: 3D, inteligencia artificial o robots.
¿Qué imprimiste en esa máquina?
Hice una segunda impresora, que salió mejor que la original. Era más precisa, tenía todo de plástico, de un solo material.
¿Qué te gustaría lograr en el futuro?
Actualmente estoy en el rubro de la tecnología, pero no en inteligencia artificial, y me gustaría moverme hacia ese tema en el mundo corporativo. A mediano y largo plazo, me agradaría abrir una startup.
¿Qué es lo que más te gustó de estudiar en la Universidad de Lima?
En mi época de estudiante, aparte de los amigos que hice, me gustó la posibilidad de aprender muchísimo y el apoyo de los profesores y de la Universidad. Todo fue impecable. Los laboratorios estaban equipadísimos, no me faltó nada. Aunque estudié Ingeniería Industrial, trabajo principalmente en sistemas. Me sirvió mucho el concepto de procesos que me enseñaron, porque cuando un cliente me habla, en mi mente, automáticamente, se forma un flujo de lo que viene antes y lo que toca después. Es algo que uso en el día a día y que considero lo más importante que me llevé de mi carrera.