Francesca Vargas es de las que no se rinden. Eso lo aprendió del deporte. Llegó a ser campeona latinoamericana en tenis de mesa y ocupó el puesto 29 a nivel mundial en este deporte, cuando tenía 15 años. Este año, además, consiguió el título de campeona nacional. Ella es egresada de Administración en la Universidad de Lima. Actualmente vive en Estados Unidos, donde –junto con el doctor Antonio Barbero– saca adelante su proyecto NeuroPongTM. Este consiste en difundir el mensaje de que el pimpón ayuda a las personas con enfermedades neurodegenerativas a recuperar movilidad, equilibrio, y a retrasar el envejecimiento del cerebro. Su meta es realizar un estudio que pruebe estos beneficios científicamente.
¿De qué manera logra el tenis de mesa beneficiar a pacientes con enfermedades neurodegenerativas?
Esto parte del siguiente principio: Mientras más retes al cerebro, el envejecimiento será más lento. El pimpón se considera el deporte cerebral número uno en el mundo, porque involucra el trabajo de muchas partes del cuerpo, así como poner atención a muchos factores al mismo tiempo: tienes que estar muy concentrado en el movimiento de las piernas, los brazos, la muñeca, la raqueta, hay que pensar en la velocidad con que viene la pelota, el ángulo de la raqueta con el cual se golpea, etcétera. Y todo eso ocurre velozmente, exige al cerebro pensar muy rápido. Es un reto importante para el cerebro, y así se consigue que su envejecimiento sea más lento.
¿De qué trata tu proyecto NeuroPongTM?
La historia comienza en marzo de este año, cuando me fui de vacaciones a Denver, Colorado, en Estados Unidos. Un amigo que vive allá, y es entrenador de tenis de mesa, me contó sobre uno de sus alumnos que tenía esclerosis múltiple –al igual que yo– y que me quería conocer. Así fue que me contacté con el doctor Antonino Barbera y él me contó su experiencia con esta enfermedad, que le diagnosticaron recién a los 55 años. Para entonces, tenía muchas lesiones en la columna vertebral y en el cerebro, porque pasó mucho tiempo antes de tener un diagnóstico correcto. Perdió la movilidad del brazo izquierdo y de la pierna derecha por meses. Después empezó a jugar pimpón y, poco a poco, comenzó a notar una mejoría en su coordinación y en sus movimientos. Antonio me contó eso y también sobre la organización sin fines de lucro que había fundado en el 2020, llamada Table Tennis Connections, que es donde yo trabajo como entrenadora actualmente. Así, se inició el proyecto llamado NeuroPongTM, que trata de difundir los beneficios del tenis de mesa en personas con enfermedades neurodegenerativas.
¿Qué quisieran lograr con NeuroPongTM?
Quisiéramos realizar un estudio científico para demostrar, científicamente, que el tenis de mesa ofrece beneficios a pacientes con enfermedades neurodegenerativas, específicamente esclerosis múltiple y Parkinson. Los resultados podrían demostrar que este deporte puede considerarse una terapia alternativa. Hay que considerar que no existe una cura para esta enfermedad, pero el tratamiento hace que avance más lento. Si a ello le sumas el estímulo del pimpón, pensamos que los resultados pueden ser mejores aún. Ya se han realizado estudios para demostrar los beneficios de la práctica del pimpón en los enfermos de Parkinson, falta hacerlos con los afectados por esclerosis múltiple. Estoy segura de que lo vamos a conseguir, junto con Antonio, porque es una muy buena causa. Por lo pronto, vamos a organizar un campeonato para obtener donaciones para NeuroPongTM. Será en el gimnasio donde yo entreno, que va a auspiciar el evento. He hecho contacto con la Federación Internacional de Tenis y con la marca de raquetas Butterfly, y nos están apoyando.
¿Conoces a otras personas con estas enfermedades a quienes el pimpón les haya ayudado?
Claro que sí. Tengo alumnos con Parkinson que están mejorando con este deporte y yo veo su mejoría. A partir de la segunda semana, sus manos tiemblan un poquito menos y comienzan a controlar mejor la raqueta. Todavía no tengo alumnos con esclerosis múltiple.
¿Ahora te dedicas de lleno a este proyecto?
A esto, a entrenar y a dar clases. Siento que he encontrado mi propósito en la vida, y estoy muy encaminada. Enterarme de que tenía esta enfermedad fue muy duro para mí, pero este proyecto me permite ser la voz de personas con esclerosis múltiple, difundir el mensaje de que no debemos rendirnos, a pesar de las circunstancias de la vida.
¿Cómo te enteraste de que tenías esclerosis múltiple?
El 26 de julio del año pasado, cuando estaba por terminar la Universidad, me desperté sintiéndome mal, perdía el equilibrio, tenía visión doble, mucho vértigo, mi ojo izquierdo se movía de lado a lado, inconscientemente. Por eso acudí de emergencia a la clínica y me internaron para hacerme muchas pruebas. Al principio no se identificaba mi problema, porque esta enfermedad es difícil de diagnosticar, pues no es muy común, pero un médico, felizmente, llegó al diagnóstico oportuno de esclerosis múltiple.
Después de eso, ¿cómo fue tu vida deportiva?
El diagnóstico me llegó en plena pandemia, cuando me venía recuperando de una fuerte lesión en el hombro, que me ocurrió después de los Juegos Panamericanos Lima 2019. Luego, a inicios de este año, decidí jugar el Campeonato Nacional de Tenis de Mesa. Fue mi primera competencia después de bastante tiempo, quería demostrarme a mí misma que todavía puedo seguir haciendo las cosas que tanto amo. La esclerosis múltiple es una enfermedad difícil, pero no debe truncar los sueños de las personas.
¿Podrías compartir cómo te iniciaste en este deporte que juegas desde pequeña?
Empecé a jugar a los 10 años, ahora tengo 25. Mi papá, en una Navidad, nos regaló una mesa de pimpón a mí y a mis hermanos. Fue así que empezamos a jugar.
¿Qué logros deportivos has tenido?
Fui campeona latinoamericana y sudamericana. Mi mayor logro ha sido haber quedado en el puesto 29 en el mundo, cuando tenía 15 años. Otro de mis logros fue cuando obtuve el primer lugar en los primeros Juegos Sudamericanos de la Juventud, que se llevaron a cabo en Lima. Mis padres pudieron verme y les dediqué a ellos el triunfo, sobre todo a mi papá, que siempre me llevaba a mis entrenamientos, siempre estuvo ahí, apoyándome, me inculcó disciplina y constancia, e invirtió en clases particulares incluso, porque al principio yo no tenía auspiciadores. Mi auspiciador era mi papá, que tenía fe en mi talento. Él es el campeón.
¿Cómo compartías tus estudios con la práctica deportiva y los campeonatos?
El deporte me ha enseñado a organizar mis tiempos. Desde que estaba en el colegio y luego en la Universidad, tenía que ponerme al día cada vez que llegaba de viaje y adelantar tareas y exámenes cuando tenía otro viaje a la vista. Yo sabía que el estudio era mi prioridad, mis padres me decían que, si no me sacaba buenas notas, dejaría el pimpón. Así que me esforzaba mucho. Les agradezco por eso, pues de otra manera no podría liderar un proyecto así de grande como el que estoy llevando a cabo con Antonio.
¿Dónde has trabajado anteriormente?
He trabajado en banca, en diferentes áreas, y he sido analista de experiencia digital en Auna.
¿Qué te pareció tu Carrera de Administración en la Universidad de Lima?
Me encantó estudiar Administración en la Universidad de Lima, porque he aprendido planeamiento estratégico, a armar proyectos, sobre la organización de una empresa desde cero y mucho más. Estoy poniendo en práctica lo que aprendí en la Universidad. Quisiera decir a los estudiantes que aprovechen todos los cursos, porque todo lo que estudien les servirá en su etapa laboral, en algún momento. Por otro lado, me siento muy agradecida con la Universidad de Lima, porque siempre me apoyó por ser deportista de alto rendimiento. Estudié becada gracias a ello. También estoy agradecida por la calidad de profesores que tuve. Mi próximo proyecto académico es estudiar una maestría en salud pública.