“Quisiera contribuir a lograr un cambio positivo en el mundo”

Cheska Patow estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima porque le encanta la idea de mejorar los procesos y gestionar cambios en las organizaciones. Su vocación de servicio la colocó en el camino del desarrollo social, las ONG, la participación ciudadana y el emprendimiento social. Ha participado en voluntariados desde su etapa escolar y ha tenido diversas responsabilidades en Techo, desde la Gerencia General en el Perú hasta la Dirección Internacional de Estrategia y Planificación. Actualmente es cofundadora y directora del Comité Directivo IAP2 Latin America.

¿Cómo orientaste tu Carrera de Ingeniería Industrial a la gestión de causas sociales?
Bueno, yo empecé en Techo como voluntaria antes de ingresar a la Universidad de Lima, pues desde que estaba en el colegio tenía cierta inclinación por el servicio social. Cuando ocurrió el terremoto en Pisco en el año 2007, los voluntarios de Techo viajaron hasta allá para construir viviendas y apoyar de diferentes maneras. Me sumé a la causa, y desde entonces no abandoné el tema social porque me encantó. Una vez que ingresé a la Ulima y empecé la Carrera de Ingeniería Industrial, me hice voluntaria del equipo permanente del área de Logística en Techo, que me interesaba mucho porque podía aplicar algo de lo que aprendía en la Universidad. Y más adelante pude optar por una plaza en Techo.

¿Cuáles fueron las experiencias que te marcaron para decidir seguir este camino?
Sobre todo fue el hecho de estar muy cerca de situaciones que deberían ser diferentes. En varias ocasiones, estuve al lado de familias limeñas con necesidades. Construía en comunidades o asentamientos humanos de San Juan de Miraflores, San Juan de Lurigancho y Ventanilla con familias que vivían en una precariedad extrema. Pude viajar a Pisco y reunirme con personas que acababan de perder todo debido al terremoto. Todo eso me hizo pensar por qué más personas no apoyaban estas causas sociales. Me llevó a cuestionar por qué hay personas que se encuentran a cuarenta y cinco minutos en bus y viven de manera completamente diferente a lo que uno ve en los distritos más acomodados de la capital. Los asentamientos humanos están escondidos, no están a la vista y están muy cerca. No se dice que ahí viven en pobreza extrema, porque no entran en la categoría, pero están muy cerca. Eso, por una parte, marcó mi camino. Por otra parte, fue el hecho de darme cuenta de que carreras como la mía, si bien usualmente no se dedican a causas sociales, pueden aportar mucho, porque una organización tiene procesos, recursos, personas, y todo eso lo sabe gestionar un ingeniero industrial y puede mejorar las cosas.

¿Qué puestos has ocupado en Techo?
Justo antes de terminar la Universidad, se abrió el puesto de gerente general, y me animé a postular porque ahí podía volcar mis conocimientos de Ingeniería Industrial. En la Universidad de Lima no solamente nos enseñan a estar al frente de una fábrica o industria, sino que la carrera abarca también temas de gestión para ser gerentes, para administrar los recursos de una organización. Ese fue mi rol en Techo Perú. Estuve a cargo de un equipo grande, no solo de personal contratado, sino también de voluntarios. Velaba por la parte administrativa y organizacional. Después, asumí la Dirección Regional en Techo Internacional. Las oficinas centrales están en Chile. Allí era la cabeza de varios países, entre los que estaban Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. Y antes de salir de Techo, estuve en Dirección, Estrategia y Planificación, tras mostrar habilidades y capacidades para planificar. Allí terminó mi época en Techo.

¿Cómo te va ahora en IAP2?
Muy bien, me siento muy contenta. Esta es una asociación que promueve la participación pública. Está en todas las regiones del mundo y yo formo parte del comité que abre la región en Latinoamérica, la cual no existía. Hoy, desde Colombia, ya tenemos diferentes personas que son parte del comité y se encuentran en Brasil, Chile y Perú. Lo que hacemos es incentivar la innovación y el emprendimiento social en universidades e institutos de Latinoamérica y, a la vez, invitamos a potenciar la creatividad de los jóvenes, los motivamos a formar parte de un equipo y proponer una solución a un problema específico que nosotros planteamos en la convocatoria.

¿Qué soluciones han dado por ejemplo?
Hay muchos equipos que han expuesto sus propuestas para trabajar la equidad de género en primaria y para aprovechar la energía renovable en comunidades en las que la electricidad no llega, pero que tienen recursos para generarla. También está la idea de incentivar el consumo y el comercio responsable de alimentos de la zona. En Colombia, estaban promocionando el tema del cacao. Otro equipo planteaba las bases del trueque como una alternativa a la economía y cómo potenciarla para volver a nuestros orígenes, en lugar de una economía monetaria. Es interesante, los jóvenes tienen mucha creatividad al realizar sus propuestas.

¿Cuándo estuviste en AIESEC?
Antes de ingresar contratada a Techo, me involucré con AIESEC. Estuve dos años e hice mis prácticas preprofesionales ahí, pero mi corazón estaba en lo social. Si bien AIESEC tiene un fin social porque promueve el liderazgo entre los jóvenes e intenta generar una conciencia ciudadana, yo buscaba algo diferente, algo que se involucrara con las personas más necesitadas.

¿Qué consideras que te ha aportado, en lo personal y profesional, haber seguido esta línea de carrera?
En lo personal, me ha permitido desarrollar la empatía y no solo tratar de ver la primera capa, sino hurgar lo que hay detrás de lo que nos muestran y aportar con un granito de arena. Siento que los trabajos y voluntariados donde he estado me han ayudado a crecer muchísimo, a tener conciencia ciudadana y a querer aportar a la comunidad. He crecido muchísimo al acercarme a otras realidades y a personas que tienen la misma convicción, que incluso pueden ver las cosas de una manera distinta, pero todos compartimos la intención de trabajar por lograr algo mejor. En lo profesional, fue un reto alcanzar el punto de encuentro entre lo que hacía y mi Carrera de Ingeniería Industrial. Una vez que vi esa intersección claramente, para mí fue la mejor manera de poner en práctica, de una forma disruptiva quizá, todo lo que había aprendido. Por otro lado, haber liderado equipos desde muy chica, me dio la oportunidad de trabajar mis habilidades de gestión, desarrollo de personas, entendimiento de gestión de equipos y de lo organizacional. Creo que las organizaciones como las que he mencionado te ponen en el foco de atención, en el papel de líder y de gestionar esa influencia positiva hacia los demás. Tuve un gran crecimiento personal, sobre todo en cuanto a habilidades blandas, gestión de equipo y liderazgo.

Mirando hacia adelante, ¿qué quisieras lograr profesionalmente?
Quisiera continuar en el camino del que formo parte en una organización que procure que el mundo sea mejor. Quisiera contribuir a lograr un cambio positivo en el mundo, no necesariamente en los temas que he venido tocando. Estoy abierta a otras experiencias, porque hay diferentes maneras de poner un granito de arena en el mundo.

¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
La etapa universitaria fue una gran experiencia en mi vida, la Carrera me marcó muchísimo. Hice grandes amistades. Tuve un proceso muy completo de formación académica y personal, por todas las personas con las que compartí y las oportunidades que la Universidad de Lima me brindó. Pude tomar cursos electivos de otras carreras que continuaron abriendo mi mente y complementando mi Carrera. También me fui de intercambio a Salamanca, España, por seis meses. Tuve grandes profesores y ni qué decir de las instalaciones, que hacían muy cómoda la estancia en la Universidad. Me encantaba estar ahí, en la biblioteca, los pasillos. Todo era muy bonito.