Egresadas Ulima obtienen el segundo puesto en Bialima 2021

Las arquitectas Alessandra Gudila Rodríguez Mercado y Ximena de Olazábal Coz obtuvieron el segundo puesto en el Premio Regional de Investigaciones de Pregrado y Proyectos de Fin de Carrera durante la Bienal Internacional de Arquitectura de Lima (Bialima) 2021. Ambas se formaron en la Universidad de Lima y lograron este reconocimiento en la categoría de edificios con su proyecto "Fábrica Cultural, reciclaje de una fábrica en desuso en el borde de la bahía de Chimbote".

Dicho proyecto se ubicaría en La Florida Baja, frente al mar, donde antiguamente funcionaba una fábrica de conserva y harina de pescado. La idea de las arquitectas es que esta sea la primera de once reactivaciones de fábricas que se encuentran en desuso en la zona, a fin de fortalecer la identidad chimbotana, rememorar su pasado industrial y reconciliarse con el paisaje.

¿Por qué eligieron desarrollar este tema para su tesis?

Alessandra: En el ciclo 2017-2 llevamos el curso Proyecto de Arquitectura X, con el cual debíamos desarrollar nuestra tesis. Yo soy chimbotana y me motivaba mucho realizar un proyecto ahí. Pensaba que esta ciudad, con tanto potencial paisajístico, requería un proyecto que respondiera a sus problemas urbanos, así que le propuse la idea a Ximena. Al investigar sobre su historia, entendimos que la ciudad había crecido a partir de la pesca y que sus actividades giraban en torno a ella. Y si bien antes había un espacio de doscientos metros de arena entre el mar y la ciudad, este ya no existía, pues se había convertido en un depósito de desechos que nadie visita. Por otro lado, encontramos que en el 2009 la Municipalidad Provincial del Santa dictó una ordenanza que mandaba el traslado de las fábricas a la nueva zona industrial, quedando grandes espacios industriales vacíos dentro de la ciudad. Viendo eso, nos pareció muy importante plantear un nuevo uso para esos espacios industriales abandonados que tenían una ubicación privilegiada frente al mar. Además, las fábricas siempre han estado presentes en el desarrollo de Chimbote, desde el boom pesquero en los años sesenta y setenta.

Ximena: Durante la carrera desarrollé muchos proyectos en Lima y tenía ganas de diseñar una propuesta arquitectónica en otro departamento. Así que, cuando Alessandra me propuso realizar nuestro proyecto en Chimbote, me interesó mucho la idea. Una vez conformado el equipo, decidimos realizar una primera visita. Tras recorrer Chimbote, percibimos que no existía relación entre las personas y el mar, debido a que muchas fábricas inoperativas se emplazaban frente al mar y generaban mucha contaminación. Tuvimos la oportunidad de conversar con varios habitantes, quienes nos transmitieron sus ganas de disfrutar de las playas. Estas razones nos incentivaron a proponer un proyecto sensible no solo con el medio ambiente, sino también con sus habitantes, y poder devolverles esa relación perdida entre el mar y la bahía.

¿Cómo fue su primer trabajo de campo en Chimbote?

Ximena: En nuestra primera visita, recorrimos Chimbote para nutrirnos de la cultura de sus calles e identificar oportunidades de intervención. Además, tuvimos la oportunidad de conocer y conversar con varios colectivos, los cuales nos proporcionaron información muy interesante. Uno de ellos, el colectivo Chimbote de Pie, llamó nuestra atención especialmente, ya que agrupa a personas de diferentes edades y aficiones por un mismo objetivo: luchar por la limpieza de la bahía de Chimbote. Entendimos cuán importante era que la población recuperase el vínculo con la bahía y su paisaje. Uniendo todas nuestras ideas, decidimos que podíamos aprovechar las fábricas que actualmente se encuentran en desuso para activarlas y que estas actúen de manera positiva con el entorno para fortalecer la identidad chimbotana y la memoria colectiva.

¿Se enfocaron en un problema en particular?

Alessandra: Chimbote tiene varios problemas que resolver y en arquitectura abordamos los proyectos desde distintas escalas. Por un lado, la bahía tiene once kilómetros de extensión, pero no cuenta con un paseo peatonal. Está contaminada, y el borde costero tiene una barrera física de basura que presenta mal olor. Por otro lado, en Chimbote hay solo un centro cultural que no satisface la demanda de la población. Esta es una ciudad rica en historia y con mucha cultura, pero los jóvenes y los niños no tienen dónde consumirlo ni experimentarlo. Otro tema son las fábricas en desuso. Cuando analizamos el tejido urbano, entendimos que estas fábricas son una especie de islas desoladas, son parte de la ciudad, pero no aportan a las dinámicas urbanas y acentúan la inseguridad de la zona y del borde costero.

¿Cuál fue su propuesta frente a todo esto?

Alessandra: Nuestro proyecto es una fábrica cultural, un equipamiento que responde a los problemas mencionados. Parte de un plan de reactivación cuya idea es dotar de un nuevo uso a las once fábricas que están inoperativas, contribuyendo a la regeneración de la zona. Además, era necesario plantear la conexión con la bahía a través de la creación de un espacio público, como un malecón, para conectar el proyecto con los once kilómetros de la bahía. Por un tema de tiempo, elegimos plantear el trabajo solo con una de las fábricas: una fábrica pesquera donde antes se elaboraba harina y conserva de pescado. De ese espacio, decidimos reciclar los elementos que son parte del imaginario colectivo industrial, como los tanques y las piezas pequeñas, así como los galpones, que son espacios que albergaban actividad, y el muelle, que es nuestra principal conexión física con el mar. El proyecto funciona arquitectónicamente como un sistema de espacios servidos y servidores, es decir, unos alimentan a otros en analogía con el funcionamiento de la fábrica. Así, los galpones albergan las actividades culturales y los tanques el programa complementario, como baños y depósitos.

Ximena: Con respecto a la propuesta arquitectónica, podíamos abordar el proyecto de dos formas. Una de ellas era prescindir completamente de la fábrica y desarrollar una propuesta que no tuviera nada que ver con la arquitectura industrial ni con los tanques y galpones existentes. Es decir, una propuesta ajena a la arquitectura actual. La otra posibilidad era rescatar los elementos existentes para desarrollar una propuesta a partir de ello. Definitivamente, coincidimos en que la segunda opción tenía mayor valor y de esta manera podíamos otorgarle un sentido positivo a un factor que actualmente se percibe como negativo (las fábricas). Además, consideramos que esta arquitectura industrial forma parte del imaginario colectivo de sus habitantes y era importante generar un proyecto que reforzara un vínculo de identidad entre la ciudad y sus pobladores.

¿Qué es una fábrica cultural?

Alessandra: Nos referimos a un espacio industrial donde se produce y difunde cultura. Decidimos llamarla fábrica cultural porque es importante rescatar el valor que tienen las fábricas para Chimbote, por su valor industrial, histórico, social y cultural. El nombre ayuda a acentuar todavía más los espacios industriales en la memoria colectiva de los chimbotanos.

¿Cuánto tiempo les tomó hacer la investigación?

Ximena: La primera etapa duró cuatro meses y culminó con nuestra graduación como bachilleres. Luego desarrollamos en profundidad el proyecto para obtener el título de arquitectas, que duró un año y ocho meses.

¿Cómo se han ido relacionando con los pobladores?

Alessandra: Inicialmente nos pusimos en contacto con personas, colectivos, arquitectos chimbotanos y personal del Centro Cultural Centenario. Hicimos varias entrevistas para entender las distintas opiniones. También fuimos a la Fiesta de San Pedrito, y fue en ese momento cuando entendimos a cabalidad la cultura chimbotana, porque es ahí donde se ve esta mezcla de culturas, de la costa y sierra de la provincia del Santa. Todos guardan respeto por San Pedro, que es el patrón de los pescadores. Durante la fiesta, la imagen de San Pedro sobre un barco parte de la iglesia principal y llega al malecón. Acompañan la fiesta los bailes típicos y lo mejor de la gastronomía lugareña, mientras los chimbotanos se reúnen frente al mar. Este es el momento de vínculo con el mar más fuerte que tienen los chimbotanos, pero ellos no se han dado cuenta de lo potente que es. Por otro lado, hicimos también una encuesta con alumnos de un colegio de la zona de La Florida, que está cerca de las fábricas. Los estudiantes nos sorprendieron con sus respuestas. Algunos no tenían mucha noción de las fábricas y a otros sus padres les habían contado que la fábrica representaba trabajo y dinero, mientras que para otros era simplemente un lugar que no les interesaba ni podrían visitar por ser peligroso.

¿Están satisfechas con su trabajo?

Ximena: Definitivamente. Han sido años de esfuerzo y no podemos estar más orgullosas con el resultado. Ahora venimos trabajando en la difusión del proyecto a través de las redes sociales. Por medio de estas plataformas, logramos participar en diferentes conversatorios e incluso hemos tenido un pequeño acercamiento con la municipalidad. Nuestro sueño es ver la fábrica construida, así que queremos exponer nuestro proyecto y unir esfuerzos para hacerlo realidad. Para lograrlo, consideramos fundamental involucrarnos con la población para consolidar un equipo de participación ciudadana y empezar por pequeñas acciones que tengan gran impacto.

Haber ganado el segundo puesto en la Bienal Internacional de Arquitectura de Lima 2021 les ayuda mucho a hacer realidad el proyecto.

Ximena: Sí, por supuesto. El hecho de que arquitectos internacionales reconocieran nuestra tesis entre las mejores del Perú nos ha dado una satisfacción aún mayor. Es momento de aprovechar este reconocimiento y lograr un acercamiento con entidades que permitan llevar a cabo el proyecto. Sabemos que no es un proceso sencillo, pero tenemos todas las ganas de hacerlo y cumplir nuestro sueño.

Alessandra: Postulamos nuestro proyecto en la categoría de edificios. Recibimos un correo avisándonos que habíamos quedado finalistas, entre los tres primeros puestos. Y a los pocos días fue la premiación, fue emocionante. Desde que empezamos el curso Proyecto de Arquitectura X, queríamos que este proyecto no acabara con el título. Pensábamos que, si de verdad queremos transformar nuestras ciudades a través de la arquitectura, nuestro proyecto tendría que hacerse realidad y tenía que involucrar a la población. Por eso, creamos una cuenta en Instagram y Facebook: @lafabricadechimbote, donde hemos ido contando el proceso arquitectónico urbano y la gente ha dejado comentarios como “Qué increíble que esto pueda haber en Chimbote en algún momento”. Cosas así nos motivan mucho. Además, a mí misma, como chimbotana, me encantaría tener un espacio frente al mar donde poder apreciar una bahía con una isla blanca y reconocer mi cultura chimbotana.

¿Qué han hecho desde que se titularon?

Alessandra: Desde que salí de la Universidad, trabajé en la Municipalidad del Rímac, en la Gerencia del Centro Histórico y Relaciones Internacionales, luego en la Dirección de Patrimonio Cultural en el Ministerio de Cultura. Después cofundé Impostergable, una oficina de ciencia de ciudad, junto con tres amigas de la Ulima. También cofundé i’mappin, que es una plataforma urbana inteligente. Desde el 2020, soy jefa de prácticas en la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima.

Ximena: Desde mi etapa universitaria trabajé en distintos estudios de diseño y también para el Instituto de Investigación Científica de la Universidad. Luego empecé como asistente de proyectos en Charcoal Arquitectura, donde veíamos diseño de viviendas unifamiliares y multifamiliares. Más adelante, estuve en Vértice Arquitectos y reforcé mis conocimientos sobre el diseño de viviendas. Posteriormente, trabajé en Inmobiliaria El Pino, desarrollamos habilitaciones urbanas y, finalmente, entré a formar el equipo de Atelier Reusche + Reyna, donde me encuentro actualmente.

¿Qué les pareció la Carrera de Arquitectura en la Universidad de Lima?

Alessandra: Creo que la carrera es bastante completa y el perfil que mostramos como egresados también. Nos forman en todas las facetas en que se puede desenvolver un arquitecto. Fortalecemos lo aprendido en diseño arquitectónico, con la parte urbana, de gestión, construcción y comunicación. Podemos adaptarnos a diferentes situaciones laborales. Además, llevamos a cabo muchos trabajos que nos permiten entender el territorio y las ciudades en su contexto.

Ximena: Estoy de acuerdo con lo que dice Alessandra. La Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima es muy completa y nos forja sensibilidad social a través de los proyectos, a fin de mejorar la calidad de vida de las personas. Es una carrera que incentiva el trabajo en equipo desde los talleres básicos, donde tenemos la oportunidad de formar grupos de trabajo con estudiantes de diferentes ciclos. Además, la carrera tiene un enfoque de gestión muy marcado que nos permite complementar los proyectos con la realidad política y económica. De esta manera podemos diseñar un proyecto realizable y acertado económicamente.