Cadenas de suministro con impacto social

Una cadena de suministro debe operar sin contratiempos para que el producto o servicio ofertado al público no se vea alterado. Durante su desarrollo, además, es necesario verificar el compromiso y la satisfacción de cada persona involucrada en el proceso.

Este tema fue abordado por Maggie Aquino, digital operations manager del Grupo Big en Brasil, durante el webinar “Logística del futuro. Más puentes y menos silos. Cómo desarrollar cadenas de suministro con impacto social”, organizado por la Maestría en Dirección de Operaciones y Proyectos de la Universidad de Lima.

¿Qué aspectos están inmersos al interior de una cadena de suministro socialmente responsable?
En una cadena de suministro socialmente responsable hablamos de personas y sus desarrollos profesionalizando procesos. No tomamos ventaja frente al desconocimiento. Ejercemos el rol de desarrollo en los espacios donde operamos. No hablamos de logística sin mencionar, por ejemplo, la emisión de gases como el dióxido de carbono (CO2). Tampoco tenemos un área de compras sin pensar en los productores rurales. Afectamos mucho la realidad que tocamos y somos nosotros quienes elegimos si contribuir o no. Por eso, pienso que esta es una responsabilidad del profesional de la cadena de suministro, quien diseña y ejecuta la mejor estrategia posible.

¿Cuáles son los desafíos al establecer una cadena de suministro social del campo a la ciudad?
El primer desafío es tener responsabilidad. Se empieza mapeando cuán compleja y atomizada está la cadena, y determinando si se trata de una cadena o de una red. Me gusta más hablar de redes de suministros porque son más complejas y tienen muchas más conexiones. Para entenderlas, en general, se requiere mucho trabajo de campo: viajar del punto A al punto B, hablar con la gente, entender cómo es el proceso, ponerse en el lugar del comprador y del vendedor. Con toda la información recabada decidimos el resultado que queremos en relación con la velocidad de entrega, costos, márgenes, etcétera.

El segundo desafío es influenciar, convencer a las personas involucradas para que ese resultado ocurra. Es todo un reto porque implica un cambio en una sociedad que ve en la agricultura una de sus principales actividades económicas. Básicamente, se trata de modificar una cultura e incentivar a las personas a trabajar de forma diferente.

El tercer desafío es la disponibilidad logística. Conseguir vehículos y servicios logísticos socialmente responsables implica, en algunas ocasiones, desarrollar a los proveedores y enseñarles los procesos o los pasos que deberían seguir. Incluso, muchas veces, es ayudar a abrir empresas para que emitan documentación fiscal que les permita trabajar con nosotros.

El cuarto desafío es conciliar la oferta y la demanda. ¿Qué quiere comprar el consumidor que está en la ciudad? ¿Qué es lo que el productor rural quiere sembrar? Eso tiene que estar conectado. Hoy, por la complejidad de esa red, el productor no sabe qué quiere comprar el consumidor. Por eso, produce en función de la historia de su familia o de las posibilidades económicas de la compra de servicios. Esto nos lleva a un desbalance entre la oferta y demanda, cuyo impacto se ve reflejado en las ventas y los precios.

¿Cómo el modelo de la Triple Hélice aportaría al desarrollo de un país latinoamericano?
Creo que el modelo de la Triple Hélice, de colaboración estratégica entre empresas, universidad y gobierno, es fundamental en nuestra región. Antes, el ideal de un profesional era recibirse de la universidad y trabajar en una gran corporación. Sin embargo, hoy entendemos que la universidad no es el lugar en el que solo vamos a estudiar un pregrado o posgrado, y acaba la relación. El mundo es tan dinámico que, tal vez, lo que aprendimos ayer ya no sea válido hoy, y son las universidades, a través de su estructura, sus docentes y la investigación, las instituciones capaces de ayudarnos a entender mejor el futuro.

El capital del mundo corporativo actual reside en las grandes empresas y las startups. En este sentido, no sé si llamarla Triple Hélice o Cuádruple Hélice, porque son empresas muy diferentes en cuestión de tamaño. La importancia de este modelo radica en que el mundo es bastante incierto, no tenemos visibilidad completa de lo que está por venir y los profesionales tenemos la curiosidad de cómo contribuir a la sociedad. Y la forma de lograrlo, además de un trabajo formal corporativo, es interactuando con la universidad o con el gobierno; por ejemplo, en la forma de ONG que recibe algún aporte para una causa social.

Considero que las experiencias de cada uno de estos sectores son muy válidas para que, de forma cooperativa, resolvamos problemas. Además, creo que la Triple o Cuádruple Hélice puede ser fomentada desde la universidad. Después de todo, esta institución es la que forma profesionales que van para el gobierno o para las empresas privadas. ¡Es el nexo! Y no tiene un interés económico, sino que busca promover conocimiento. Esto, en la práctica, debería desembocar en una mejor calidad de vida para todos.

¿Han surgido nuevas oportunidades para los profesionales del área de operaciones?
En Latinoamérica diría que las nuevas oportunidades empezaron en julio de 2019. Antes de esa fecha, para los que somos del rubro de cadena de suministros, nuestra carrera estaba orientada a empresas de gran porte con amplias redes de producción, manufactura, logística y distribución. No había muchos más espacios. Pero, a partir de aquella fecha, las empresas de network base comenzaron a permear más en la economía. Con esto, se abrieron nuevas oportunidades en firmas de tecnología para profesionales de supply chain, pero de una forma más tímida y principalmente en startups.

Específicamente este año, en las áreas ya conocidas como retail, bienes de consumo y demás, hubo una supervalorización de la logística y distribución, y una necesidad de mayor resiliencia y creatividad para la manufactura, debido a la indisponibilidad causada por el decrecimiento del comercio internacional. En este momento bien extraño, donde las cosas suceden con un desfase muy corto de tiempo en todo el mundo, en Latinoamérica nos encontramos mirando a Europa para saber qué es lo que sucede con la segunda ola del nuevo coronavirus, a fin de saber cómo se están preparando. En este sentido, mi sugerencia es que abramos bien los ojos, porque podemos ser los creadores de nuevas oportunidades en áreas que, hasta ahora, no se han pensado.

¿Qué habilidades y conocimientos necesita todo profesional para aprovechar estas oportunidades?
La empatía es fundamental para hacer la lectura del consumidor y la demanda. Pero también el profesional precisa estar preparado. Debe ser bastante activo y un lifelong learner. Estar siempre listo sin saber, incluso, para qué. En esas situaciones será necesaria la experiencia práctica. Tampoco hay que dejar de lado el ser resilientes, pues estamos trabajando con mucha incertidumbre, pocos recursos y, a veces, bajo presión.

Como no existe un precedente, no sabemos si algo va a funcionar o no. No tenemos un libro que podamos leer o una clase grabada para enfrentar esta nueva coyuntura. No siempre va a salir todo perfecto. Para aprovechar las oportunidades es importante documentar las experiencias. De esta manera, volviendo al tema de la Triple Hélice, iremos contribuyendo al conocimiento colectivo y, tal vez, alguien mucho más especializado pueda tomar esas vivencias y llevarlas a otro nivel para dar mayor difusión y que otras industrias puedan también adoptarlas.

¿Qué mensaje dejaría a los alumnos de la Maestría en Dirección de Operaciones y Proyectos de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima?
Que tengan esperanza y resiliencia. Estamos viviendo años intensos para las operaciones en general, de mucho esfuerzo y aprendizaje. Me gustaría que los conocimientos aprendidos en la Maestría en Dirección de Operaciones y Proyectos tengan impacto en la calidad de vida de los ciudadanos del Perú, Latinoamérica y el mundo. Es importante mantenerse activos en su network, compartir experiencias, acercarse a nuevas tendencias, a nuevas oportunidades. No siempre tiene que ser a través de trabajar en determinada empresa o ser parte de una startup.

Actualmente, existen muchas oportunidades, las cuales podemos conocer abriendo una aplicación y siendo shopper por un día en una startup, entendiendo cómo funciona. Pueden ser padrinos, madrinas, y dar consejos a quienes los necesitan para crear este puente entre la universidad y la empresa. Todo está en las manos del propio profesional, en la iniciativa que tenga. Para eso, se necesita un poco de esperanza, de automotivación, porque no siempre es fácil. La resiliencia es indispensable porque tenemos una carrera que requiere mucho de nosotros en el sentido físico y emocional. Personalmente, les deseo que tengan años llenos de desafíos y que compartan su experiencia del camino recorrido en la Escuela de Posgrado. Que eso no se quede solamente en el Perú, sino que salga para todo el mundo.