Joao Espinoza tiene más de treinta años de experiencia en gerencia y dirección de empresas, desde industriales hasta servicios de salud, seguros, agroindustria y minería. También se ha desempeñado como consultor de empresas en temas de planeamiento estratégico, valuación de empresas, prácticas de buen gobierno corporativo y coaching gerencial. Desde hace catorce años forma parte del grupo Navarro Grau, donde administra siete de sus empresas. Una de ellas es Grafipapel, en la que ocupa la posición de gerente general. Además, es miembro del directorio de cuatro empresas.
Joao es graduado de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima y comenta que uno de sus retos profesionales más grandes fue realizar el lanzamiento de la Tinka en solo cuatro meses. Actualmente, aparte de sus actividades laborales, está desarrollando dos emprendimientos tecnológicos.
¿Cuánto han cambiado sus rutinas de trabajo a partir de la pandemia de COVID-19?
Han cambiado de forma significativa. Estoy trabajando desde mi casa y voy a mi oficina tres veces por semana. En la actualidad uso varias herramientas tecnológicas para mantenerme conectado y tener reuniones de trabajo virtuales. El teletrabajo es un paso importante en la evolución de los negocios y era inevitable. Se hubiera dado probablemente en unos cinco años o más, pero la pandemia aceleró el proceso de digitalización de las labores. Por otro lado, la dinámica del trabajo no solo gira en relación con los temas tradicionales de gestión, sino que ahora es necesario asignar una parte importante del tiempo al manejo de la crisis. Lamentablemente, algunos trabajadores se han contagiado de COVID-19, pero todos se han curado, gracias a Dios.
¿Qué produce Grafipapel?
Grafipapel lidera en el Perú la producción de sobres y fólderes manila, así como sobres con ventanita. Los fabricamos y vendemos a los bancos y empresas de seguros, y al público en general. Anteriormente he sido gerente general de Papelera Atlas, también del grupo Navarro Grau. Esta empresa fabricaba papel bond y el famoso bond tipo A con sello de agua que se usaba antiguamente para hacer las tesis y los documentos de calidad; pero tuvo que cerrar en el 2016, porque en ese entonces resultaba imposible competir con el papel que venía de China; y el manejo de esa crisis originó Grafipapel, cuya labor no es fabricar papel, sino procesarlo, adaptándonos a las nuevas circunstancias.
¿Cómo les ha afectado la crisis económica?
Las ventas se han reducido significativamente, pues hay un menor consumo de estos productos, así que el reto ahora es adaptarse a las nuevas condiciones, sobrevivir y salir adelante.
Eres miembro del directorio de algunas empresas, ¿cuáles son?
Así es, soy miembro del directorio de cuatro empresas, dos de las cuales pertenecen al Estado peruano. Una es Servicios Industriales de la Marina (Sima Perú), principal astillero del país, donde se construyen buques y embarcaciones, se brinda mantenimiento, se repara y moderniza tanto a las unidades de la Marina de Guerra del Perú como a las del sector privado nacional y extranjero. Es una compañía con más de mil quinientos trabajadores, que cuenta con un astillero en el Callao, otro en Chimbote y uno en Iquitos. La otra empresa es la Fábrica de Armas y Municiones del Ejército (FAME), dedicada al desarrollo, fabricación y comercialización de sistemas de armas y municiones para las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y particulares. En ambos casos soy director designado por Fonafe, entidad gubernamental que dirige y administra las empresas del Estado, como el Banco de la Nación, EsSalud, las empresas de electricidad, agua, hidrocarburos, etcétera. Es un holding empresarial del Estado peruano. Además, soy director independiente de una clínica privada, que es la segunda más grande en Piura y pertenece al grupo Carita Feliz. La junta general de accionistas, compuesta por un grupo de notables médicos empresarios de Piura, buscaba a un director independiente que actuara desde un punto de vista profesional y no vinculado con los accionistas, lo cual forma parte de las prácticas de buen gobierno corporativo que están implementando. Finalmente, soy miembro del directorio de Grafipapel y, por otro lado, tengo dos emprendimientos en camino.
¿De qué se tratan esos emprendimientos?
Son emprendimientos tecnológicos. Uno es la empresa Somlab, en la que hemos elaborado un software de desarrollo personal y automotivación. Funciona mediante la repetición eficiente y automática de afirmaciones positivas en la pantalla de la computadora, las cuales se activan mientras uno trabaja. Estas afirmaciones ayudan a reprogramar la mente y a cambiar pensamientos antiguos que nos hayan podido ocasionar situaciones o experiencias que no se desea repetir. El otro emprendimiento es con la empresa Conncit, donde trabajo junto con mi hijo, y se basa en su tesis de grado para la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima. Estamos desarrollando una aplicación para celulares que resuelve el problema de la falta de estacionamientos. Por ejemplo, si estoy en San Isidro, me aparecen en la pantalla los estacionamientos de casas particulares cuyos dueños permiten usarlos, teniendo la seguridad de que quien ingresa a su cochera está registrado, identificado y tiene una tarjeta de crédito. Esta aplicación, que se llamará Parkhoo, es una especie de combinación de Airbnb y Uber, y está en pleno desarrollo.
¿Cuál consideras que es el requisito fundamental para hacer un buen trabajo?
Tener un buen equipo es fundamental para hacer las cosas bien. Gracias a Dios, he podido armar buenos equipos; considero que ese es el gran reto que todo gerente o empresario debe lograr, un equipo de trabajo que funcione realmente como tal, pues de lo contrario uno se vuelve un caudillo solitario, lo cual no es conveniente en el mundo empresarial.
¿Cuáles son los retos más importantes que has asumido en tu trayectoria profesional?
He tenido varios y de todo tipo, dependiendo de la época y el estado de mi desarrollo profesional. Al terminar de estudiar en la Ulima entré a practicar en Lentes Ambientales, una empresa que ya no existe. Fue la primera en fabricar cristales con medidas en el Perú. Recuerdo que en ese tiempo reportaba directamente al gerente general, no había otro ingeniero en la empresa, por lo que no tenía de quién aprender. Me tocó implementar prácticas de ingeniería solo, sin que nadie me orientara o dirigiera. Ese fue un reto grande, sin duda. Muchos años después, con un MBA y una experiencia más consolidada, asumí el reto de lanzar la Tinka. Me contrataron los dueños en una etapa en que tenían la idea del negocio en un papel. Fue un gran desafío, porque era algo totalmente nuevo que debía funcionar en solo cuatro meses. Yo consideraba que se necesitaba por lo menos un año, pero acepté el encargo y lo logré.
Sin duda, otro reto importante fue reflotar Finisterre, la organización funeraria más grande del Perú, pero que colapsó en la época de CLAE. En ese momento la Conasev la intervino pensando que era una pirámide, así que el dueño de Finisterre me contrató para elaborar y presentar la sustentación técnica de que no era así. Finalmente, luego de un arduo trabajo técnico actuarial pude demostrar que Finisterre no era una pirámide y, como producto de esa demostración, me pidieron que ocupase la gerencia y reflotase la empresa. Luego participé en la compra de Finisterre por parte de MAPFRE, la compañía de seguros más grande del mundo de habla hispana. Esos son los retos más representativos que recuerdo haber asumido en mi carrera. A lo largo de treinta años me queda la sensación de que he podido hacer algunas cosas mejor, pero estoy satisfecho con lo que he logrado.
¿Tienes algún pasatiempo para manejar el estrés?
Me gusta leer libros sobre física cuántica y practico la meditación trascendental desde hace más de siete años. Medito treinta minutos todos los días. La meditación es una práctica muy saludable y útil, me permite manejar el estrés propio de las labores profesionales que desarrollo. Manejar siete empresas, ser director de otras cuatro y llevar adelante dos emprendimientos no dejan de ser labores estresantes, y si no meditara diariamente, no podría con esa responsabilidad.
¿Cómo recuerdas la Universidad de Lima?
Ingresé a la Universidad de Lima en 1978 y terminé mis estudios en el 83. En esa época solo existían los edificios A, B, C y D. La Universidad tenía un nivel académico muy alto y muy buenos profesores, y veo que se mantiene así a través de mis hijos, quienes también han estudiado ahí. Mi hijo siguió Ingeniería Industrial, y mi hija, Marketing, y ambos se graduaron en el primer puesto de sus promociones. Recuerdo con gran cariño mi etapa universitaria, como alumno y como profesor. Dejé la docencia en un momento en que la labor profesional no me concedía mucho tiempo. Mucho de lo que aprendí me permitió desarrollarme profesionalmente. El ingeniero industrial Ulima tiene una formación muy equilibrada, que le permite no solo desempeñarse en una planta, sino también en la parte gerencial.