La movilización de la ciudad al campo

Más de 160.000 personas que habitaban Lima han buscado refugio en sus pueblos de origen, en el interior del Perú. El historiador Juan Luis Orrego, docente del Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima, analiza este fenómeno y recuerda cómo era y qué pasó con nuestra capital cuando fue azotada por la peste en 1903, y por la epidemia de la fiebre amarilla, en 1868. También comenta sobre los últimos días del Imperio Romano, cuando los pobladores abandonaron la ciudad, que fue escenario de guerras e invasiones.

¿Qué reflexión le suscita el hecho de que una parte de los peruanos que habitaba la capital esté retornando ahora a sus pueblos de origen?
Para empezar, este no es un fenómeno masivo. Cuantitativamente, no son muchas las personas que salen de la ciudad hacia el interior del país. Por lo que he leído, son entre 160.000 y 170.000 personas las que se desplazan. Es un problema reactivo. Por lo que sabemos, viajan por una necesidad de pasar esta etapa con sus familias, debido a que han perdido el trabajo o a que estaban en Lima de paso y la cuarentena les tomó por sorpresa. Lamentablemente, por una cuestión de gestión administrativa, por las limitaciones del Estado, quienes debían trasladarse a otros departamentos no han contado con ayuda. Al ver las imágenes de la gente varada, dispuesta a recorrer enormes distancias en busca de ayuda, la mayoría ha puesto su atención en el presidente y sus ministros, pero no olvidemos: ellos no son todo el Estado. Hay otras autoridades que también son ejecutivas y cuentan con presupuesto para actuar. Me refiero a los gobiernos regionales y a las municipalidades, que en esta situación de emergencia que vive el Perú no han reaccionado a la altura de las circunstancias.

Muchas personas también se han quedado varadas en otros países.
Efectivamente, eso ha pasado, y el Estado peruano, a través de su Cancillería, puede apoyar a los aproximadamente veinte mil peruanos que se han quedado en el extranjero, la mayoría en una situación precaria, porque además de no tener dinero, la mayoría no tiene amistades ni parientes que les den una mano para superar esta situación.

¿Cree que a lo largo del año se sigan dando estas movilizaciones al interior del país?
A lo largo del año se van a resentir mucho los puestos de trabajo y más personas se van a quedar sin trabajo, de manera que este fenómeno va a continuar. Pero se dará de manera gradual, no como actualmente, en que la reacción es explosiva. Ahora bien, unas personas se están desplazando por motivos apremiantes y requieren ayuda, mientras que otras tienen la situación más controlada. Hay quienes han decidido realizar su trabajo o estudiar de manera remota fuera de Lima. Tengo alumnos que no están aquí: uno está en Cusco y la otra persona está más allá de Chosica. Como las clases son virtuales, pueden ubicarse en cualquier lugar, siempre y cuando tengan el apoyo técnico. Incluso hay jóvenes que estaban estudiando en el extranjero, han podido volver al Perú y ahora mantienen sus estudios a distancia en los programas de estas universidades extranjeras. Como digo, de todas las personas que se desplazan, hay un grupo que lo hace por una cuestión de supervivencia y requiere ayuda, otras no.

¿Qué pasará más adelante con aquellos que ahora han buscado refugio en sus pueblos de origen?
Se supone que la economía va a empezar a normalizarse a partir del próximo año. Por supuesto, esa será una normalidad nueva, distinta de lo que hemos conocido. La crisis va a seguir todo el 2020 y la economía comenzará a estabilizarse a partir del 2021. Habrá que esperar para ver qué sucederá. De repente esas personas decidan no volver a la capital, si encuentran algo que cubra sus expectativas; otros regresarán. No podemos aventurarnos a decir qué ocurrirá. Seguramente estará ocurriendo lo mismo en Piura, Trujillo, Chiclayo y otras ciudades del Perú que ya no ofrecen seguridad económica para todos. Este fin de semana han salido de Lima casi diecisiete mil personas. Calculamos que de las otras ciudades pueden estar trasladándose diez mil.

¿En qué otros momentos de la historia del Perú Lima ha resentido su peso demográfico?
Por ejemplo, durante las guerras de independencia. Estas afectaron la economía del país y, obviamente, la economía urbana de la capital, que siempre ha sido la principal ciudad del Perú, por lo menos desde la época de la independencia. Por los estudios históricos, se sabe que tras la independencia Lima perdió entre ocho mil y diez mil habitantes. La mayoría se fue al campo, sobre todo al norte chico y al sur chico. Después de la independencia, la economía se deprimió, no había trabajo. Por motivos de seguridad, las familias acomodadas que vivían en casonas de Lima prefirieron mudarse a sus haciendas, ubicadas en los valles de Chincha, Pisco, Cañete, lo que es ahora Chancay, Huacho, etcétera. El recurso de dejar la ciudad no es exclusivo de los sectores medios o pobres, también de las clases altas, aunque las motivaciones son distintas. Algo parecido, aunque poco estudiado, se dio posteriormente a la Guerra del Pacífico. Un porcentaje de la población abandonaba la ciudad por razones económicas o de seguridad y se iba a la pampa, básicamente.

¿Qué otras epidemias han atacado nuestro país, anteriormente?
Tuvimos una epidemia de peste negra entre 1903 y 1904. No hubo muchas muertes y lo que se aconsejaba en ese entonces era salir al campo a pasar el día, nada más. No hubo una fuga importante de gente. Por otro lado, la última epidemia registrada en Lima fue la de la fiebre amarilla, en 1868. Esa sí fue importante y, aunque se realizaron diversos estudios al respecto, no hubo uno que investigara si hubo una movilización de personas. Lo que sí se sabe es que fue la causa de la demolición de las murallas de la ciudad, con el objetivo de que circulara el aire fresco, pues se pensaba que la enfermedad estaba en el aire. Ahora bien, la idea de echar abajo las murallas no era nueva, se pretendía hacerlo para ensanchar las avenidas y para que la ciudad creciera, solo que la epidemia precipitó la decisión.

¿Qué medidas sanitarias se tomaron como consecuencia de la fiebre amarilla?
En esa época, prácticamente no se contaba con hospitales, los pocos que había provenían del Virreinato. Pero no eran hospitales en realidad, eran lugares donde uno iba a morir. Tenían una sola habitación grande y camas. Como consecuencia de esa epidemia, se decidió construir un nosocomio realmente moderno, el Hospital Dos de Mayo, que data de 1868. Por otro lado, la recomendación que venía de las grandes ciudades de Europa era que una ciudad debe contar con espacios amplios y parques públicos. Por eso se hizo el Parque de la Exposición, hoy llamado Parque de la Reserva. También se aconsejaba hacer avenidas anchas, alamedas, y sobre todo cañerías, para que el agua no circulara en forma de acequias, sino subterráneamente, a través de tuberías, porque la fiebre amarilla la transmite el mosquito y el agua empozada se convierte en un criadero de estos insectos. Claro que se construyeron muy pocas tuberías, pero fue el inicio para llevar el agua por tuberías subterráneas.

¿Recuerda en este momento algún episodio de la historia universal en que de una ciudad importante se hayan ido las personas en busca de refugio?
El caso más clásico de la historia es el que ocurrió en Roma en las últimas etapas del Imperio. La ciudad fue afectada por guerras e invasiones, el Estado ya no funcionaba y la gente se iba. La Roma de principios de la Edad Media era una caricatura de lo que había sido la Roma imperial, porque la ciudad simplemente fue abandonada a su suerte. Incluso las familias patricias, que eran la élite de la época, dejaron la ciudad y se fueron a refugiar al campo. Luego los patricios se convirtieron en los señores feudales. De todo esto tenemos mucha evidencia, porque hay documentos elaborados por gente que fue a Roma y vio todo lo que ahí pasaba. Era evidente para ellos que Roma ya no tenía el esplendor de antes. Ese es un caso muy interesante de la historia universal.