Javier Lizarzaburu podría llenar las páginas de un libro con los aportes realizados con aquella campaña que emprendió en solitario, hace diez años, en favor de nuestro patrimonio prehispánico: Lima Milenaria. Todo comenzó con un blog, luego continuó en el periódico y en un concurso fotográfico. Ese trabajo tuvo un impacto social y él se sintió contento por eso, porque su idea era abrirnos los ojos a la riqueza cultural de aquella Lima que se desarrolló antes de 1535.
Javier es coordinador de Información Pública en la UNESCO y comunicador por la Universidad de Lima. Antes de emprender viaje a Holanda, se tomó un tiempo para comentar algunas de las cosas que ha hecho.
¿Cómo empezaste el proyecto Lima Milenaria?
Un día escuché a un arqueólogo hablar de Lima antes de la llegada de Francisco Pizarro y eso me motivó a investigar, sobre todo en la arquitectura prehispánica, que tiene una riqueza sin igual en toda Latinoamérica. Empecé con un blog, con la intención de difundir los inicios de Lima Milenaria. Han pasado diez años desde entonces. En aquella época, hablar de las huacas no llamaba la atención de mucha gente, pero yo continué. Al cabo de un año, me llamaron de El Comercio y me plantearon que hiciera en el periódico eso mismo que hacía en el blog, aunque obviamente no era un tema de moda ni que llamara la atención de mucha gente. La propuesta me entusiasmó, me pareció que el tema podría adquirir visibilidad y legitimidad, ya que entraba a los días domingos, al cuerpo A del diario. Y nos fue muy bien. Tuvo consecuencias directas. Por ejemplo, en 2012, la alcaldesa Susana Villarán declaró oficialmente a Lima como ciudad milenaria y estableció por primera vez un presupuesto cercano al millón de dólares para la recuperación de huacas. Asimismo, el Ministerio de Cultura abrió un rubro dedicado a la recuperación de huacas de Lima, que hasta entonces no existía. Paralelamente, ocurrieron otros hechos que no podría decir si son una consecuencia directa de esta campaña, pero sucedieron durante esos años, y así, espontáneamente, fueron creciendo grupos, en la sociedad civil, que buscaban establecer lazos con sus sitios arqueológicos.
¿Qué querías lograr con ese trabajo?
Para mí, esto siempre ha sido un tema de ciudadanía. Lima no comenzó en 1535 con la fundación española. Lima ya tenía una historia muy rica para esa fecha, y el gran aporte de la cultura prehispánica a la ciudad lo aprovechamos hasta ahora: el desarrollo de canales hidráulicos. El arquitecto Juan Günther decía que este sistema de irrigación prehispánica era uno de los grandes trabajos de ingeniería hidráulica del Perú antiguo. Los canales más antiguos tienen cerca de 4.000 años, y la mayoría tiene alrededor de 2.000 años. Lima es un desierto, y aquí no llueve, entonces no debería haber nada verde, pero resulta que la tercera parte de Lima es alimentada por el canal Surco. Si bien hay lugares de Lima que ya no son verdes, eso es porque se destrozaron los canales. Lima es verde solamente por esos canales, gracias a ese regalo que nos dejaron los antiguos limeños. Haber tenido la suerte de identificar esos tesoros y compartirlos es algo que a mí me ha emocionado y estimulado. Nadie que sepa eso puede negar el vínculo y el grado de dependencia entre la Lima prehispánica y la Lima española.
¿Qué habría sido de Lima sin esos canales?
Günther decía que, de no haber sido por esa Lima prehispánica, que creó toda esa infraestructura urbana, esta ciudad sería un pueblito en el desierto. Pero no es así, Lima es una megaciudad de 10 millones de habitantes, en la que se hablan 30 de las 48 lenguas que hay en el Perú y donde unos canales milenarios todavía garantizan la sostenibilidad medioambiental. La campaña Lima Milenaria nos dijo: miremos hacia atrás, hacia el origen de la civilización limeña, y empecemos a contar todos esos momentos hasta el presente. A lo largo de la historia de Lima prehispánica, ha habido muchos hitos importantes y se han desarrollado distintas culturas. Lima Milenaria buscaba rescatar eso y permitirnos una mirada más completa sobre el lugar del cual venimos. Eso es lo que a mí me interesaba hacer, dar una mirada al pasado prehispánico y extender el panorama.
¿Cuánto tiempo se mantuvo tu blog?
Yo escribía todas las semanas hasta hace un año. Luego empecé a escribir cada dos semanas, y ahora prácticamente ya no escribo, pero se mantiene el concurso de fotografía, que se hace una vez al año, y probablemente este sea el último, porque ya me voy a Holanda y estando fuera es imposible organizarlo.
¿Qué instituciones te apoyan en este concurso y desde cuándo?
Ya son siete años del concurso y me apoyan el Ministerio de Cultura, la Cooperación Española, la UNESCO, el Museo de Sitio de Pachacamac, la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Perú y varias instituciones más. A todas ellas les escribo informándoles que estoy por organizar el concurso y les comento que necesito premios, y todas responden, me dan libros para regalar; y, al final, es un trabajo de continuar difundiendo, compartiendo el trabajo de otros, en una ciudad donde siempre nos falta memoria, donde hay tantos roces y dificultades. Aquí, la idea es encontrar puntos en común, alimentar los vínculos.
Además, eres coordinador de Información Pública en la UNESCO desde hace un año. ¿Cómo ha sido este año de trabajo?
Este es un lindo trabajo, porque me ha permitido reconectar con distintos aspectos de las comunicaciones, como la página web, las redes sociales, las producciones, y tener contacto con un equipo joven muy comprometido y talentoso, lo cual ha sido un buen estímulo para mí. Y he visto temas muy interesantes, no solo sobre patrimonio, también sobre educación y ciencias, y eso siempre te amplía la perspectiva.
¿Qué has podido ver que te haya impresionado?
He visto muchos proyectos que están transformando la vida de comunidades y mejorando sus condiciones de vida. Una de las cosas que me han motivado ha sido ver el trabajo en educación en comunidades indígenas, en sus propias lenguas, respetando sus tradiciones culturales y su identidad. Eso es algo relativamente nuevo y muy importante. Hemos producido algunos videos que han sido muy bien recibidos, porque cuentan una historia que muchas veces desconocemos. Otro tema muy importante es que la oficina de la UNESCO en Perú fue la catalizadora del tradicional concurso de la revista Caretas, El Cuento de las Mil Palabras. Convencimos a la revista de lanzar el concurso en las 48 lenguas indígenas del Perú. Para ello trabajamos en conjunto el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Educación, el Instituto de Radio y Televisión Peruana, la UNESCO, Caretas y la Fundación BBVA Perú. Fueron seis instituciones comprometidas con esta propuesta, con la idea de lograr que la gente se sienta empoderada de escribir en su propia lengua.
¿Dónde trabajabas antes?
Yo viví más de 20 años fuera del país. La mayor parte del tiempo trabajé en la BBC y he laborado en Londres, Washington y Miami. Considero que lo más valioso de esa época fue aprender una forma de trabajar y un código de comportamiento en periodismo. Por otro lado, estuve en plena época de la transformación digital, lo cual fue asumido por la BBC con mucha responsabilidad, pues se recogieron varios puntos de vista para analizar cómo nos sirve la tecnología, cómo la podemos usar, qué tiene eso que ver con la filosofía del trabajo, cómo podemos trabajar nuevos formatos, teniendo siempre en mente al lector o a la audiencia. Luego volví al país para conectarme con mis raíces, hice el proyecto Lima Milenaria, trabajé en El Comercio, ahora en la UNESCO, y ya estoy listo para volver a mi vida de antes, en Holanda, donde me espera mi pareja.
Finalmente, ¿cómo era la Universidad de Lima en la época en que tú estudiaste?
Yo recuerdo que en Comunicación estábamos los inconformes, los que peleábamos y exigíamos. Sin duda, esa fue una época inspiradora para mí, encontré maestros que me ayudaron, me enseñaron no solo a pensar, sino a entender a mi país de otra manera, a comprender la realidad con otros instrumentos. Ese ejercicio de abrir la mirada al estudiante es muy valioso, es como darle una riqueza que durará de por vida, porque esa forma de ver las cosas la vas a llevar a todos los ámbitos de tu existencia para tratar de entender todas las variables y tener un mejor impacto sobre quienes te leen, te ven y te escuchan.