La naturaleza como limbo fotográfico

Potentes sentidos simbólicos se desprenden de Los sueños del padre, exposición fotográfica de Cristias Rosas, egresado de la Carrera de Comunicación de la Universidad de Lima. La muestra se encuentra en exhibición en nuestro Centro Cultural hasta el 7 de diciembre. En ella, cada imagen alude a un umbral o limbo en el que confluyen lo que se va y lo que queremos retener. La exposición es un homenaje a Julio Hevia, psicoanalista y profesor de nuestra Casa de Estudios que falleció en 2018.

Una narración que inspiró los procesos creativos de estas fotografías fue el relato “La noche boca arriba”, de Julio Cortázar. Sobre este cuento, Cristias anota en el texto de introducción de la muestra:

“En aquel relato, el sujeto había entrado en un estado de sueño forzado, en la inercia corporal; y mientras eso sucedía, la realidad onírica poco a poco iba invirtiendo la realidad que lo rodeaba. Es mi deseo irrealizable acceder a ese territorio y responderme: ¿adónde sueña el padre que duerme?, ¿cómo es ese espacio al que van los que partieron?”.

Entre los espacios naturales elegidos por Cristias para plasmar sus visiones fotográficas figuran Pampa Tinajas, Pachacamac y Huayllay, en Perú; Itoshima y Yakushima, en Japón; y Villa Epecuén, en Argentina. Conversamos con él sobre esta exposición.

¿Cuán catártica es esta muestra?
Bastante. Es una forma de procesar el surrealismo de la muerte. La forma con la que la procesas hace que las nociones de lo que te rodea se desdibujen, como si el cerebro se ralentizara. Canalizar un suceso de tal sinsentido a través de lo que sé hacer, que es la fotografía, y de un proyecto que me tomó un año llevar a cabo definitivamente culmina con una sensación aliviadora.

¿El carácter metafórico estuvo desde el comienzo?
Hay fotógrafos que trabajan de manera muy documental. Es un estilo que yo admiro mucho, pero que no ha sido mi forma de proceder en esta ocasión. Para mí, el proyecto tenía que metaforizarse. Por eso menciono “La noche boca arriba”, de Cortázar, como el referente de un sueño forzado. Es lo que metaforizo en estas imágenes: yo en el lugar de esa persona que fue muy cercana a mí. Al ser un espacio no físico, lo que hace la fotografía es darle fisicidad: es mi limbo, mi estado liminal, un portal entre la realidad y ese estado del que no sabemos nada y al que me acerco mediante las imágenes.

La muestra está dedicada a Julio Hevia. ¿Cómo fue tu vínculo con él?
Fue una voz a la que yo seguí mucho. Fue un amigo al que, aparte de los cebiches, los partidos del Perú y la pasión por Maestra vida, le debo buena parte de quién soy intelectualmente. Fue una persona que siempre apoyó mis proyectos fotográficos. Todos ellos han contado con un texto escrito por él.

¿Este proceso creativo fue una búsqueda abierta o lo encaraste con referencias específicas?
Era bastante concreto lo que buscaba: una naturaleza sin rastros de urbanidad. Evité caer en el gran riesgo de la foto postal. Tenía claros tres aspectos: mi motivación, la potencia de las locaciones y el uso de la técnica fotográfica de la larga obturación en el día, lo que me permitió restarles realismo a las fotografías.