Más allá del derecho en el negocio minero

Un viaje a Quillabamba, Cusco, le reveló a Diego Ortega su pasión por el derecho minero, lo llevó a conocer el trasfondo social y medioambiental de este negocio y le hizo comprender la responsabilidad que tienen todos sus actores de darle sostenibilidad en el tiempo.

Ha trabajado para importantes transnacionales mineras y actualmente es vicepresidente de Asuntos Corporativos de Anglo American. Asegura que el enfoque empresarial de la Carrera de Derecho en la Universidad de Lima le ayudó mucho en su desarrollo profesional.

¿Cómo te especializaste en temas mineros?
Empecé en estos temas al hacer prácticas en el Estudio Muñiz. En esa época, la empresa Chevron vino al Perú y necesitaba hacer una línea de base en el lote 62, en Quillabamba, Cusco. Como buen practicante, avezado, me interné en esa localidad unas 2 semanas: fue una experiencia espectacular. Me dediqué a levantar información y, por primera vez, escuché sobre grupos de interés, rutas de acceso, negociación de tierras, ONG, actividades extractivas, etcétera. Interactué mucho con comunidades, autoridades locales, representantes de ONG, y me gustó mucho el trabajo de campo. Cuando regresé a Lima, me encantó ser parte del equipo, como parte del estudio de abogados, que realizaba la evaluación de riesgos y el análisis del proyecto. Comprendí que yo quería tener oportunidades de trabajo en el campo y otras oportunidades para dedicarme a los temas corporativos, y tuve la suerte de poder seguir trabajando de esa manera en algunos proyectos.

¿Qué implica el trabajo de campo para un abogado minero?
En ese entonces eso significaba para mí analizar los temas extractivos, ambientales, asuntos vinculados al agua, pero siempre entendiendo el negocio para poder identificar diferentes oportunidades, pues de esa manera un abogado puede agregar valor y aportar al desarrollo de un proyecto mucho mejor que uno que simplemente ofrece un análisis y recomendaciones sobre la base de una norma. Ubicarse en el negocio da una perspectiva muy interesante. También tuve la oportunidad de trabajar en Cofopri y confirmé mi interés profesional. En ese momento, el Banco Mundial financiaba proyectos de formalización de la propiedad informal, lo que me llevó a conocer aspectos vinculados a la relación con el Estado, a entender y conocer asuntos regulatorios y, sobre todo, temas de desarrollo. Mi labor consistía en trabajar en la parte legislativa, pero también en el campo, con asociaciones de mercado, asentamientos humanos, organizaciones de base. Esa fue, otra vez, una experiencia de trabajo de campo que incluía un análisis de todo el proyecto, el punto de vista del gobierno, el del Banco Mundial y diferentes iniciativas que pudieran cumplir con las metas de formalización.

¿Dónde trabajaste después de Cofopri?
En el Estudio Grau. Tuve la oportunidad de participar en el desarrollo de proyectos mineros desde el tema legal, pero también social y de desarrollo. Me tocó realizar alianzas con autoridades regionales y municipales, identificar oportunidades y llevar a cabo sinergias. Luego me fui a hacer la Maestría en Derecho Internacional de la Escuela de Leyes de la Universidad de Duke [Estados Unidos].

¿Qué hiciste al volver al Perú?
Trabajé en Osterling Abogados y empecé a liderar equipos de trabajo y áreas con una idea muy clara: el hecho de ser abogado te da muchísimas ventajas para trabajar en temas sociales y de desarrollo ambiental que permiten participar en negociaciones con el gobierno e identificar, a nivel macro, riesgos para un proyecto de inversión en un país. Así es como, a través de esta firma de abogados, trabajamos diferentes temas con muchas empresas extranjeras.

¿Qué aportes recuerdas que hiciste en esa época?
Abrí el Área de Tierras y formamos un equipo de negociación en el que los abogados podían proyectarse mucho más allá de un acuerdo de corto plazo. Las tierras son el activo más importante para desarrollar un proyecto minero: si no tienes la tierra, no puedes llevar a cabo el proyecto. Paralelamente a este punto, es muy importante darle seguridad a la comunidad de que vas a hacer un buen trabajo y de que este va a ser sostenible. Para mí fue sumamente importante esa experiencia.

¿Cómo fue para ti trabajar en Cajamarca y luego en Australia para Gold Fields?
Fue genial. Estuve en Gold Fields un poco más de siete años, dos de estos en Cajamarca con mi familia. Al regresar a Lima ocupé una posición más corporativa y luego me propusieron ser vicepresidente en Australia de Sostenibilidad y Asuntos Corporativos, Crecimiento y Proyectos Internacionales, así que nuevamente nos tocó mudarnos con la familia. El área se encargaba de todos los proyectos a nivel mundial, desde las exploraciones hasta la construcción de los mismos. Fue una linda experiencia, pude viajar mucho, conocer otras realidades y desarrollar proyectos mineros en Finlandia, Filipinas, Sudáfrica, Canadá, Argentina, Chile, Perú, etcétera.

Entonces, era como entrar a un trabajo nuevo cada vez.
Exactamente, pero la Universidad de Lima te forma con un perfil empresarial, lo que te da el aplomo y la confianza necesarios para ser parte de una organización internacional.

También has vivido en Estados Unidos.
Cuando trabajé en Rio Tinto me enviaron a Arizona por dos años o un poco más. Es una realidad distinta y fue una experiencia muy interesante porque es un país de primer mundo con una visión distinta. Luego traje esa experiencia al Perú.

¿Cuál es la posición de Anglo American en el Perú?
Anglo American es una empresa global que tiene la mayor inversión minera en el Perú. Quellaveco es uno de los yacimientos de cobre más grandes del mundo y es la mayor inversión minera en los últimos años en nuestro país. La inversión que llevaremos a cabo ahí es de 5.300 millones de dólares, monto que no solo tendrá un alto impacto en la región, sino en todo el Perú.

En todos tus trabajos has tenido una participación destacada en lo social. ¿Por qué?
Creo que el aspecto social siempre es lo más sensible y es un factor que puede convertirse en el riesgo más alto o en la oportunidad más importante en todas las empresas mineras. Sin embargo, paralelamente a este tema que trabajo con prioridad, tengo otros de gran importancia como el manejo de las relaciones externas con el gobierno y con nuestros accionistas, los permisos, licencias y estudios ambientales, y la estrategia de comunicación.

¿Te sientes a gusto con el rumbo de tu carrera?
Me siento fascinado y muy contento. Además, estoy orgulloso de trabajar en esta posición en Anglo American, una de las empresas más grandes del mundo, cuya mayor inversión hoy día está en el Perú. Me siento muy contento, con muchas ganas de seguir implementando lo aprendido en otros proyectos y en otras operaciones, y me esfuerzo por seguir aprendiendo con humildad.

¿Qué es lo que más te ha asombrado de todo lo que has visto en los diferentes países donde has trabajado?
Hay muchas cosas que me han asombrado. Una de estas ocurrió en Finlandia, en un proyecto que teníamos en Rovaniemi, al norte de Helsinki, pues allí vi un respeto enorme a la autoridad. Las organizaciones alrededor de un proyecto minero respetan mucho la decisión de la autoridad ambiental; tienen mucha confianza respecto de sus autoridades. Eso es algo que anhelo para el Perú. Por supuesto, también me han asombrado algunas culturas como la de Mongolia, completamente distinta a la nuestra, donde se desarrolló una civilización impresionante y de grandes guerreros como Gengis Kan. Ellos se sienten muy orgullosos de su pasado. He conocido realidades sumamente interesantes que han alimentado mi experiencia.

¿Qué características personales crees que le aportas a tu trabajo?
Escucho mucho a las personas con quienes trabajo y a las personas con las que me relaciono. Fomento el respaldo al tema de género y pienso que las personas necesitan estar cómodas en su trabajo; por eso, nos preocupamos por que tengan un buen balance entre su familia, su tiempo personal y el trabajo. La única manera de lograr esto es con un equipo muy unido y de mucha confianza.

¿Qué podrías contar acerca de tu experiencia en la Universidad de Lima?
Me siento muy orgulloso e identificado con la Universidad, no solo porque me dio la base y las herramientas para convertirme en profesional, sino porque desarrolló en mí la seguridad y la confianza de que puedo hacer las cosas bien. Eso ha sido muy importante en mi carrera, porque me ha permitido asumir diversas responsabilidades en distintas corporaciones y ocuparme de temas que van más allá de mi carrera. Además, en la Ulima hice amistades espectaculares y de larga data. Recuerdo que empecé a hacer prácticas cuando estaba en Estudios Generales y que, cada vez que necesité viajar por trabajo, conversaba con los profesores y ellos me ayudaban adelantando o retrasando una fecha de examen o una entrega de trabajo. Me sentí sumamente respaldado por mis profesores, siempre; por eso, los valoro mucho.