Lo han llamado la “joya del atletismo peruano” y no es para menos. Arturo Chávez Korfiatis tiene el récord nacional en salto alto (2,31 metros) y nos representa exitosamente en diferentes competencias internacionales, incluyendo las Olimpiadas de Río en el 2016.
Además, sumado a sus logros en el atletismo, está su anhelo de elevar el nivel del deporte peruano en general, en todas las disciplinas. Para ello se ha trazado la meta de trabajar en el Instituto Peruano del Deporte (IPD), y nosotros no dudamos de que lo logrará: es egresado de Administración de la Universidad de Lima y estudió una maestría en Gestión del Deporte en Inglaterra; tiene las ideas claras y está equipado con la disciplina, la experiencia y la pasión necesaria para lograr su objetivo. ¡Sigue así, Arturo!
¿Qué deportes has practicado, aparte del atletismo?
Desde chico he practicado diferentes deportes, como karate, natación y básquet. Un profesor de educación física del colegio me vio condiciones para el atletismo, así que me invitó a participar del entrenamiento, y yo acepté con el fin de mejorar mis habilidades en básquet. Cuando entré a la Universidad de Lima, decidí entrenar atletismo al 100 %. Esto fue en el 2018. Me gustó mucho y fui mejorando de manera progresiva.
¿Por qué dejaste el básquet?
No estaba muy desarrollado ese deporte en el país y se necesita un equipo completo para competir y ser buenos. El atletismo es un deporte individual, los resultados depende de ti mismo. Si uno salta más de 2,29 metros clasifica para las olimpiadas, sin importar qué tan desarrollado esté ese deporte en el país.
Precisamente, tú clasificaste para las Olimpiadas de Río. ¿Qué te pareció esa competencia?
Fue la competencia más grande e increíble en la que he participado. Había muchísimos espectadores y muchos atletas de diferentes países. Además, todos vivíamos en una villa y eso fue emocionante, porque conviví con deportistas de diferentes especialidades, con gente que había visto en la televisión y algunos en otras competencias, y podía compartir con todos un almuerzo o una conversación.
Tu récord nacional en salto alto es de 2,31 metros, en México, en el 2016. ¿Tú pensabas que podías batir esa marca?, ¿ya lo habías hecho en entrenamientos?
No, pues normalmente en las prácticas uno no salta, aunque eso depende del entrenador, de la estrategia, del tipo de entrenamiento que tengas y del atleta que seas. En mi caso, siempre rindo más en competencias y es natural, por la adrenalina, la motivación, el sentimiento de competencia.
Tú, que has tenido oportunidad de viajar a tantos países por tus competencias, ¿qué podrías comentar respecto de la gestión del deporte en lugares más desarrollados?
Lo que he podido ver es que el deporte funciona mejor en el extranjero porque es un negocio rentable, porque a la gente le gusta el deporte y va a ver las competencias pagando entradas para eso. Acá la gente prácticamente solo conoce de fútbol y ve un poco de vóley. No puedes esperar que al público le guste ver gimnasia rítmica, clavados o levantamiento de pesas si nunca han visto ni practicado esos deportes. Por eso, yo sostengo que el problema radica en la educación y la falta de facilidades para practicar diferentes deportes. Una vez fui a una ciudad pequeña de Alemania, llamada Eberstadt, donde se había organizado una competencia exclusivamente de salto alto, y me sorprendió mucho encontrar en la puerta del hotel a unas personas que esperaban la llegada de los saltadores con nuestras fotos impresas con la intención de que se las firmemos. Tenían como cuatro fotos mías y me comentaron que seguían mi carrera. Fue increíble; en el Perú no pasa eso.
Acá, cuando se le pide un autógrafo a alguien, esa persona pertenece a la farándula o al fútbol. ¡Qué diferencia!
Y no está mal, pero debería haber espacio para otras cosas también. Las empresas podrían apoyar el deporte como un acto de responsabilidad social. Además, deberían invertir pensando en el largo plazo. Así, poco a poco, se generaría interés por los deportes y los aficionados podrían ir a los estadios y pagar sus entradas. Fíjate, ver atletismo en el Perú es gratis, y con todo eso la gente no va. En otros países se llenan los estadios. Cada entrada cuesta aproximadamente 20 euros y hay descuentos para estudiantes, adultos mayores, etc. En el Perú, con apoyo económico, el nivel de todos los deportes mejoraría.
¿Qué más has visto que te ha llamado la atención?
Recuerdo haber ido a Colonia, en Alemania, donde se desarrollaba una conferencia de salto alto, con en un auditorio lleno de unos 1.500 asistentes. Yo pensaba que no iría mucha gente, pero me llevé esa sorpresa. Además, ves a mucha gente entrenando atletismo a manera de pasatiempo, no para competir. Si las empresas ayudaran y los medios de comunicación ofrecieran un espacio a los deportes, más allá del fútbol, podríamos tener mejores resultados en todos los deportes y eso podría ayudar a mejorar la cultura deportiva. Pero, si desde los colegios no se enseña a los niños a practicar diferentes deportes, es difícil. Los niños necesitan tener diferentes posibilidades para desarrollarse en distintas pruebas y en diferentes artes también; es un tema de oportunidades para que surjan los talentos y para generar una mejora en el estilo de vida.
¿Consideras que es difícil ser atleta en el Perú?
Sí, porque las personas que hacen atletismo necesitan entrenar muchas horas y descansar. Los deportistas de alto rendimiento no se pueden dar el lujo de entrenar y trabajar ocho horas diarias, porque así no podrían rendir bien ni clasificar para una competencia importante, como las olimpiadas.
¿Actualmente trabajas?
Solo me dedico a entrenar. Necesito concentrarme, entrenar muchas horas y descansar. Con un trabajo no podría. Mi meta está puesta en ganar los Panamericanos y no puedo distraerme con otras cosas.
¿Piensas ejercer tu carrera de Administración más adelante?
Más adelante pienso ejercer mi carrera, definitivamente. Como objetivo de largo plazo me he trazado la meta de trabajar en el Instituto Peruano del Deporte, para intentar cambiar la cultura deportiva en nuestro país. Conozco otras realidades y podría ofrecer mis aportes, como administrador y como gestor del deporte. El año pasado terminé una maestría en gestión deportiva, en Inglaterra. Coincidió con una lesión que tuve, que me obligó a hacer una pausa en el deporte. He visto muchas cosas que se podrían aplicar aquí.
¿Qué te pareció tu carrera de Administración en la Universidad de Lima?
Mi carrera me gustó bastante y aprendí muchísimo. Además, la Universidad me apoyó en los estudios: siempre que se me cruzaban los exámenes con las competencias, me permitían dar exámenes en fechas distintas. De hecho, yo elegí la Universidad de Lima por su apoyo a los deportistas.
¿Cómo ves el apoyo del Estado al deporte?
El Estado peruano es uno de los que más apoya a los deportistas. En otros países no se necesita tanto que el Estado lo haga o no porque intervienen las empresas. Como ejemplo, nuestro país tiene maratonistas muy buenas, que participan en todas las carreras organizadas por empresas privadas a fin de ganar un premio en efectivo. Hay un ecosistema que les permite obtener ingresos, pero no ocurre así con otras pruebas de atletismo.
¿Qué te parece el hecho de que se realicen los Panamericanos en Lima?
Es muy positivo. Va a ayudar muchísimo a que los atletas tengan un mejor lugar donde entrenar y es una oportunidad para que la cultura deportiva crezca en Lima. También es cuestión de que el IPD tenga una estrategia para que la gente vea los deportes, le guste y se motive a entrenar. Eso pasó en Colombia, después de los Juegos de Odesur, en el 2011: llevaron a cabo una estrategia muy buena y, más adelante, en el 2016, ganaron muchas medallas en las Olimpiadas de Río. El trabajo del IPD es promover el deporte, una tarea que se debe asumir con toda responsabilidad y seriedad para que el Perú pueda desarrollar una cultura deportiva.
¿Y crees que se está planeando una estrategia en este sentido?
No es visible, al menos por ahora. En Tokio, por ejemplo, las Olimpiadas se celebrarán en el 2020, falta un año y medio para eso, pero desde hace dos o tres años hay publicidad de los Juegos Olímpicos por todos lados en esa ciudad, no solo en el aeropuerto. Hubiera sido ideal que Lima tuviera una buena difusión de los Panamericanos, con pancartas en las calles, espacios en los medios de comunicación, campañas para que la gente vaya a ver competencias clasificatorias para estos juegos, etc. En julio de este año se celebrará la Copa Mundial de Criquet en Inglaterra y Gales, y ya se pueden ver activaciones en los parques con gente que habla de este deporte, con niños que reciben gorritas y polos mientras aprenden algunas reglas. Todo eso despierta un interés en los niños. Si de 100 niños que experimenten algo así 10 terminan jugando, eso sería un éxito rotundo. Todavía estamos a tiempo de hacer algo en Lima para los Juegos Panamericanos.