Limaq, la revista de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, lanza su cuarto número con el docente Guillermo Takano como editor, y bajo la dirección de Enrique Bonilla, director de la Carrera de Arquitectura. Esta edición se ocupa del tema de la ciudad consolidada, con artículos escritos, en su mayoría, por colaboradores del extranjero.
A propósito de su cuarto año, editor y director de la revista comentan en la siguiente entrevista el trabajo que exige sacar adelante esta publicación y la problemática en torno a las ciudades consolidadas de América Latina, objeto de este número.
¿Cómo es el proceso de trabajo de cada número de Limaq?
Enrique Bonilla: Desde que iniciamos, hace ya cuatro años, decidimos que el editor iba a cambiar por cada número. Una vez elegido el editor, se plantea el tema; luego, se convocan y presentan propuestas. En este nuevo número de Limaq, el profesor Guillermo Takano es un experto en urbanismo y, por eso, el tema de la revista está en función de esa idea.
¿Qué cambios ha experimentado la revista en su cuarto número?
E. B.: Tal vez el principal sea su aliento internacional. Hay colaboradores de Chile, México, Argentina, España, etcétera. Solo un artículo está firmado por un peruano. Y es que hoy estamos en el camino de la indexación, lo que nos obliga a ser más ambiciosos.
Guillermo Takano: Pienso que las revistas científicas, con el tiempo, deben desprenderse de sus instituciones para adquirir una personalidad propia. Hoy, ese es su estándar.
E. B.: Y también es importante que las personas pidan publicar en la revista, pues así se adquiere un prestigio. Sobre todo, si son publicaciones indexadas.
¿Cómo fue la recepción de la convocatoria de artículos?
G. T.: En esta ocasión, he desarrollado una estrategia medio sui generis; ya que esta revista está en su cuarto número, el editor tiene un trabajo de hormiga: rastreo a los autores uno por uno y les escribo personalmente, a diferencia de las publicaciones con más años de circulación. En las revistas jóvenes, los editores se encargan de buscar colaboradores. En ese sentido, he apuntado a profesionales de peso y hemos tenido la suerte de que tres de ellos respondieron a la convocatoria y enviaron sus artículos. Hoy, el editor identifica a personas idóneas para el trabajo.
¿Y el proceso de edición? ¿Qué lineamientos ha seguido?
G. T.: Nos ceñimos a los estándares de las revistas indexadas apuntando a una revisión por pares: dos personas expertas en el tema, llamadas pares ciegos o árbitros, se encargan de hacer una revisión anónima y devuelven sus apuntes a los autores para un proceso de intercambio. Un mecanismo que tratamos de institucionalizar en el manejo editorial es que el editor tenga poco control sobre los temas, pero no sobre los contenidos, que los expertos sean quienes tienen la misión de aprobar o desaprobar un artículo.
¿Se conservará esa visión global?
E. B.: Sí, apuntamos a esa indexación, que requiere una cierta continuidad y el cumplimiento de requisitos, como la revisión de pares ciegos. Limaq tiene una periodicidad anual, que es clave para su permanencia en el tiempo. La revista tiene un perfil investigativo y que hoy tengamos muchas colaboraciones es destacable. Lo deseable es que tengamos artículos de afuera. Del mismo modo, cuando un profesor de nuestra Casa de Estudios publica en el exterior, la Universidad se ve favorecida.
México, Brasil, Argentina, España… ¿Cuáles son los retos urbanos de estas ciudades que aborda Limaq en su último número?
E. B.: El tema urbano en América Latina es bastante particular, pues los urbanismos en otras realidades no son equivalentes. Nuestra región cuenta con un crecimiento explosivo de las ciudades y unas concentraciones urbanas muy fuertes. Los niveles de pobreza y marginalidad son elevados en las favelas brasileras, las barriadas peruanas, las callampas chilenas… incluso los centros históricos tienen sus propios problemas. Todo ello le da cierta homogeneidad a la realidad latinoamericana.
G. T.: Gracias a este intercambio con otros países, uno se da cuenta de que Lima no es muy distinta de otros lugares, pues las revistas brindan la oportunidad de generar aprendizajes entre investigadores, razón por la que son espacios fundamentales para entender en qué nos parecemos y qué podemos aprender de otras experiencias. Hoy, por ejemplo, se habla mucho de gentrificación. En Lima, este tema toca a distritos como Barranco y el Callao. Sin embargo, los mexicanos hablan de gentrificación desde hace 25 años, y tienen un bagaje y una cantidad de conocimiento que es brutal con relación a la gentrificación en Ciudad de México y el centro de Guadalajara. En México, actualmente discuten la posgentrificación, tema que Limaq toca en dos artículos, de modo que los asuntos que hoy abordamos han sido estudiados en otros lugares desde hace tiempo. El de las comunidades cerradas, por ejemplo, ya fue discutido por los brasileños también hace 30 años, pero allí reside el valor de Limaq: colocar 11 realidades en una sola publicación.
¿Y cuál es la discusión en el caso del artículo español?
G. T.: Es un buen artículo, más técnico, pues tiene un análisis urbano y cuestiones de sistematización. Lo que plantea es la sistematización de una herramienta geoespacial para poder identificar niveles de consolidación y, sobre la base de eso, diseñar e implementar estrategias de renovación urbana. Los problemas de la ciudad central española son muy distintos a los de nuestras ciudades centrales, pero el artículo pone en contexto una herramienta que puede ser trasladada a entornos como el nuestro.
¿Cuánta falta hace para que Lima sea una ciudad consolidada?
G. T.: Es una pregunta difícil. La consolidación urbana, especialmente en Lima, es algo muy abierto: no se puede definir si está terminada o no. También se pone en discusión el término “ciudad consolidada”, pues, si uno se pone a pensar en la consolidación como un proceso en el tiempo, es algo relativo.
E. B.: Lima es una megalópolis y el término “metropolitano” ha caído en desuso. Una megalópolis es la conjunción de varias ciudades a la vez. Y en Lima existen muchas “Limas”: centro, que incluye Miraflores, Barranco, Chorrillos, etcétera; sur; norte, con una vida propia; este y, diría, oeste, que es el Callao. Entonces, hablamos de 4 ciudades que conviven y están partidas en 43 distritos y una provincia. Lo más lógico sería que se organizaran en 4 y que el Callao participe como debe ser, pues comparte con la capital el tráfico y sus problemas. Esta megalópolis, por otra parte, tiene diversos grados de consolidación, con un crecimiento que no se ha atenuado: todos los años a Lima le crece un San Borja, lo cual deriva en una “metapolis”, para usar un término urbanístico; es decir, una ciudad enormemente extendida, que en el sentido teórico debería tener un buen sistema de transporte, aunque no ha sido nuestro fuerte ni ahora ni antes, y acaso sea nuestro principal inconveniente para la consolidación. Otro problema que vislumbro es la necesidad de convertirnos en una ciudad compacta porque somos un lugar difuso. Si estuviéramos más cerca, no tendríamos que desplazarnos tanto. La propiedad está muy fragmentada, con terrenos pequeños y diversos propietarios. La densidad en Lima, aun así, continúa siendo baja.
¿Qué temas se proyectan para los próximos números?
E. B.: En el quinto número tocaremos la posmodernidad y, en el siguiente, la utopía. Aún están en preparación, pero tienen esos nombres preestablecidos. En cuanto a posmodernidad, evaluaremos la situación contemporánea, mientras que con el tópico utopía veremos cómo se contempla el futuro. Desde la Universidad de Lima, tenemos como objetivo formar estudiantes y, por supuesto, opinar sobre nuestra realidad. Limaq es también un medio de opinión, en el que la Universidad se expresa a través del pensamiento crítico.