Elizabeth Rosas es una psicóloga dedicada a armar estrategias para brindar ayuda a poblaciones vulnerables. Desde que terminó su carrera en la Universidad de Lima, ha trabajado en organizaciones de asistencia social, donde ha aprendido muchísimo y donde siente que su trabajo es valioso, porque aporta a la sociedad y eso le hace sentir bien. Actualmente es directora ejecutiva de Padma, donde organiza programas y talleres que ayudan a víctimas de violencia física y psicológica.
¿Qué haces exactamente en Padma?
Yo dirijo Padma y mi labor es básicamente estratégica. Superviso los equipos, recaudo fondos, me ocupo del posicionamiento, etcétera. En Padma brindamos atención psicológica en la oficina de Miraflores y, con lo recaudado, cubrimos parte de nuestra labor social. También brindamos soporte psicológico en una Casa Hogar, que tiene a su vez una empresa social llamada Puriy, donde las mujeres hacen trabajos de cuero. Tenemos tiendas de Puriy en el Jockey Plaza, en la oficina de Miraflores y en un par de tiendas más. Actualmente Padma funciona en Villa el Salvador, pero tenemos planes de extendernos a otros distritos de la zona sur de Lima.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Ayudar a la gente. Es gratificante ver cómo las personas elevan su autoestima, aprenden sobre crianza y lo aplican en su propio hogar, mejoran a nivel personal y logran cosas que antes no podían ni soñar. Hay mujeres de 60 años, por ejemplo, que en plena consulta psicológica cuentan por primera vez en sus vidas que fueron violadas a los 10 años. Esto les abre una ventana para buscar ayuda y sanar heridas. En general, atendemos a muchas mujeres víctimas de violencia psicológica o física.
¿Van hombres también?
Van más mujeres que hombres. Ellos suelen ir porque sus hijos tienen problemas en el colegio y, al final, terminan en consulta también. Muchos de ellos también han sido víctimas de violencia, sobre todo cuando fueron niños. Es que, en épocas pasadas, el castigo físico se veía como algo normal, pero no es así, deja huellas en todas las personas. De grandes, esas personas que fueron violentadas creen que esa es la manera correcta de educar y terminan repitiendo el patrón. Por eso creamos el taller de crianza positiva, para una crianza libre de violencia. Además, hacemos terapias para el manejo del estrés y el control de la ira.
¿Qué tipo de huellas deja la violencia sufrida en la niñez?
Deja huellas terribles, mella mucho la autoestima, la persona siente que no es valiosa, que no merece nada y eso te resta oportunidades en la vida. Sin embargo, con la terapia y la adquisición de nuevos conocimientos, esas personas pueden salir adelante. En Padma, las mujeres llevan terapia psicológica una vez a la semana, individual y grupal. Trabajan temas como autoestima, habilidades de comunicación, también manejo de Excel y otras materias que complementan sus habilidades y les ayudan a buscar trabajo. La idea es que estén con nosotros dos o tres años. También trabajamos con adolescentes. Tenemos talleres que les ayudan a reconocer sus emociones y planificar su futuro.
¿Qué efecto logran en la gente?
Las mujeres, hombres, adolescentes, niños y niñas con los que trabajamos suelen reconocer que es posible vivir una vida feliz y libre de violencia. Toman conciencia de que son las propias personas las que crean un ambiente violento que impacta negativamente en la salud mental, y que ellos mismos son responsables de hacer un cambio.
¿Qué dificultades has encontrado en tu camino?
Dirigir una ONG en nuestro país es un gran reto. Algunas de las tareas que requieren más esfuerzo son conseguir fondos localmente, trabajar en red y de manera multisectorial y a la vez medir el impacto de nuestra intervención.
¿Alguna anécdota o hecho que te haya marcado y que hayas considerado un estímulo para seguir adelante?
Casi todos los días me entero de algún caso de violencia... estas historias desgarradoras que viven o vivieron muchas de las personas que acuden a nosotros son el principal motor para seguir poniendo todas nuestras energías en Padma.
¿Qué piensas lograr en el futuro?
Queremos ser la ONG referente en salud mental y violencia. Nos encantaría expandir nuestra intervención a otras zonas de Lima y del Perú. Desde hace tres años venimos organizando, junto con EMDR Perú, cursos de capacitación para psicólogos, terapeutas y personas que trabajan con población en situación de vulnerabilidad. Queremos que más profesionales estén mejor preparados para trabajar en ambientes de violencia.
¿Qué les recomendarías a los jóvenes?
Que hagan un voluntariado, sin importar el motivo. Ya sea porque un curso se los impuso, porque se verá bien en su currículo, por moda o porque les nace, pero que lo hagan, porque es una forma de conocer la realidad. Luego seguramente asumirán puestos altos y es necesario que tengan conciencia social para tomar mejores decisiones.
¿Fuiste voluntaria antes de entrar a Padma?
Trabajé en Techo Perú como voluntaria y luego me ofrecieron el trabajo de coordinadora de Programas. Fui escalando puestos y terminé como directora de Habilitación Social. Techo se conoce por su labor de construcción de viviendas para familias de escasos recursos, pero hace mucho más trabajo comunitario, de educación, capacitación en oficios básicos, microcréditos, plan jurídico, plan urbano y plan de salud.
¿Qué logros consideras que alcanzaste en Techo?
Incrementamos el número de voluntarios. Recuerdo que me tocó liderar el Primer Encuentro Latinoamericano de Líderes Comunitarios en el Perú y tuvimos más de 100 líderes por una semana. También hicimos un proyecto llamado Save Agua, con el que se buscaron soluciones al problema del agua en la comunidad. Fue una experiencia muy buena.
¿Qué otros trabajos has tenido antes de Padma?
También he trabajado en United Way Perú, una ONG de las más antiguas del mundo, financiada por empresas privadas para realizar proyectos educativos. A Padma llegué en el 2012 con el profesor belga Joseph Corbeley, quien ayudó a formar la Carrera de Psicología de la Universidad de Lima. Él, junto con Liesbet Willems, también belga, decidieron formar Padma en Lima, con el respaldo de la organización belga Suyana.
¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Tengo excelentes recuerdos de la Universidad. Profesores dedicados y ejemplares. Amigos y amigas comprometidos con su vocación y siempre buscando la excelencia. Fue una etapa clave en mi vida, cultivé las herramientas y conocimientos que hoy me permiten llevar adelante mis proyectos y sueños.