La tecnología de un ingeniero industrial que marcha sobre ruedas

Rodrigo Coquis aún era alumno de la Facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima —de donde egresó— cuando empezó a concebir y a materializar Green Tech, un emprendimiento que puede cambiarle el rostro al parque automotor de Lima, así como generar un impacto positivo en el medio ambiente. Una tecnología de relevancia mundial que dio sus primeros pasos en la Universidad de Lima, cuando ganó el concurso Primer Paso de la Oficina de Emprendimiento. De allí en adelante Rodrigo y su proyecto, en el que tiene como socio a Rodrigo Sánchez —quien es egresado de Administración—, triunfaron en otras competencias que le permitieron acumular mayor capital para invertir en hacer realidad su sueño de estudiante.

¿En qué momento nació la idea de Green Tech?
Este proyecto inicia cuando estaba en sexto ciclo, en el verano 2013-0, si no me equivoco; cuando llevé el curso de Tecnología Industrial, donde descubrí una nueva tecnología que hacía funcionar los automóviles de manera más ecológica. Vi que se empleaba a nivel internacional y me dije a mí mismo que yo también podía hacerlo e incluso mejorarla.

¿En qué consiste esta tecnología?
La tecnología que hemos creado consta de tres reactores y una computadora. El primer reactor elimina las bacterias de la gasolina, porque esta se empieza a pudrir desde que sale de la refinería; así que nos aseguramos de que tengas una gasolina pura y sin putrefacción. El segundo reactor eleva la calidad de la gasolina aún más, o del petróleo en su caso, para que a la hora de explotar lo haga en una combustión totalmente limpia. El tercer reactor es un generador de hidrógeno que produce este gas que entra al motor como aditivo y hace que la combustión sea más rápida, que se pueda aprovechar su energía de manera más eficiente. La computadora gestiona el funcionamiento de estos reactores.

¿Recuerdas aquellos primeros momentos de este emprendimiento?
Empecé con el proyecto solo, comencé con los primeros prototipos de los reactores, iba cambiando la tecnología, descubriendo nuevas oportunidades; como, por ejemplo, la nanotecnología. Ya estamos próximos a tener una máquina que fabrica nanopartículas. Y poco a poco, investigando, a la par que desarrollaba mi tesis, iba creando aquella locura que se ha convertido en mi negocio hoy en día.

¿En qué consistía tu tesis?
La tesis giraba en torno a un reactor que conforma el sistema Green Tech. Precisamente en torno al reactor de hidrógeno. Se trataba del estudio preliminar para la implementación de una fábrica de celdas de electrólisis. Sonaba complicado, pero el resultado fue un estudio de mercado bastante atractivo, entonces es así como pasé de tener una investigación científica a un proyecto de emprendimiento.

¿Y cómo describirías este proceso que convirtió una investigación en una idea de empresa?
Como era un tema que me apasionaba, le dedicaba bastante tiempo, más aún porque soy una persona consciente del medio ambiente y mi carro contaminaba mucho, así que logré que dejara de hacerlo; pero me di cuenta de que me estaba quedando sin mis propios fondos para continuar mi investigación. Hasta entonces había aplicado la tecnología a mi propio vehículo, con mi propio dinero y el apoyo de la Universidad, porque hacía las pruebas aquí, en los laboratorios. Entonces me dije que esta inversión tenía que rendir, que ser rentable. Así que al tener ya un estudio de mercado, y sobre todo un producto que había demostrado ser eficiente y efectivo, no vi razones para no comenzar un negocio a partir de esto, lo que me permitiría al mismo tiempo brindar este beneficio a muchas personas y generar una repercusión social, que es mitigar el impacto medioambiental de los autos.

Hemos estado trabajando bastante junto a la Oficina de Emprendimiento en estos últimos años. Al inicio tenía el primer prototipo y luego vino el plan de negocios, y con una buena sustentación gané el concurso Primer Paso. Gracias a ello implementé la primera parte de mi proyecto y me di cuenta de que la inversión se había quedado un poco corta. Así que de alguna manera me reinventé y continué mejorando la tecnología, y es así como participé, de la mano con la Oficina de Emprendimiento, en otras competencias, como Para Quitarse el Sombrero 2014 (segundo puesto) o el concurso de innovación de Bayer (Bayer Young Community Innovators 2014, primer puesto). Con mis resultados en aquellos concursos ya pude acumular un capital semilla mucho más sólido, a lo que se sumó una idea de negocio mucho más pulida y un equipo más fuerte.

Cuéntanos más acerca de ese exitoso recorrido por diversas competencias.
Primero participé internamente aquí en la Universidad, en el concurso Primer Paso, con los primeros prototipos de lo que vendría a ser el primer y el tercer reactor de mi sistema. Más adelante apareció el segundo reactor y el generador de hidrógeno también pasó de tener electrodos simples a tener electrodos recubiertos con nanopartículas, que fue un interés que no solo desarrollé con la Oficina de Emprendimiento, sino también con el Instituto de Investigación Científica (IDIC). Es así como logramos sintetizar este material que es bastante novedoso, inclusive sacamos una patente.

Es con todos estos avances que nos convencemos del potencial de este proyecto. El trabajo en equipo había sido bastante arduo y estábamos seguros de lo que habíamos hecho. Así que junto a la Oficina de Emprendimiento decidimos participar en Para Quitarse el Sombrero 2014, un concurso en el que nos enfrentamos a más de 5000 personas. Obtuvimos el segundo lugar, lo que representó un gran apoyo financiero por parte de ellos, además de todos los contactos que conseguimos por haber ganado esta competencia.

Después de inscribirme en Para Quitarse el Sombrero, de una manera bastante anecdótica un amigo me escribe por el Facebook y me dice: “Me han pasado este dato, participa”. Se refería al Bayer Young Community Innovators 2014. Llené el formulario, pasó un tiempo y no me respondían, así que pensé que no había habido resultados; pero luego me llegó una invitación a la final y allí doy el elevator pitch y los convencí. Gracias a eso, sumé más capital semilla y pude realizar un viaje bastante enriquecedor a Ecuador, que era parte del premio, donde hice contactos en Yachay Tech, una iniciativa del gobierno ecuatoriano de una universidad centrada en la investigación tecnológica, en la que desarrollan temas de nanotecnología que me sirvieron muchísimo.

Y bueno, ahora estoy participando en el concurso Start Up Perú; ya me encuentro en la fase final. En unos días voy a sustentar mi proyecto nuevamente, para conseguir esa necesidad de capital final para llevar mi proyecto a niveles grandes.

¿Y a qué te refieres por “niveles grandes”?
Lo que se viene son metas bastante ambiciosas. Comercialmente, tener presencia en las empresas de transporte y carga pesada, tanto en lo que se refiere al transporte de pasajeros como en el mercado diésel de maquinarias pesadas, tanto en minería como en transporte urbano y rural, y también en vehículos livianos, porque el parque automotor en Lima es tremendo. Y hay una posibilidad comercial y financiera bastante atractiva. En el aspecto social, el deseo es traducir aquello para lo cual se creó la tecnología; es decir, mitigar el impacto ambiental. Lima es la ciudad más contaminada de Latinoamérica debido a su antiguo parque automotor, y esa es la razón por la que creamos Green Tech: para solucionar ese problema.

¿Qué es lo que ofrece tu producto?
Lo que ofrece el producto completo es un kit que se instala de forma sencilla en cualquier vehículo. Toma menos de 2 horas la instalación y no ocupa espacio alguno en la maletera, no te das cuenta prácticamente de su presencia. Puede generar un ahorro de combustible de entre el 18% hasta el 45% o 50%, dependiendo del vehículo. Más aún, va a aumentar la potencia, así que no va a ser como las conversiones a gas o GLP, que te hacen perder mucha potencia. El automóvil va a requerir menos mantenimiento y el motor va a durar mucho más tiempo. Con respecto a las emisiones, en los laboratorios de la Universidad hemos comprobado que se pueden reducir en hasta 92% en lo que respecta a los gases de monóxido e hidrocarburo, que son los más contaminantes.

¿Es una tecnología de impacto mundial?
No es que lo hayamos trabajado desde cero, pero es un escalamiento tecnológico bastante importante. Eventualmente se lo comentamos al Indecopi, mediante patente rápida, e hicieron el estudio de novedad y así determinamos que evidentemente era algo que no existía a nivel global. Es así como nace la patente.

¿Qué tan importante es el aporte de la Universidad de Lima?
Es básico, sin este apoyo simplemente Green Tech no hubiese existido. En los laboratorios logramos fabricar nanopartículas y es gracias a eso que tenemos un material patentado. En el caso de la Oficina de Emprendimiento, sin ellos no hubiese tenido una visión concreta de lo que es la proyección comercial y financiera de mi proyecto. Esta empresa, este proyecto se lo debo tanto a mi equipo como al apoyo que he recibido de la Universidad.

Cuéntanos acerca de tu vínculo con el Instituto de Investigación Científica (IDIC).
Hoy en día, a la par con el proyecto Green Tech, trabajo también con el IDIC. Desarrollo temas y procedimientos de innovación en el sentido de que las investigaciones que se hagan, que se realicen a nivel de laboratorio, y que solucionan problemas sociales, tengan una repercusión en la comunidad. El objetivo es idear mecanismos que lleven las soluciones tecnológicas al campo, a solucionar la vida de las personas, involucrando a alumnos para que desarrollen sus tesis de estos proyectos. Hay dos alternativas para que esto llegue al mercado. En primer lugar, que tenga repercusión mediante un emprendimiento propio de los alumnos, lo que sería genial. Imagínate, terminas tu tesis, sales de la Universidad con tu empresa y con un producto súper novedoso. La segunda alternativa es realizar la transferencia tecnológica a una empresa; es decir, creamos la tecnología aquí en la Universidad, se sacan las patentes correspondientes y se ofrece a cualquier industria una alternativa que es costo-beneficiosa para su modelo de negocio y puede ser una opción atractiva, tanto para sus problemas operativos como para ampliar su marketing mixto.