Romina Ágreda y Lorena Arellano convirtieron una amistad que nació en las aulas de la Universidad de Lima en una exitosa sociedad de negocios. Graduadas ambas de la Facultad de Ingeniería Industrial, son las fundadoras de Enigma Joyas, una empresa dedicada a la comercialización de joyas de plata. Ambas están de acuerdo en que el camino que eligieron no ha sido fácil y ha representado muchos retos personales y profesionales, pero también comparten la satisfacción que brinda ser independientes y depender exclusivamente de su propio esfuerzo. Su empresa viene consolidándose en el mercado, lo que las motiva a continuar capacitándose y, apoyadas en su amistad y la buena relación que tienen como socias, evaluar la posibilidad de incursionar en nuevos negocios que motiven su creatividad y entusiasmo.
¿Cómo describirían a Enigma Joyas y cuál es su situación actualmente?
Romina: Es una empresa de comercialización de joyas de plata 950. Nuestros diseños están dirigidos a mujeres de entre 25 y 40 años, aproximadamente; principalmente mujeres ejecutivas que usan las joyas para ir a trabajar y para algún evento o compromiso. Empezamos formalmente en agosto de 2009, y poco a poco vamos logrando llegar a más clientes y difundir la marca. Todavía queda mucho por hacer y en eso estamos trabajando.
Lorena: Luego de estos casi dos años de operación, hemos determinado que nuestro principal canal es la venta directa a través de vendedoras libres. Otro canal de venta que estamos desarrollando, cautelosamente, es a través de vitrinas en salones y spas. Nosotras no buscamos invertir en locales propios porque el crecimiento sería sumamente lento, dados los recursos limitados de los que disponemos. El modo como lo vamos manejando nos permite estar al alcance de un mercado más amplio sin invertir cantidades millonarias.
¿Cómo surge la empresa?
Romina: La idea nació a raíz de otro proyecto que tuvimos en mente a inicios del 2009. Decidimos vender joyas, así como otros productos para la mujer: cremas y colonias, para financiar la inversión de aquel proyecto. Pero la venta de joyas resultó tan exitosa que decidimos dedicarle más tiempo y constituir formalmente una empresa dedicada a esta actividad y creamos nuestra marca: Enigma Joyas.
Lorena: Inicialmente, una de nosotras dedicaba su tiempo al otro negocio: organización de eventos; sin embargo, medio año después de formalizar, una sola ya no se daba abasto para operar el negocio y, al resultar más rentable la venta de joyas, decidimos dedicarle el cien por ciento y cerrar la otra empresa.
¿Cómo fue evolucionando su negocio?
Romina: Empezamos, durante la primera mitad del 2009, vendiéndole a nuestras familias y amigas. Luego ellas fueron pasándoles la voz a sus amigas y así sucesivamente. Justo a mediados de mayo, después de las celebraciones del Día de la Madre, un familiar vio lo bien que nos iba y nos propuso hacer de la venta de joyas un negocio formal y asociarnos los tres. Una tarde nos sentamos a pensar cuál sería el nombre y, luego de algunas horas, apareció la palabra enigma. Nos gustó, no habíamos escuchado nada similar. Ya después nos fuimos enterando de que había otros “enigmas” en otros rubros, pero al final quedó como nombre de la marca.
Lorena: Formalizar un negocio es algo tedioso pero no imposible. Para la constitución de la empresa contratamos a un tramitador, ya que el resto de pendientes no nos dejaban tiempo para el papeleo. Le dimos prioridad a crear la imagen, el logo, la página web, el diseño de empaques, buscar un local, remodelarlo, etcétera.
¿Por qué eligieron formar su propia empresa en lugar de trabajar para una?
Romina: Llevamos, por separado, talleres de todo tipo: liderazgo, ventas, negocios. Conocimos los negocios de redes de mercadeo en el 2006, un par de meses antes de egresar de la Universidad. Esa fue una primera experiencia en lo que se refiere a negocios, y empezamos a cambiar la mentalidad de trabajador dependiente a empresario. Poco a poco nos desprendimos del miedo a vender, a hablar con la gente, a recibir un no por respuesta. Ese fue un gran entrenamiento previo. Estuvimos poco más de dos años desarrollando esa actividad, al principio en paralelo con nuestros trabajos dependientes, luego decidimos renunciar.
Lorena: Definitivamente fue arriesgado, y hasta atrevido, irnos por el camino de la independencia recién habiendo egresado de la Universidad. Mientras nuestros compañeros firmaban contratos con empresas de renombre, nosotras aprendíamos a vender y formar equipos de ventas, sin la tranquilidad ni el goce de un sueldo fijo. Trabajamos contra la corriente. Recuerdo con nitidez el día en que decidí contarles a mis padres que había renunciado a mi primer empleo y que iba a probar el camino independiente: tuve mucho miedo pero me armé de valor y, aunque les extrañó, respetaron mi decisión y me apoyaron. Soy de la idea de que no existe una edad ideal para emprender, pero algo positivo de empezar tan joven es que posees pocas responsabilidades económicas, cuentas con el respaldo de tu familia, dispones de más tiempo y tu cerebro es una esponja lista para absorber muchos aprendizajes de cada experiencia. Si me quedara por una cantidad determinada de años de mi vida en una empresa, probablemente lograría ser gerente, generaría buenos ingresos y podría retirarme alrededor de los 60 años con un fondo que me permitiría vivir cómodamente. Pero creo que con un negocio, trabajando muy duro durante los primeros años para que se fortalezca, contratando personas en quienes pueda ir delegando las principales funciones, a la mitad de tiempo podría retirarme y contar con un flujo de ingresos permanente que no muera conmigo, sino que pueda heredar a mis futuros hijos.
¿Qué obstáculos aparecieron en el camino?
Romina: Primero, los retos en casa. Mis padres no estaban muy contentos con mi decisión de renunciar y tampoco se mostraban muy optimistas con el nuevo proyecto. Tampoco me ponían trabas, se mantuvieron un poco al margen y de vez en cuando me preguntaban qué tal nos iba. Eso era una motivación grande para mí, tenía que salir todo bien para poder demostrarles que había tomado la decisión correcta. Luego estaban las limitaciones financieras para empezar el negocio. Cuando decidimos invertir, a inicios del 2009, contábamos con S/. 400 cada una y mi tarjeta de crédito. Al mes, un familiar nos apoyó con un pequeño préstamo, luego de ver nuestro empeño, y unos meses después se formó la sociedad para constituir Enigma Joyas, en la que el tercer socio es capitalista. Hicimos sacrificios económicos personales, ya que durante los primeros 8 meses del 2009 no tuvimos ingresos prácticamente, y los 4 meses restantes nos pagábamos un equivalente al sueldo mínimo. Fueron meses duros y un poco estresantes, pero nos gustaba el negocio y estábamos seguras de que iba a crecer.
Lorena: Hasta el momento vamos reinvirtiendo toda utilidad generada, remunerándonos por debajo de lo que nos pagaría el mercado laboral. Hay momentos en los que nos cuestionamos y el temor por fracasar ocupa nuestra mente, pero lo importante es no enfocarnos en eso y tener presente nuestra visión como personas y como empresa. Por otro lado, los juicios y paradigmas presentes en la sociedad son una barrera que enfrentamos desde que, recién egresadas, participamos de las redes de mercadeo. Sin embargo, nos dimos cuenta de que debíamos dejar esos juicios de lado, ya que para poner en práctica cualquier actividad independiente solamente son necesarios los conocimientos adquiridos en la carrera y el criterio formado a lo largo de ella.
¿Cuál es el futuro de Enigma Joyas?
Romina: En el corto plazo, pensamos consolidarnos en el mercado que ocupamos actualmente. Para este año, queremos posicionar la marca como una marca moderna, elegante y de garantía, así como incrementar nuestra participación en el mercado a través del crecimiento de nuestro equipo de vendedoras libres. Además, tenemos programas de incentivos para las vendedoras y un programa de fidelización de nuestros principales clientes. A mediano y largo plazo nos hemos propuesto expandirnos en nuevos mercados en el Perú y también en el extranjero.
Lorena: Consideramos que es importante mantener nuestro espíritu innovador, producir nuevos diseños constantemente y ampliar nuestra gama de productos hechos de plata.
¿Piensan empezar otros negocios?
Romina: Sí, eso es algo que tenemos muy claro. A las dos nos gustan los negocios y el emprendimiento, estamos aprendiendo muchísimo de esta experiencia y nos va bien como socias, así que en el futuro nos vemos haciendo más negocios e inversiones juntas. Tal vez ya no empezando desde cero como ahora, sino como inversionistas, pero definitivamente debe tratarse de un rubro que nos atraiga y entusiasme.
Lorena: Totalmente de acuerdo con Romina, no niego que haya muchos negocios rentables, de industrias como la agricultura, por nombrar un ejemplo; pero, por más rentable que sea un negocio, su actividad o producto nos tiene que gustar para que no nos resulte aburrido ni tedioso.
¿Qué han aprendido en su actividad como empresarias?
Lorena: Que hay que tener mucha paciencia, persistencia, humildad y disposición para aprender de los errores y seguir para adelante. Es difícil cargar con las consecuencias de malas decisiones, pero toda pérdida es un capítulo de un libro de lecciones que nunca terminamos de escribir.
Romina: El trato directo con el cliente es algo que tuvimos que aprender a dominar rápidamente, porque era el corazón de nuestro negocio y la mayoría de veces uno no sale preparado para manejar ese tipo de interacciones. El emprendimiento va de la mano del riesgo, pero es clave investigar, planificar y analizar los posibles resultados de las inversiones y acciones para minimizar los errores. Esa parte tuvimos que desarrollarla, ya que ambas somos más emocionales que racionales.
¿Cuáles son sus próximos proyectos personales?
Romina: Me gustaría mantenerme actualizada en la parte profesional. Actualmente estamos siguiendo un MBA a tiempo parcial, lo cual es un gran reto por la atención que debemos dedicar a nuestra empresa. Lo bueno es que entre las dos podemos apoyarnos. Luego de eso me gustaría seguir actualizándome con nuevos cursos y especializaciones. Creo que el soporte académico es básico para poder llevar a otro nivel nuestro negocio actual y realizar más eficiente y efectivamente los nuevos proyectos que pensamos emprender.
Lorena: Una excelente base es la carrera profesional y el MBA que estamos estudiando ahora, pero coincido con Romina en que es importante mantenerse actualizado teniendo como fuente de aprendizaje a especialistas, doctores y empresarios exitosos.