El número 32 de Contratexto, la revista de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, se centra en los desafíos de la educación mediática en Iberoamérica. Conversamos sobre esta edición con Julio César Mateus, doctor en Comunicación por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España), comunicador por la Ulima, docente e investigador de esta Casa de Estudios y coeditor del presente número de Contratexto junto a Pablo Andrada, docente e investigador de la Universidad Central de Chile.
¿En qué consiste la educación mediática?
Educación mediática o educación sobre los medios de comunicación es el desarrollo de las capacidades críticas con las que las personas pueden vincularse o con las que podrán interactuar con los medios de comunicación.
¿Cuál es su relevancia?
La premisa es que estamos mediatizados, en el sentido de que la tecnología y los medios de comunicación nos atraviesan, aunque sabemos poco de ellos. No se nos enseña al respecto en el colegio y la universidad, salvo que estudiemos una cuestión especializada; al mismo tiempo, nos hemos vuelto productores de contenidos: todos nos hemos convertido de algún modo en periodistas, cineastas o fotógrafos. Pero sin los conocimientos críticos, el panorama se pone complicado, porque la calidad de la información disminuye. Entonces, sobre el desarrollo de la ciudadanía, la educación mediática insiste en que uno no solo tiene que saber leer y escribir, como se hace desde hace varios siglos, sino también saber leer y escribir en formatos digitales o mediáticos, y tener una visión mucho más avisada de los medios de comunicación.
¿Qué factores los impulsaron a abordar la educación mediática en el número 32 de Contratexto?
El año pasado edité, junto a Pablo Andrada y María Teresa Quiroz, directora del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima (IDIC), un libro que se llama Media Education in Latin America, y que es el primero en su rubro que sistematiza el estado de las cosas en 12 países de la región. Contábamos con una red más o menos constituida, pero lo habíamos publicado en inglés, por lo que la tarea pendiente fue: “Tenemos que sacar algo en castellano”.
Entonces decidieron publicar esta edición temática de Contratexto.
Por la posverdad y las fake news, la educación mediática se puso otra vez de moda. En el mundo se volvió a decir que la educación mediática es necesaria para combatir las noticias falsas, porque precisamente estas se nutren de la ignorancia de las personas sobre cómo operan los medios de comunicación. Entonces, hemos aprovechado esta coyuntura que es muy buena para la educación mediática, porque nuevamente está en agenda. Este es un tema antiguo en América Latina: se habla de educomunicación desde hace 50 años, pero en los últimos años ha vuelto a tener una relevancia interesante. Por eso hemos hecho una convocatoria para ver qué experiencias y proyectos se están dando en la región.
¿Qué destacas de los contenidos de este número de Contratexto?
La revista reúne 12 artículos exclusivos sobre educación mediática. Además, ofrece una entrevista a Valerio Fuenzalida, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien es una de las máximas autoridades en la investigación sobre televisión infantil. Creo que el número es un aporte importante para comprender la trascendencia que siempre ha tenido la educación mediática y conocer los proyectos que se están realizando en la región.
Desde este año, tomas la posta de Lilian Kanashiro, investigadora de la Ulima, para ser el director de Contratexto.
Lilian cursará un doctorado y yo me quedaré a cargo de la revista. Voy a seguir algo que ella inició y que me parece superinteresante, que es la convocatoria a editores temáticos. Las revistas científicas sobre la comunicación usualmente abordan temas múltiples, pero también está la tendencia a tematizar los números. Entonces, vamos a sacar números monográficos, como ya se ha venido haciendo —tenemos ediciones sobre comunicación y ciudad, y comunicación y política—, y estamos preparando uno sobre el futuro de América Latina y la comunicación. Estos números estarán a cargo de editores invitados provenientes de por lo menos dos universidades, en aras de seguir internacionalizando la revista.