La curiosidad es innata en César Zevallos, y siempre lo ha llevado a buscar formas de innovar y de emprender nuevos negocios. Este graduado de la Carrera de Economía de la Universidad de Lima maneja su propio negocio, ofrece conferencias y asesora a emprendedores. Recientemente, quedó entre los seis finalistas en la convocatoria Reto de Impacto Global, de Cienciactiva, que forma parte del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
Ahí presentó un proyecto para lograr que las personas controlen una computadora con el pensamiento. De esta manera busca ayudar a las personas con discapacidad motora y continuar con su camino de contribución a la ciencia. En la siguiente entrevista, César Zevallos relata con más detalle sus proyectos.
¿De qué se trata la convocatoria Reto de Impacto Global?
A través de Cienciactiva, el gobierno peruano ofrece becas a peruanos para que pueden asistir, durante diez semanas, a Singularity University, que es una universidad de innovación, probablemente la más importante del mundo. Ahí uno convive con profesionales de diversas especialidades y juntos buscan mitigar retos globales, como la pobreza, la escasez de agua, la búsqueda de fuentes de energía, etcétera. En el caso de esta convocatoria, en particular, todos los que nos presentamos propusimos ideas que deberían impactar en los próximos cinco años a por lo menos mil millones de personas.
¿Qué ideas, por ejemplo?
Te mencionaré las de los finalistas. La de Jennifer Espinoza es un detector del VPH que podría salvar a mujeres con cáncer. Ella es bióloga y propone una prueba de detección muy sencilla, parecida a un test rápido de embarazo. También está Tony Cueva, ingeniero electrónico, con su proyecto Drop, un dispositivo para evitar la sudoración excesiva en las manos. William Trujillo es un físico que intenta que el tarwi se convierta en un superalimento. Luis Flores es ingeniero electrónico y tiene la idea de fabricar un robot tipo pescado que detecte metales pesados en los ríos. Y otro es Jorge Bardales, químico farmacéutico, que presentó un probiótico.
¿Qué podrías decirnos de tu proyecto?
Mi idea, también finalista, se basa en una interfaz cerebral controlada con el pensamiento que incrementará la autonomía de gente con discapacidad motora. Con ese software pretendo que no solo se ayude a gente con discapacidades, sino que tenga, inclusive, un impacto más grande.
¿Desde cuándo trabajas en tu idea?
Esta investigación la he hecho de forma personal desde el 2010. Creía que, al ir a Singularity, podría encontrar a quienes me ayudaran a hacer un algoritmo más perfecto. No gané el concurso, pero he vuelto a postular a la convocatoria global y ojalá pueda obtener la beca. Ahora bien, lo que más importa es que en el Perú hay políticas públicas orientadas hacia el desarrollo de ciencia y tecnología. Cosas como estas eran impensables en los 80. Cuando salí de la Universidad, nada de esto existía y ahora tengo el placer de ver estas oportunidades. Hay que aprovecharlas.
¿Qué te llevó a interesarte por la ciencia y la tecnología?
Yo soy un curioso, esa es la verdad. Cuando fui por primera vez a la biblioteca de mi colegio, el Carmelitas, saqué un libro y le dije a la profesora que ese era el mejor libro que existía. Era un texto de preguntas y respuestas para niños curiosos. Mucho de este interés viene por mi papá. Él era ingeniero de minas y una persona muy cultivada, mi abuelo era médico y descubrió un tipo de tifus. Murió joven y mi abuela mandaba a sus hijos a hacer diferentes oficios, donde aprendieron muchas cosas que trasladaron luego a sus hijos. Y, bueno, siempre me ha interesado la ciencia y la tecnología; de hecho, estudié la carrera de Física hasta la mitad y luego me pasé a Economía, donde encontré otro punto de interés.
¿A qué se dedica tu empresa Asix?
Esta empresa la tengo prácticamente desde hace 24 años. La fundé después de vender mi primera empresa, que fue la que llevó la industria de los periódicos a la producción digital, se pasó del machote a la computadora. Ese proceso lo hicimos con dos amigos y nuestra empresa Eos, la cual vendí. También participo de un estudio de desarrollo de juegos electrónicos llamado LEAP, de una empresa de servicios de tecnología para microempresas, de una empresa de dinero electrónico y de un portal de comida. Y soy miembro del Consejo Directivo de Innóvate Perú, del Ministerio de la Producción, como representante de la Cámara de Comercio.
Eres un emprendedor.
Creo que sí [risas]. Con mi socio creamos YoPublico, una empresa que distribuye libros digitales en plataformas de venta; no hace libros, los convierte de papel a digital. Nos presentamos al concurso de Wayra Perú, no lo ganamos la primera vez, pero sí la segunda vez que nos presentamos. Antes presentamos el proyecto a Start Up Perú y tampoco ganamos la primera vez, volvimos a participar y a la segunda ganamos. Tuvimos la suerte de que la compañía Saxo nos comprara la empresa. La gente de la Universidad de Lima no se frustra ante un fracaso, mejora las cosas y sigue intentando. En Asix hice otra startup que fue comprada por Mibanco.
¿Cómo crees que ha aportado la Universidad de Lima a tu formación?
Mi experiencia en la Universidad de Lima fue espectacular. Tuve muy buenos maestros, como Juan José Marthans, Fernando Silva Santisteban y Alberto Cordero. Yo encontré en la Ulima lo que hoy se denominaría mentores, maestros que me enseñaron, y por ellos, en parte, soy quien soy.