Antes de convertirse en la gerente general de la exitosa heladería y cafetería 4D, Ana María Bugosen terminó Comunicación en la Universidad de Lima y hasta trabajó en una empresa del rubro automotor en Chile. Pero la pasión por el helado seguía ahí. Hoy, ella es una reconocida maestra heladera que se empeña en difundir los valores nutritivos de este alimento.
Si hoy ingresaras a la Universidad, ¿estudiarías nuevamente la especialidad de Cine, Radio y Televisión en la Facultad de Comunicación?
Lo volvería a hacer. Actualmente, siento que he podido fusionar mis dos pasiones: los helados y las comunicaciones. Y no solo me refiero a las entrevistas que doy al mando de 4D. Así como las comunicaciones pueden ser una carrera artística, siento una gran pasión por el arte de crear helados. Además, en la Facultad aprendí mucho sobre márketing, publicidad, los pasos para realizar un estudio de mercado y llegar a un determinado público, entre otros conocimientos.
Ese aprendizaje también te sirvió para salir adelante en otros negocios.Antes de ser maestra heladera trabajé en el sector automotor en Chile, donde pude desenvolverme bien gracias a mi formación en las comunicaciones. Y es que todo lo que aprendí me sigue sirviendo. Con esos conocimientos, uno puede manejarse en cualquier mercado. Sin esa base, habría estado vacía para actuar y no habría hecho las cosas de la manera correcta para obtener los frutos que estoy recogiendo ahora.
Pero el interés por los helados seguía intacto en ti. ¿De dónde crees que proviene tu amor por los helados?
Si me pides que me psicoanalice, te podría decir que esa pasión se debe a que los árabes inventaron el helado y a mis orígenes fenicios… ¡Y es que tiene que ser por ahí! No hay otra. Además, los árabes toman café todo el día. Por eso 4D también se centra en la cafetería.
En 1998 regresaste al Perú, cuando tu papá ya había comprado 4D sin que tú lo supieras. Una vez en la empresa, ¿cómo fue el proceso de reposicionamiento de la marca?
Más que reposicionamiento y preocuparme por los temas marketeros, me motivaba recuperar la esencia del buen helado, hacer de la heladería un producto perfecto como cuando era cliente y decía: “Esto es inmejorable e inigualable”. Sin embargo, llegué al Perú y veía que la oferta de ese entonces estaba lejos de hacerles honor a los verdaderos helados. Ahí fue cuando decidí que tenía que capacitarme y viajé a Italia para convertirme en maestra heladera en la Escuela Artigeniale de Turín.
¿Cuál es tu diagnóstico del actual mercado de helados en el Perú?
El Perú no tiene un público heladero. En general, se ignora que el helado artesanal es un producto nutritivo que realmente puede reemplazar a una comida. El helado debe dejar de ser visto como un postre, porque es un alimento. Y eso no está difundido. La cantidad de heladerías artesanales no es igual a la de los restaurantes criollos. Así es difícil que la gente conozca sus bondades. Lo que hay mucho en el Perú es el helado industrial, que está hecho de grasa, colorante y saborizante. Es un producto de negocio que tiene esta lógica: una persona invierte unos dos o tres millones de dólares en una planta industrial, y lo que buscará es recuperar su inversión a corto plazo con algo que no es saludable.
¿Cuál es la esencia de 4D?
La naturaleza de la empresa es fabricar helados artesanales. Así nació, y así morirá. Doy un ejemplo. Tenemos un helado azul para niños que se llama Pitufo. A simple vista, cualquier persona diría: “Ah, es colorante”. Efectivamente, es colorante, pero vegetal, hecho en la comunidad europea bajo todos los parámetros sanitarios y nutritivos. Algunos ingredientes que se necesitan son clorofila, curcumina o chocolate blanco. Un helado natural de color. Desde luego, es más caro hacerlo así, pero vale la pena.
¿Qué otros valores agregados poseen los productos de 4D?
Nuestro café es una mezcla tanto del Perú como de otros países. La clave está en la mezcla. Hay que considerar que cada grano de café es distinto al otro, sea en aroma, cuerpo, acidez, etcétera. Son como las personas: cada uno aporta lo bueno y lo malo de sus características. Así como no se puede decir que un ingeniero es mejor que un abogado, lo mismo pasa con los granos. También hay que saber tostar y sacar lo mejor de ellos. Y en el momento de la mezcla en la taza, se debe jugar con el equilibrio, la consistencia, etcétera.
¿Cómo van tus proyectos de fomento de la nutrición infantil?
Es mi sueño. Me da pena que el Perú se llame país gastronómico cuando todavía muchos niños se mueren de hambre. Sigo luchando para que se concreten estos proyectos que buscan mejorar esta situación.
¿Está vigente tu interés de participar en televisión?
Sí. Este medio me interesa porque, sobre todo, quiero enseñar a las mamás a que cocinen de una manera nutritiva para sus niños. Esa es mi meta.