Dos profesionales Ulima detrás del éxito de Lulipa

Lulipa es una marca de lencería que, desde el 2009, ha sabido abrirse paso en el mercado peruano, e incluso se ha vendido en el extranjero. La marca no solo vende productos, además ofrece una atención personalizada en un ambiente muy cálido donde se puede apreciar una gran variedad de prendas y estilos.

La creadora de esta idea de negocio es Natalie Agois, egresada de Derecho de la Universidad de Lima. En el 2013 se unió a este negocio Giancarlo Vial, administrador por esta Casa de Estudios. Juntos han hecho de Lulipa un negocio exitoso, que ahora vende franquicias. Tiene tres locales en Lima, atiende pedidos de provincias y proyecta exportar con más frecuencia.

¿Cómo nació la idea de Lulipa?

Natalie: Siempre quise hacer un negocio propio, pero no sabía de qué. Un día vi a un empresario exitoso en CNN, él decía que para emprender un negocio hace falta buscar las necesidades insatisfechas, así que me puse a pensar. Identifiqué dos muy puntuales: la venta personalizada de ropa interior y de cremas y perfumes. Opté por la lencería. Comenté la idea a dos amigas, les interesó y nos pusimos a trabajar.

¿Cómo se organizaron?

Natalie: Yo investigué muchísimo, busqué proveedores de telas en todas partes, pasé por estafas y cosas difíciles, pero saqué adelante la marca. Nuestro primer lote fue de 200 piezas; las vendimos entre amigos y familiares. Se vendió todo muy rápido y eso me dio confianza y me hizo sentir motivada. Yo, como abogada, me ocupé de todo lo legal, que incluyó el registro del nombre. Lulipa significa ‘ropa interior’ en un dialecto quechua.

¿Por qué no pensaste en un negocio relacionado con tu profesión?

Natalie: Yo entré a trabajar en el área legal de una empresa y me sentí feliz, pero siempre había querido un negocio propio, y cuando vi que Lulipa podía crecer hice un diplomado en administración de empresas, para entender y manejar mejor el negocio, y renuncié a mi trabajo. En ese momento no lo sabía, pero más adelante mi carrera de derecho me daría herramientas para hacer crecer mi negocio.

¿Qué fue de tus socias?

Natalie: Una de ellas se fue en el camino y me quedé con mi amiga administradora. Juntas estuvimos uno o dos años, pero ella también se fue, le compré sus acciones y me quedé como única dueña. A fines del 2013 conocí a Giancarlo, y cuando le conté de esto me dijo que el negocio le encantaba, y ahora estamos acá.

Giancarlo: Yo había trabajado en IBM y después en British American Tobacco, pero antes ya había hecho emprendimientos pequeños. Cuando conocí a Nati, empecé a ayudarla como administrador. A los seis meses, en British, me propusieron ir a Trujillo, pero después de hablar con Nati renuncié a mi trabajo. Firmamos un contrato y hace cuatro años que estamos acá.

¿Fue una decisión difícil?

Giancarlo: Ya te imaginarás cuando les dije a mis padres que renunciaría a la empresa donde trabajaba para dedicarme a vender ropa interior con mi enamorada [risas]. Para entonces ya éramos pareja, no estábamos casados, pero queríamos compartir el futuro.

¿Cómo así convirtieron la marca en una franquicia?

Natalie: Llegó una persona interesada en adquirir una franquicia. Nosotros no habíamos pensado en algo así, pero eso nos llevó a averiguar y terminamos convirtiendo la marca en una franquicia, hace dos años. Ahora tenemos dos franquicias, una en Miraflores y otra en Open Plaza. Hemos abierto una tienda en Plaza Norte, tenemos en total cuatro y queremos seguir abriendo más.

Han crecido rápido, ¿no?

Giancarlo: Sí, en realidad. Y si vemos el resultado, parece maravilloso, pero nos ha pasado de todo. En un momento hasta pensé buscar un trabajo. Ahora somos cinco dueños y hemos levantado capital, gracias a eso hemos podido abrir nuestras propias tiendas y estamos contentos.

¿Quién se encarga del diseño de las prendas?

Natalie: Tenemos una diseñadora, pero yo superviso todo. La diseñadora me da ideas y yo las apruebo.

Natalie, al inicio exportabas… ¿cómo te fue en esa etapa?

Natalie: Al inicio puse mis prendas en Alibaba.com, aparecieron muchas personas interesadas, pero había el riesgo de las estafas. Más adelante me contrató una persona de Australia, le mandé un contrato y me lo devolvió firmado, me pidió 1.000 prendas y me pagó el adelanto que le pedí. Ahí me sentí segura y renuncié a mi trabajo. Luego exporté a un distribuidor en Chile y nos fue bien. También hacemos envíos a Arequipa, Trujillo, Ilo, Piura y Cajamarca. Ahora nos acaban de hacer pedidos para Japón. Puede ser que volvamos a exportar, pero más enfocados en tiendas.

Para terminar, ¿cómo creen que sus carreras les han ayudado en este negocio?

Natalie: A veces me preguntan cómo una abogada terminó diseñando lencería, pues les parece raro. Otros me preguntan si siento que he desperdiciado mi carrera, pero no: estoy supercontenta de haber estudiado seis años de Derecho, porque me ha servido muchísimo para llegar a donde estoy. Me ha ayudado a cerrar contratos y a negociar. Tengo la seguridad que me da mi carrera y ahora la experiencia.

Giancarlo: En mi caso, mi carrera me ha dado una base importante para manejar un negocio, definitivamente. Me he puesto objetivos claros, eso es lo que mantiene el rumbo de la empresa. La Universidad de Lima nos ha enseñado a ser creativos, a crear una empresa, y estoy aplicando todo lo que aprendí en la Universidad.