Daniela Comitre Miranda es la socia líder del área de Consultoría Tributaria en PwC Perú. En esta, asesora a empresas peruanas y multinacionales en la industria minera, de energía y de servicios. Tiene amplia experiencia en tributación internacional, fusiones y adquisiciones, se especializa en la planificación tributaria y la reestructuración de grupos empresariales. Su carrera comenzó a los 19 años en el estudio Ferrero Abogados, donde descubrió su pasión por la tributación. Además, ha sido docente de la Maestría en Tributación y Política Fiscal de la Universidad de Lima, donde estudió la Carrera de Derecho. Tras un recorrido de más de 17 años en PwC, ha liderado importantes transacciones y ha construido una sólida cartera de clientes en los sectores de minería y energía.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo laboral?
Empecé desde muy joven. Tenía 19 años y practicaba en el estudio Ferrero Abogados, que ahora es más grande (Philippi, Pietrocarrizosa, Ferrero DU & Uria), pues se fusionó con otras firmas. Ahí inicié mis prácticas; luego, fui contratada, me quedé como asociada cuando terminé la universidad. Comencé viendo temas de dos áreas de derecho: el área societaria corporativa y el área de impuestos. Con el tiempo, me interesé más por el lado tributario. Conversé al respecto con los socios y aceptaron que me quedara como abogada tributarista. Me mantuve en el estudio por 7 años, tiempo en el que aprendí muchísimo. Luego, en reuniones de trabajo, conocí a unos socios de PwC, quienes me convocaron para trabajar con ellos en dicha empresa, donde ya llevo 17 años.
Cuando estabas en el estudio Ferrero Abogados, ¿qué te llevó a decidir especializarte en la rama tributaria?
Fue bastante curioso, porque una de las razones que me impulsó a estudiar la Carrera de Derecho fue, precisamente, que no me gustaban mucho los números. Sin embargo, terminé en el área del derecho que más vinculación tiene con ellos y muy relacionada con la contabilidad. Me di cuenta de que lo tributario estaba presente en absolutamente todo y en todas las áreas. Siempre, en algún momento, se necesita a un tributarista para evaluar los impactos de una transacción importante. Eso me gustó, me hacía sentir involucrada en muchos aspectos. Además, en ese momento, no había tantas mujeres en el área tributaria. Mi jefa en el estudio Ferrero Abogados era mujer y muy capaz; ella se convirtió en mi mentora y me sentí motivada a aprender más sobre este tema.
Luego, en PwC, ¿cómo te has desenvuelto?
Si bien estaba contenta y cómoda en el estudio, pasar a PwC implicaba desenvolverme en una firma 100 % enfocada en la consultoría tributaria. La mayoría de los abogados aquí son tributaristas, trabajamos de la mano con contadores y economistas. Mi razonamiento fue que, si quería ser tributarista, PwC era el lugar donde más podría aprender. Vi el cambio como una oportunidad, por eso, acepté el reto y entré como abogada júnior en 2007.
¿Cómo fue para ti adaptarte a una firma tan grande?
Fue retador, definitivamente. Me uní a una firma muy grande e internacional, una Big Four con aproximadamente 1500 personas en Perú. Era una estructura enorme, con muchas políticas, capacitaciones y temas administrativos que eran nuevos para mí. Además de aprender los temas técnicos, pude administrar una cartera desde muy joven, ocuparme de asuntos como la venta, la rentabilidad y la facturación. Es como un negocio en pequeña escala, y desde un principio uno debe acostumbrarse a ello. Pasé por un cambio significativo. Luego de un año, se me presentó la posibilidad de hacer un intercambio a PwC Chile para trabajar en el área de Tributación Internacional, lo cual también me gustaba porque había mucho contacto con profesionales de otros países.
¿Cómo te desarrollaste en Chile?
Fue muy enriquecedor para mí, aprendí muchos temas nuevos y mi estilo de vida cambió. Pasé a vivir sola en un país distinto, con otra cultura y diferentes costumbres. Aún mantengo amistad con mis socios de Chile e incluso trabajamos juntos a distancia, la firma sigue haciendo intercambios regularmente.
Cuando llegaste, ¿sentiste que tenías los conocimientos necesarios para trabajar ahí?
No sé si tenía todos los conocimientos, ya que las leyes son diferentes en cada país, pero aquello que necesité lo aprendí en la práctica, estaba preparada para desarrollarme a nivel profesional y aprender. Finalmente, la legislación chilena no es tan distinta a la peruana. Aprendí mucho sobre tributación internacional, que es una de las áreas que más me gusta.
Cuando regresaste a Perú, ¿cambiaste de posición?
Sí, fui subiendo en la jerarquía. Pasé a ser gerente y, luego, gerente sénior. Desde un inicio, me especialicé en tributación minera, ya que el estudio Ferrero Abogados tenía clientes importantes en ese sector, lo cual me encantaba. Cuando llegué a PwC, mencioné que quería trabajar en minería y me asignaron muchos clientes de ese sector. Así, empecé a armar mi cartera de clientes en este rubro y también en energía. A lo largo de mi trayectoria, he trabajado principalmente en esos ámbitos, así como en procesos de fusiones y adquisiciones. Además, tengo un diplomado en derecho minero, gestión y responsabilidad socioambiental, que me ha permitido seguir profundizando en el tema de minería.
Cuando te nombraron socia, ¿qué cambios implicó ese ascenso?
Asumir este rol conllevó mucha más responsabilidad. Se me presentó esa oportunidad al mismo tiempo en que fui mamá por primera vez, así que el reto era doble, pero felizmente supe organizarme y conjugar bien mi vida familiar y mi función de mamá con la profesional. Como socios, tenemos que estar seguros de las decisiones que tomamos, la responsabilidad recae en nosotros. No hay una supervisión directa, lo que hace que cada decisión sea crucial. Considero que todo esto representa un reto interesante y significativo. Estoy en este cargo desde el 2019 y ha sido un recorrido enriquecedor. En 2023, se me encargó liderar el área de Consultoría Tributaria, que es una sublínea del área Tax & Legal Services de PwC, lo cual ha sido una etapa emocionante en mi carrera. Esto implica nuevos retos, ya que no solo abarca los temas técnicos propios del derecho tributario, sino también asuntos de recursos humanos de mi área, por ejemplo, presupuestos, capacitaciones, entre otros.
En consultoría tributaria, ¿cuáles son los mayores requerimientos o necesidades de las empresas mineras?
Nosotros vemos desde consultoría tributaria permanente, que abarca los aspectos tributarios que se presentan en el día a día de las empresas, hasta temas más complejos. Por ejemplo, nos llaman para consultar si pueden deducir ciertos gastos, si deben retener impuesto a la renta en transacciones con el extranjero. También, abarcamos planeamiento tributario, búsqueda de ahorros, mejora de la perspectiva financiera y reestructuración de grupos empresariales. Además, nos involucramos en fusiones y adquisiciones. Hemos participado en transacciones bastante grandes y emocionantes, donde la parte tributaria es clave para estructurar si es mejor vender o comprar una empresa, qué vehículos usar y dónde constituir la empresa. La minería es un mundo aparte, con sus propias reglas y normas. Tiene muchos aspectos que se deben revisar, por ejemplo, los gastos de responsabilidad social en que las empresas mineras se ven en la necesidad de incurrir, los cuales también tienen un impacto tributario por considerar.
Las normas tributarias cambian constantemente, ¿qué determina eso en tu desempeño profesional?
Sí, las normas son muy cambiantes. Siempre hay que estar al día, ya que a diario se publican nuevas normas, informes, resoluciones, y hay cambios de posición constantemente. Es necesario leer, entender y estar alerta todo el tiempo, porque en cualquier momento puede haber una modificación importante. Por ello, son muy importantes las capacitaciones, asistir a congresos y participar en cámaras de diferentes industrias, etcétera.
¿Hay algún caso que puedas compartir para entender mejor cómo es tu trabajo?
He participado en la asesoría a un fondo de inversión internacional en la compra y posterior venta de empresas de energía relevantes en el Perú. Estos fondos compran y venden empresas, a veces peruanas, a veces en otros países. Mantienen las empresas por un tiempo y luego las venden. Los fondos de inversión nos contratan mucho para manejar este tipo de transacciones de adquisición y venta. Nos ocupamos de todos los temas relacionados con el financiamiento de la compra, la estructuración de la mejor forma de adquisición y, en muchos casos, nos mantenemos asesorando a la empresa luego de su adquisición, de modo que vemos aspectos tributarios de su operatividad. Cuando llega el momento de venderla, se deben evaluar los cambios en el valor, el impacto tributario de la venta; luego, se estructura la mejor forma de vender, se empieza a negociar con la contraparte, se revisan los contratos (cláusulas de impuestos, obligaciones e indemnizaciones relacionadas con temas fiscales, entre otros). Finalmente, la empresa se vende. Son muchos detalles que se manejan, además de la estructura de compra y venta.
¿Cuál es el perfil de un abogado tributarista?
Diría que la disposición para estudiar y estar actualizado, como indiqué antes; también la creatividad es importante, así como la capacidad de organización. Además, tener una base en contabilidad es muy útil. El plan de estudios de Derecho de la Universidad de Lima incluye ahora estudios de contabilidad, lo cual considero fundamental, porque siempre se requiere un conocimiento contable, más aún para quienes se dedicarán al derecho tributario.
Fuiste profesora de la Maestría en Tributación y Política Fiscal en la Ulima, ¿cómo fue esa experiencia para ti?
Fue muy bonita, me encantó. Como docente, uno sigue aprendiendo. Además, enseñar a personas con un nivel profesional alto, como, por ejemplo, un vocal del tribunal fiscal, es enriquecedor. Discutíamos mucho y compartíamos ideas. Tuve que dejar la docencia, porque me encargaron ser líder del área en la que trabajo y quería dedicarme al 100 % a este nuevo reto.
¿Cómo fue tu vida de estudiante en la Universidad de Lima?
Me encantó ser estudiante de la Ulima, fue una de las épocas más bonitas de mi vida. Mi promoción era muy unida, mantengo contacto con muchos de mis amigos de esa etapa y nos encontramos también en transacciones y procesos ya como profesionales. Recuerdo que tuve la oportunidad de ser miembro de la revista de derecho de la Universidad, Advocatus, durante varios años. Estuve en diferentes comisiones, lo cual fue muy valioso, porque aprendí mucho, sobre todo, lo que hay detrás de la edición de una revista, la organización de conferencias y las ventas. Fue una etapa muy bonita. Valoro mucho el enfoque práctico de la carrera. Nos ejercitaban para discutir temas con criterio y resolver casos. Todo lo que aprendía en la teoría tenía que aplicarlo con lógica y criterio.