Un espacio ganado en la cultura

Fabiola Figueroa empezó a trabajar en comunicación para el desarrollo y ahí descubrió que lo suyo era la gestión cultural. Tiene diez años de experiencia en cargos directivos de gestión cultural en el sector público. Ha sido directora de Promoción Cultural de la Escuela Nacional de Bellas Artes, directora nacional de Artes del Ministerio de Cultura y actualmente tiene el cargo de gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima. Ella se formó como comunicadora en la Universidad de Lima.

¿De qué te ocupas como gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima?
Me encargo de atender varios asuntos, como el archivo histórico de la Municipalidad de Lima, las artes escénicas visuales, tres museos, tres bibliotecas, dos teatros, las políticas culturales de la ciudad, todos los eventos públicos en espacios abiertos que tienen lugar en barrios y, además, trabajamos con organizaciones culturales de la ciudad de Lima. Hay una línea de trabajo que se orienta a la ciudadanía y al fortalecimiento de la identidad. Otra línea se orienta al trabajo con los artistas y productores, a través de convocatorias a proyectos, concursos de creación y concursos de presencia artística.

Asimismo, tenemos programas de capacitación, fortalecimiento de capacidades en materia de gestión cultural y producción cultural. Gestionamos el Teatro Municipal de Lima y el Teatro Segura, que se ha inaugurado recientemente; el Museo Metropolitano de Lima, el Museo Prehispánico, el Museo de Sitio, Bodega y Quadra; la Gran Biblioteca Pública de Lima, la Biblioteca Histórica del Palacio Municipal y dos galerías de arte: la Galería Limaq, que se encuentra en el Museo Metropolitano, y la Galería Municipal de Arte Pancho Fierro. Además, en estos tres últimos años se han aprobado tres ordenanzas vinculadas con el arte y la cultura. 

¿Cómo has desarrollado la actividad cultural en estos últimos años marcados por la pandemia?
Para mí ha sido un reto, porque esos tres años no han sido normales. De un momento a otro, tuvimos que modificar nuestro programa, considerando que la gestión pública se planifica con mucho tiempo de anticipación. Sin embargo, en un mes, conseguimos planificar todo el año y, en abril, tuvimos que replantear las actividades hacia la virtualidad. Fue insólito. El equipo que trabaja en estos espacios es tan profesional que, al mes, teníamos virtualizados los contenidos de los museos. Hicimos convocatorias para contenidos audiovisuales que se transmitieron en redes. Pasamos de ser un equipo de la presencialidad a uno de audiovisuales. La adaptación se hizo rápidamente, para mantenernos presentes en la vida de los ciudadanos.

¿En este momento mantienen algo de virtualidad?
Tenemos talleres virtuales y presenciales. Las exposiciones de la galería tienen audioguías en Spotify. Sorteamos entradas a los teatros a través del Facebook de la Municipalidad de Lima, entre otras actividades.

¿Qué proyecto has llevado a cabo que recuerdes especialmente?
Para el Bicentenario realizamos una acción cívica muy interesante, que se llamó 200 años después, unidos hacemos historia. La Municipalidad de Lima alberga el Acta de la Independencia del Perú, así que el alcalde de ese entonces, Jorge Muñoz, invitó a la ciudadanía, en general, a reafirmar nuestra independencia 200 años después. Colocamos siete stands en diferentes zonas de Lima y llegamos a obtener la firma de más de dos millones de personas, que se sumaron a las firmas de ciudadanos, incluso iletrados, que en 1821 firmaron el acta. La comunidad de Pocollay, en Tacna, que es la última comunidad de frontera, le solicitó al alcalde que le enviara la planilla para firmar. Lo mismo hizo la comunidad Quero, en Cusco, y la comunidad asháninka del VRAEM. El mensaje que brindamos fue que, 200 años después, todos somos ciudadanos y la única forma de seguir avanzando es permaneciendo unidos. El trabajo realizado fue arduo, abarcó la verificación de firmas y, a través de un acuerdo de Concejo, se ha incorporado el libro al Archivo Histórico Municipal. Hemos tenido la posibilidad de hacer historia. 

Anteriormente, ¿qué actividades desarrollabas en el Ministerio de Cultura?
Trabajar en el Ministerio de Cultura ha sido una de las experiencias más gratas. Tuve la oportunidad de fortalecer el programa Puntos de Cultura, que ya tenía un año de funcionamiento. Y logramos aprobar la Ley de Puntos de Cultura. El programa se manejaba desde la Dirección de Artes y buscaba identificar y reconocer a las organizaciones culturales de base, es decir, aquellas que trabajan en barrios, comunidades, y cuya finalidad es contribuir al desarrollo. Una vez reconocidas, se les daba beneficios de articulación, de incentivos, fortalecimiento de capacidades, y se vinculaba su trabajo con otros sectores. Se identificaron más de mil organizaciones en todo el Perú, y me tocó viajar por todo el país para conocerlas, hacer talleres e invitarlas a sumarse al programa. Conocí proyectos en zonas muy alejadas, que hacen, por ejemplo, danzas modernas a partir de las danzas tradicionales. Fue una experiencia muy enriquecedora.

También trabajaste en la Escuela Nacional de Bellas Artes, ¿verdad?
Sí, fui directora de Promoción Cultural, dirigía el Centro Cultural y llevaba a cabo las acciones de promoción cultural con los alumnos; principalmente en el tema de exposiciones de arte, talleres, festivales y congresos. Y antes trabajé en gestión cultural, temas de cooperación. Yo soy comunicadora para el desarrollo y mis primeras experiencias de trabajo fueron en proyectos de desarrollo. Desde ahí me orienté hacia la cultura.

Estuve cuatro años en el proyecto Fútbol y Barrios de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que trabajaba con las barras bravas, identificando a sus líderes y capacitándolos con talleres de arte y de liderazgo. También estuve en la asociación Aynimundo, que desarrollaba temas de urbanismo y de fortalecimiento de la infancia y la juventud. Fui jefa del área de Promoción de la Juventud. La asociación creó en San Juan de Miraflores un centro cultural, La Casa de la Cultura, y yo me encargaba de los talleres. Conocí muchas organizaciones culturales de la zona. Ese fue uno de los espacios que marcó mi decisión de trabajar en cultura. Recuerdo que mi jefe, que era holandés, me preguntó por qué no estudiaba gestión cultural, y me animó a hacerlo. Estudié una maestría en Gestión Cultural en la Universidad Carlos III de Madrid. Cuando volví, empecé a buscar trabajos en esa línea. 

¿Qué significó para ti estudiar Comunicación en la Universidad de Lima?
La verdad es que yo soy fan de mi Universidad. Me entusiasman mucho mi carrera y los cursos que llevé, la calidad de los profesores y su disposición a sostener discusiones profundas. Siempre percibí que la Universidad era de calidad, muy cálida y amable. Uno podía sentirse en casa, todo estaba muy bien cuidado y enfocado en el estudiante.