Fernando Tori
Docente de la Maestría en Tributación y Política Fiscal y socio de EY
En un post anterior, recordábamos qué son las reglas de subcapitalización:
“[…] son normas que limitan la deducibilidad de los gastos por intereses para efectos del impuesto a la renta y se aplican en forma supletoria al conocido principio de causalidad, estableciendo que, para que un gasto sea deducible de la base imponible del impuesto a la renta, es necesario que se encuentre vinculado a la generación de renta gravada o al mantenimiento de la fuente productora de dicha renta. Esto quiere decir que para que el gasto por intereses sea deducible debe cumplir con el mencionado principio de causalidad y no exceder el límite de subcapitalización”.
El problema es que el límite establecido para la deducibilidad de los intereses afectará la capacidad de las empresas para generar liquidez, dado que los gastos financieros que correspondan al exceso del monto máximo de endeudamiento serán no deducibles, generándose una mayor carga impositiva para los contribuyentes. Como señalamos en dicho post, desde el 2019 el monto máximo de endeudamiento afecta a todo tipo de endeudamientos, no solo a aquellos contraídos entre partes de un mismo grupo económico, como era antes; y desde el próximo año, la fórmula del límite de subcapitalización cambiará y ya no serán deducibles los intereses que excedan el treinta por ciento del EBITDA del ejercicio anterior.
En aquella ocasión decíamos, y lo ratificamos hoy, que estas nuevas reglas son extremas, pues limitan la deducción de los gastos derivados de financiamientos con instituciones bancarias o provenientes de deudas comerciales, al no haberse adoptado los safe harbors habituales para normas de este tipo.
En las circunstancias actuales, en las que a diario leemos sobre la contracción en el consumo privado, como no sucedía desde hace treinta años, o sobre la caída del PBI entre el catorce y el veinte por ciento, no entendemos cómo el Gobierno no ha dispuesto la suspensión de estas reglas. Hoy más que nunca, las empresas requieren financiarse para sacar adelante los negocios, lo que a su vez genera nuevos puestos de trabajo y reactiva la inversión privada y el consumo. Además, el próximo año el límite para la deducción será considerablemente menor, pues el EBITDA de las empresas se verá claramente afectado.
Esperemos que se tome conciencia y se suspendan las reglas de subcapitalización hasta que nos recuperemos de los efectos de la COVID-19.
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