A Eduardo Romay nunca le gustaron mucho los deportes. Hizo varios intentos con diferentes disciplinas y siempre terminó aburriéndose… hasta que probó el vóley. Hoy es el capitán de la selección masculina de vóley que jugará por el Perú en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Además de su carrera deportiva, estudia Comunicación en la Universidad de Lima. Hace malabares para que no se le crucen los horarios de entrenamiento y de estudios. Una vez que trabaje, piensa seguir haciendo vóley.
¿Tu talla influyó mucho para que eligieras el vóley?
En parte, sí. Esta historia comenzó cuando mi papá conoció al entrenador de la selección masculina de vóley y le preguntó si le interesaba probar a un chico de más de 1,90 m (hoy mido 1,99 m). Al entrenador se le abrieron los ojos porque en vóley siempre se busca a jugadores altos, así que me aceptó. Yo fui a un entrenamiento, a insistencia de mi papá, y me quedé impresionando al ver cómo jugaban. Tenía 16 años en ese entonces y no sabía nada de ese deporte, así que pasé seis meses durísimos haciendo una cantidad increíble de voleos, antebrazos, ataques contra la pared. Entrenaba con los mayores y, a veces, me daban la oportunidad de entrar a la cancha en un partido. Luego llegué a jugar a mi categoría, con chicos de 15 a 17 años, y fue un poco complicado: me costó hacer amigos porque el equipo ya estaba formado, pero seguí y de pronto empecé a aportar al equipo y me comenzó a gustar.
¿Cuándo fue tu primer campeonato?
Yo arranqué a entrenar en enero del 2011 y en noviembre tuve mi primer sudamericano infantil en Guayaquil, Ecuador. Ese fue mi primer viaje con la selección. Había viajado al extranjero una vez nada más, así que tenía todas las emociones juntas: eran muchas cosas nuevas. Terminó esa competencia y me quedé con muchas ganas de ganar a los equipos que no pudimos ganar en ese entonces, así que desde ahí me esforcé más.
¿Cómo te va ahora que faltan tan pocos días para los Juegos Panamericanos Lima 2019?
En estas últimas semanas estamos entrenando a la hora que nos toca jugar, a la 1 de la tarde, y hacemos muchos ejercicios anaeróbicos y saltos. No jugamos un partido normal, con poco descanso, pues la idea es que tengamos resistencia para soportar un partido largo, que puede durar hasta 3 sets para alcanzar el desempate.
Anímicamente, ¿cómo se sienten el equipo y tú?
Todos en el equipo estamos con muchas expectativas. Venimos de haber ganado muchos partidos y, ahora que jugaremos en casa, tenemos emociones positivas. Claro que también hay un poco de presión y ansiedad porque nunca hemos tenido un campeonato de esta magnitud en el país, además de que varios jugadores van a representar al Perú por primera vez.
¿Vas al psicólogo deportivo también?
Sí, claro. El psicólogo deportivo del Instituto Peruano del Deporte (IPD) es un apoyo fundamental, muy necesario para todo deportista, sobre todo, para nosotros porque en los deportes colectivos el Perú no es tan bueno.
¿Qué supone para ti ser capitán del equipo?
Es una responsabilidad grande. El capitán es la voz del equipo y ser capitán supone conversar con la Federación Peruana de Vóley y con los chicos, pues, como dice el entrenador, ya que he estado en el extranjero y en muchos campeonatos internacionales, tengo experiencia y debo transmitirla a mis compañeros, así como darles calma y guiarlos. La tranquilidad es muy importante en un equipo: si el adversario nota que alguien está nervioso, a esa persona le van a mandar todas las bolas. También hay que estar motivados porque basta que alguien esté desmotivado para que afecte a los demás.
Eres el primer peruano en jugar en una liga asiática. ¿Cómo te fue?
Jugué por el equipo Jeddah Al-Ittihad, en Arabia Saudita, hace un poco más de un año, y fue una experiencia tremenda porque representó para mí un choque cultural, religioso y de idioma. Además, por primera vez me tocó vivir en otro país. Eso, definitivamente, me ayudó a crecer como persona y como deportista. Ya no era el engreído de la casa (risas); estaba solo allá. De hecho, esa ha sido la mejor experiencia deportiva que he tenido en la vida. Fue un motivo de gran alegría también porque quedamos segundos con un equipo que, cuando llegué, hacía 30 años que no tenía un logro tan grande, así que recibí mucho cariño por parte de la gente. Fue maravilloso, realmente, y le deseo lo mejor al equipo.
¿Qué tan importante es la estrategia en el vóley?
Es fundamental. Un voleibolista desarrolla fuerza, agilidad, resistencia y rapidez de reacción, pero todo eso se debe complementar con la técnica y la estrategia para que dé un buen resultado. El equipo peruano no es muy alto, en general, y en este deporte se requiere un biotipo especial; por eso, es tan importante desarrollar otras habilidades.
¿Qué piensa tu papá, que fue quien te inició en el vóley?
Mi papá y mi mamá me han apoyado siempre, en todo momento. Mis amigos y familiares me han sugerido en diferentes oportunidades que deje el vóley porque no voy a vivir de eso, pero mis papás siempre me han apoyado y me han animado a llevar el deporte paralelamente a mis estudios. Todo el tiempo han sido un soporte para mí, siempre han querido que lleve un buen balance entre estudios y deporte, y piensan que ahora es mi oportunidad, ya que más adelante, por la edad, no podré seguir con el deporte a nivel competitivo.
Además, las empresas valoran ciertas cualidades de los deportistas de alto rendimiento, como la disciplina, la perseverancia, su capacidad de organización, entre otras.
Pienso que sí. Al hacer un currículum, suma bastante el hecho de tener la capitanía del equipo porque habla de liderazgo, orden y disciplina. El único problema al momento de contratar es que el deportista no tiene todo el tiempo disponible, y eso es puede jugar en contra.
¿Cómo te organizas para estudiar y entrenar al mismo tiempo?
Este último ciclo no he estudiado, precisamente para prepararme mejor para esta competencia. Pero en un ciclo regular lo que hago es pedir los horarios de entrenamiento y, con esa información, le solicito a la Universidad que me dé facilidades para armar mis horarios de clases; felizmente, siempre recibo apoyo para eso. Por lo general, entrenamos a partir de las 6 de la tarde, así que trato de tener libre la noche y sincronizar mis horarios de terapias y descanso.
¿Qué te parece la Carrera de Comunicación en la Universidad de Lima?
Me encanta mi carrera en la Ulima: aprendo muchísimo. Hay momentos en que me gustaría empezar a trabajar de una vez, pero por ahora me toca hacer otras cosas. Quiero especializarme en comunicación corporativa y desarrollo.