Para Daniela Morales y Kaori Miyahara, el día comienza antes del amanecer. Como una rutina impresa en el cuerpo, se levantan de sus camas y, automáticamente, se alistan para su entrenamiento de natación. Una vez en la piscina, antes del primer salto al agua, a veces ha pasado por su mente el pensamiento “en este momento debería estar durmiendo”, pero al primer splash se enfocan en el objetivo: esforzarse para mejorar sus propias marcas.
Y después de un entrenamiento demoledor, asisten a sus clases en la Universidad de Lima, para luego retornar a la piscina y completar el doble entrenamiento que hacen a diario, desde que eran unas niñas y estudiaban en el colegio.
Ahora, las nadadoras combinan su carrera deportiva con sus estudios de Comunicación (Daniela) y de Negocios Internacionales (Kaori). No es fácil, porque a veces los exámenes se cruzan con las competencias y porque su ritmo de vida es pura disciplina y sacrificio. Pero a cambio reciben enormes recompensas, como tocar primeras el borde de la piscina y ganar medallas para sus clubes y para el Perú.
Las dos estudiantes Ulima se preparan ahora para el Campeonato Sudamericano de Natación, en Paraguay, que se realizará del 30 de marzo al 3 de abril.
La especialidad de Kaori es libre y las grandes distancias (400, 800 y 1.500 metros). Daniela nada pecho, además de pruebas en aguas abiertas, es decir, en el mar. “Le tengo miedo al mar y me da un frío horrible cuando me meto muy temprano. Nado con los ojos cerrados, porque si los abro veo sombras y pienso que son animales, me asusto. Pero me gusta”, dice la joven, riéndose.
Érase una vez
Kaori recuerda:
“Yo hago natación desde los 7 años, por recomendación médica, pues soy asmática, y porque mis padres querían que practicara un deporte. Al principio no me gustaba mucho, no quería competir, pero luego le agarré el gusto y a los 14 años entré a la selección nacional de natación”.
Daniela, por su parte, comenzó a nadar a los 4 años cada verano, hasta que empezó a competir a los 7 y entró a la selección nacional a los 13.
Por supuesto, sin el apoyo de sus padres, estas dos grandes nadadoras no hubieran llegado lejos. Ellos han compartido el sacrificio de sus hijas, se han levantado de madrugada para preparar el desayuno y llevarlas a entrenar. Aún ahora, cuando ellas ya conducen sus propios autos, su familia las ayuda, con las loncheras, las barras y el entusiasmo.
Por supuesto, no solo sus familias las apoyan, la Universidad de Lima también. Las dos jóvenes se sienten felices de recibir un auxilio cuando todo hace parecer que sus horarios no cuadran con sus rutinas de entrenamiento, pues necesitan tomar sus clases en bloque, de manera que puedan nadar en doble horario, mañana y tarde-noche.
También sus profesores están pendientes de sus logros y les otorgan facilidades para dar exámenes en otro momento, cuando estos se cruzan con sus competencias. Las alientan y todo el tiempo les preguntan cómo van con su deporte. “En Estados Unidos es así, los jóvenes estudian y practican deporte, eso va de la mano. Pero en el Perú no todas las universidades dan esas facilidades. Nosotras tenemos la suerte de haber encontrado un apoyo en la Universidad”, comenta Daniela.
Entre los triunfos que coleccionan las dos deportistas, hay uno que llenó de orgullo a la comunidad Ulima, pues no solo ganaron el primer puesto en postas 4 x 50, estilos combinados, en el Campeonato Nacional Universitario de Natación - Apertura 2015, sino que batieron el récord nacional de esta prueba. Este resultado lo consiguieron haciendo un tiempo de 2 minutos, 6 segundos y 30 centésimas, al lado de Massié Carrillo Yong (graduada de Comunicación) y Rina Corti Ñavincopa (alumna de Negocios Internacionales).
“Recuerdo que el rector Óscar Quezada nos ofreció un reconocimiento y habló muy bonito sobre cómo se relacionan los logros deportivos con los académicos, fue motivador”, evoca Kaori.
Merecido homenaje, pues las dos se esfuerzan mucho para hacer bien todo lo que emprenden. Daniela dice:
“Para los trabajos en grupo, yo siempre hago mi parte y la entrego antes del plazo, cumplo con todo. Cuando se puede, hago el trabajo yo sola y no en grupo, porque mi vida está supercronometrada, si el grupo se demora en llegar a la reunión o se distrae con otros temas, pierdo valioso tiempo de entrenamiento”.
Las dos jóvenes tienen su mundo en la natación, todos sus amigos son de ahí y sus reuniones también, en ambientes divertidos y sin excesos, salvo por la comida.
Ciertamente, a los nadadores les encanta salir a comer. Queman tantas calorías en la piscina, que luego comen más que cualquiera en sus casas. Nada de chatarra ni dulces, solo comida sana, frutas secas, carne, muchas frutas, verduras y abundante agua, además de vitaminas, proteínas y glutamina.
Y si algo les preocupa ahora es el futuro. El próximo año, a Daniela le toca hacer prácticas profesionales y no sabe cómo encontrará tiempo para entrenar, estudiar y trabajar al mismo tiempo. Es posible que los ciclos noveno y décimo, que aún le faltan, los haga en más tiempo que sus compañeros, para no abandonar nada de lo que quiere.
Kaori, por su parte, piensa dar todo de sí para clasificar a los Juegos Olímpicos de Río, pero de no conseguirlo, intensificará sus estudios. En vez de llevar los cuatro cursos que siempre sigue, tomará seis.
Ahora bien, en cuanto a sus posibilidades de ir a las olimpiadas este año, ella es la segunda con más chance de clasificar. “Me faltan 4 segundos en 400 libre y en 800 me faltan 8 segundos. Pienso que con bastante entrenamiento, gimnasio y una buena alimentación podría lograrlo”.
Desde aquí, solo nos queda apoyarlas, aplaudir su entrega y disfrutar ese sentimiento bonito de orgullo ajeno por dos chicas que saben lo que es alcanzar metas a partir del esfuerzo. ¡Suerte, chicas!