El medioambiente, un grupo de interés sin voz en el derrame de Ventanilla

Autor(es)

Annia Vargas

Jefa de Responsabilidad Ambiental del Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima

Ante el desastre ambiental ocurrido el pasado sábado 15 de enero ocasionado por el derrame de aproximadamente 6000 barriles de petróleo en el Terminal Multiboyas N.° 2 de la refinería La Pampilla, durante una operación de descarga, y que ha generado un gran daño ambiental en el ecosistema marino-costero de los distritos de Ventanilla, Santa Rosa, Ancón y alrededores, nos preguntamos por qué la empresa que opera dicha refinería no ha asumido de forma explícita la responsabilidad de lo que ya muchos han denominado el mayor desastre ecológico de nuestra ciudad. Esto nos llama a una reflexión sobre cuáles son las responsabilidades de una empresa hacia sus grupos de interés. ¿No es acaso el medioambiente un grupo de interés directo de una empresa de hidrocarburos? La responsabilidad ambiental corporativa está por encima de las leyes y normas, y supone un compromiso ético y voluntario que asumen las empresas para desarrollar sus actividades de manera sostenible.

Lamentablemente el medioambiente no tiene voz propia, y cuando ocurren accidentes de este tipo ya es muy tarde para hacer algo al respecto. He ahí la importancia de los estudios de impacto ambiental y planes de contingencia, instrumentos que deberían contener medidas de prevención y control para evitar que estos hechos ocurran, o que, cuando ocurran, su impacto pueda ser mitigado.

La importancia del medioambiente como grupo de interés radica en una serie de servicios ecosistémicos que muchas veces son subvalorados, como el aprovisionamiento de recursos pesqueros, la provisión de agua dulce, la regulación de los climas, la purificación de aguas, la reproducción y el descanso de especies marinas, las oportunidades de recreación, entre otros. Todos estos servicios se han visto afectados por este derrame que ya ocupa un área de 1.739.000 metros cuadrados, según lo informado por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). El mismo organismo refiere que son 20 playas de Ventanilla, Santa Rosa, Ancón y Chancay afectadas por el crudo y a ello debemos sumar la afectación a zonas protegidas como son la Reserva Nacional Sistemas de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, Islotes de Pescadores y la Zona Reservada de Ancón, tal como ha sido reportado por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp).

Lo que las distintas imágenes y videos publicados durante los últimos días nos muestran es solo una parte del problema, pues existen especies en el fondo del mar y otras más pequeñas que son parte fundamental de la cadena trófica y cuyos entornos no podrán ser atendidos por la dificultad de acceso de los equipos de limpieza. Según la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), algunos de los principales impactos se dan por el bloqueo del paso de la luz en la superficie marina, lo que impide el proceso de fotosíntesis en las algas; asimismo, existe un envenenamiento debido a la toxicidad del petróleo que genera mortandad en muchos organismos, y a largo plazo hay una alteración en la cadena trófica debido a la ausencia de algas. Aún no sabemos a ciencia cierta cuál es el impacto real de este desastre, pero somos conscientes de que la contaminación sigue extendiéndose y ya ha llegado a las costas de Huaral y Barranca, según información de la SPDA, debido a que no ha habido acciones de contención suficientes por los responsables.

Al impacto ambiental se suman el impacto económico y social consecuentes de esta afectación al medioambiente, el cual se ve reflejado en los más de mil pescadores que dependen de la pesca para subsistir que están siendo perjudicados y en las playas que han sido declaradas como no saludables por la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa). Cabe indicar que los pescadores artesanales de Ancón incluso fueron reconocidos por aplicar prácticas de manejo responsable de los recursos, estableciendo temporadas de veda, límites de extracción de recursos, rotación en las zonas de pesca y turnos de vigilancia (Minam). Todo este trabajo de años ha quedado relegado por este desastre.

Un indicador interesante de la calidad ambiental de nuestros mares se encuentra dentro del marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, específicamente el ODS 14: Vida Acuática. En el último reporte del 2021, este ODS se encuentra de color rojo, lo que quiere decir que existen grandes retos para poder cumplir con este objetivo. Específicamente los criterios con menor puntaje corresponden al índice de salud del océano y al área promedio protegida de sitios marinos con alta biodiversidad. Este dato está directamente relacionado al reporte de vigilancia sanitaria de playas 2021 de la Digesa, en el cual se puede apreciar que solo en la Provincia de Lima el 88 % de las playas monitoreadas son calificadas como no saludables.

Como hemos visto, no es posible desligar al medioambiente de los otros grupos de interés de una empresa, como la comunidad, los proveedores, los clientes, las instituciones públicas, porque todos ellos se encuentran directamente vinculados con el medioambiente. Esta es una visión integral que todas las empresas deberían tener antes de iniciar sus operaciones. Si queremos asegurar los recursos naturales para futuras generaciones, el único camino es preservarlos. Sin duda, este no ha sido el enfoque empresarial con responsabilidad ambiental esperado, y, dada la fragilidad de los ecosistemas afectados, podría tomar años remediar el daño.

Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición)
Vargas, A. (24 de enero de 2022). El medioambiente, un grupo de interés sin voz en el derrame de Ventanilla. Ulima Verde. https://www.ulima.edu.pe/sostenibilidad/blog/medio-ambiente-derrame-ventanilla

Referencia

Comunicado. (20 de enero de 2022). Repsol Perú. https://www.repsol.pe/es/sala-prensa/notas-prensa/comunicado.cshtml

Añadir nuevo comentario

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.
CAPTCHA