En una época en que los jóvenes están tan vinculados a la tecnología y a las pantallas, el psicólogo Sandro del Negro cree en un aprendizaje más activo, más colaborativo y más conectado con la vida, así como en la formación de una conciencia moral, que les permita a los jóvenes ser más empáticos, responsables y solidarios. A partir de su experiencia en colegios, Sandro ha desarrollado Simoc, un sistema web para monitorear la convivencia escolar.
Sandro estudió Psicología en la Universidad de Lima y luego se especializó como terapeuta cognitivo conductual y humanista existencial. También investiga, practica y busca integrar el mindfulness en su trabajo.
¿Cómo es tu trabajo en el Colegio San Pedro?
He venido trabajando con estudiantes de quinto a octavo grado. Mi labor es de acompañamiento a su proceso formativo en los campos de aprendizaje, emocional, social y conductual. Los monitoreamos a partir de la información de los grados anteriores, a través de evaluaciones preventivas, observaciones, informes de los profesores y tutores o a pedido de los padres. Los tutores pueden remitirme a un alumno porque perciben que algo no va bien; entonces lo evalúo y luego me reúno con los padres para, en conjunto, comprender lo que sucede, orientarlos y, de ser necesario, sugerirles un apoyo externo. Además, las sugerencias son muy importantes sobre el acompañamiento del alumno para los tutores y el equipo de profesores.
Te ocupas de colegiales en plena pubertad. Esta es una etapa con muchos cambios, ¿verdad?
Sí, a partir de quinto grado los alumnos inician los cambios de la pubertad y en octavo pasan a high school ya como adolescentes. Tanto los padres como los profesores y quienes trabajamos con los alumnos necesitamos comprender las características particulares de esta etapa. Los comportamientos tienen un significado diferente en cada alumno. A veces, una conducta inapropiada puede ser intencional o puede tratarse de una búsqueda de afirmación, de llamar la atención, de pertenecer, una forma de decir “estoy acá, tengo nombre y apellido, tengo voz”, o puede reflejar ciertos estados emocionales que requieren atención.
¿Cómo describirías a los púberes?
Entre los cambios más llamativos que experimentan los púberes están los físicos, como el aumento de estatura, la aparición de vellosidades, cambios en la voz, etcétera. También desarrollan su pensamiento, comienzan a querer ubicarse socialmente, buscan afirmación, su propia identidad, y empiezan a tener inquietud por las chicas y ellas por los chicos. Todo eso hace que el reto de enseñarles sea mayor. Y a eso se suma el hecho de que cuentan con mucha información, acceso frecuente a tecnología y a pantallas, lo cual determina que tengan una mentalidad de inmediatez, que busquen una estimulación intensa. Además, quieren mantenerse entretenidos, hacer lo que les gusta y su tiempo de atención es corto.
Frente a eso, ¿qué estrategias puede aplicar el profesor?
El reto del profesor es propiciar un aprendizaje más activo, colaborativo, significativo. Los chicos necesitan una conexión con la realidad, con la vida. Incluso pueden tener la información que el profesor va a darles y lo que necesitan es conocer cómo aplicar esa información en la vida; necesitan producir, desarrollar, crear. Son chicos muy estimulados y es importante aprovechar sus cualidades para darles la libertad de producir cosas interesantes. Ahora, más que nunca, el papel del profesor es el de un facilitador que debe tener en cuenta las características y estilos de aprendizaje de sus alumnos.
Con las características que conoces de ellos actualmente, ¿sería posible proyectar qué se puede esperar de ellos, como generación, en el mercado laboral?
Es difícil visualizar a los chicos de ahora en un trabajo, pero tiendo a pensar que, como valoran mucho hacer cosas que les gustan, quizás puedan ser un poco cambiantes: no durar mucho en algunos puestos hasta que encuentren algo con lo que realmente conecte su pasión. Algunos tal vez no ocupen su tiempo en un solo trabajo y busquen empleos con horarios flexibles o la opción de trabajar en casa. Son chicos que necesitan encontrar una motivación para hacer las cosas. No tienen esa mirada de sacrificio, como las generaciones anteriores, que entraban a una empresa y sabían que para forjarse una carrera debían sacrificarse algunos años. Ellos, más bien, van a valorar su tiempo, van a hacer las cosas que les gustan, buscarán calidad de vida, más que sacrificio, lo cual es interesante, pero también un reto. Será muy importante que los padres y maestros ayuden a que los alumnos se conozcan, descubran y experimenten sus talentos e intereses para que logren una proyección profesional conectada consigo mismos. Esto podría darles más estabilidad en su desempeño profesional.
¿Qué podrías decir en cuanto a los valores que necesitan reforzar?
Si queremos que las generaciones futuras contribuyan a mejorar el país, tenemos que trabajar junto con ellos en la creación de mayor conciencia moral y social para que sean personas empáticas, solidarias, que entiendan su vida como una oportunidad para realizarse y aportar al país, a la sociedad. Creo que el individualismo, el facilismo, la criollada y el vivir centrado en el consumismo nos retrasan. Buscar solo el bienestar, pasarla bien y tener comodidades es un camino muy limitado para la realización personal. Hay que formar a los jóvenes en valores que deben hacerse vida; inculcar la honestidad, la rectitud, la responsabilidad frente a sus decisiones, la tenacidad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad y generosidad. Los padres son los principales formadores en valores no solo en cuanto a lo que dicen, sino sobre todo en cuanto a su ejemplo. Los maestros apoyan a las familias en este proceso formativo. Si el alumno está conectado con el mundo, no solo con su mundo infantil o de diversión, y le acompañamos a experimentar y categorizar la experiencia de vivir los valores, la interiorización será más fácil.
¿Qué podrías comentar respecto de la consulta particular?
Es un trabajo bonito porque las personas vienen buscando ayuda respecto a algo que les sucede y no comprenden, algo que los sobrepasa, y con cada paciente se da una relación única. El motivo de consulta inicial puede ser algún síntoma como ansiedad, depresión, estrés, poco control de la ira, impulsividad, frustración laboral, etcétera; sin embargo, además de buscar alivio al síntoma es necesario ayudar a los pacientes a pasar por un proceso de conocimiento, de comprensión de sí mismos, de aceptación, de ver nuevas perspectivas y, finalmente, de alcanzar un manejo de las emociones que le permita lograr objetivos que antes no creían posibles.
Debe ser gratificante poder ayudar a las personas a pasar por este proceso y, finalmente, verlas alcanzar sus metas.
Absolutamente. Es gratificante cuando se sigue el proceso y la persona va consiguiendo resultados. Por ejemplo, hay quienes llegan deprimidos, con una mirada negra sobre sí mismos y sobre la vida, pero luego logran transformar esa mirada en esperanza, desarrollan una mejor mirada de sí mismos, una mejor autoestima, una mayor aceptación de la existencia en general y de sus vidas, y se trazan nuevos objetivos.
¿Cómo es el sistema web que has creado para monitorear la convivencia escolar?
Lo he llamado Sistema de Monitoreo de la Convivencia (Simoc) y estoy cerrando la primera etapa, que compartiré este año. Es un sistema para evaluar las relaciones de afinidad y distancia entre los alumnos, que permite detectar indicadores de maltrato y conocer cómo se percibe el alumno a sí mismo y a su entorno; se identificará, por ejemplo, qué alumno está en situación de integración social, quién tiene influencia sobre otros, es decir, liderazgo, quién está aislado o es rechazado, etcétera. Con este sistema, los psicólogos fácilmente elaboran y aplican evaluaciones ahorrándose horas de trabajo usualmente dedicadas a tabular las encuestas del sociograma, por ejemplo. Cuenta con gráficos y herramientas prácticas de observación de resultados, y el sistema da alertas para luego realizar una evaluación a profundidad. Lo voy a introducir de una manera muy accesible en los colegios.
¿Qué te motivó a desarrollar este sistema?
El hecho de que no exista una herramienta de este tipo en el Perú. A mí me costaba mucho tiempo hacer las tabulaciones, ingresar toda la información. De esta manera, todo me resulta más rápido y práctico. Cuento rápidamente con reportes grupales e individuales y el tiempo ahorrado lo puedo dedicar a labores más críticas en el colegio. Lo lancé a fines del año pasado, a modo de prueba, sin costo, para tener un feed back. Tuve muy buenos comentarios y sugerencias. Estoy haciendo las mejoras y ajustes, y dentro de un mes espero lanzar la primera parte.
¿Qué otros trabajos has tenido?
Al salir de la Universidad, mi orientación primera era la clínica. Hice un posgrado en terapia cognitiva conductual y, a la par, trabajé en selección de personal y análisis de clima laboral. También estuve un tiempo haciendo terapia en el Colegio Antares y en el Centro Peruano de Audición, Lenguaje y Aprendizaje (CPAL). Luego pasé al Ministerio de Salud y, finalmente, al Colegio San Pedro.
Aparte del trabajo, ¿tienes alguna manera especial de hacerle frente al estrés?
Es importante lograr un balance entre el trabajo y el tiempo en familia y de recreación. Practico mindfulness y bodyboard hace tiempo, y en particular el deporte para mí es un espacio importante de desconexión y recarga. El bodyboard es un deporte completo, divertido, y el ambiente es amigable. Justamente vengo de correr olas en el norte, en mis vacaciones. Disfruto mucho el contacto con la naturaleza: me encanta el mar, la adrenalina que produce el correr olas y la buena onda que se da entre los que lo practican.
Perteneces a la primera promoción de la Carrera de Psicología de la Universidad de Lima. ¿Cómo valoras la formación recibida?
A mí me sirvió bastante esta visión integral de la psicología: me ayudó a ubicarme en lo organizacional, un poco en lo clínico y en lo educativo. Esa mirada amplia y no sesgada en una sola rama me fue muy útil. Por otro lado, tuvimos excelentes profesores y buenos compañeros.