Pasión por el arte y la meta de internacionalizarlo

Después de estudiar la Carrera de Marketing, Brian Vega descubrió que lo suyo era el arte y eligió dedicarse de lleno a pintar grandes murales. Lo hace tanto en el Perú como en el extranjero. Además, tiene una tienda de arte que ha implementado junto con otros artistas, Espacio Unno, y en el mundo artístico, ya tiene un nombre ganado, The Monks.

Haber estudiado en la Universidad de Lima le ayudó a rentabilizar su carrera y a enfocarse en brindar servicios a empresas. También le ha dado la ventaja de conversar en el lenguaje del mundo de los negocios. 

¿Cuándo empezaste tu actividad artística? 
Empecé mientras cursaba el primer ciclo de la Universidad. Un día, invité a un amigo a pintar en el techo de mi casa. Yo no sabía nada de hacer murales, pero mi amigo sí, y a partir de ese momento pintábamos cada sábado. Esto fue más o menos en el 2011. Después pinté yo solo, hasta entonces, como un pasatiempo. Cuando terminé mis estudios universitarios, me dediqué completamente a esto. 

¿Dónde se puede ver tu trabajo?
Pinto en varios lugares y para varias marcas. Por ejemplo, recientemente en Coney Park. También tengo una tienda en Barranco, es un espacio que implementamos con unos amigos para vender polos, agendas, pines y otros artículos. En cuanto a festivales, en el extranjero, he pintado en Nueva York, San Diego, Rumanía, Italia, España, Bélgica, entre otros. Para participar en festivales es necesario postular. Si te aceptan, compites contra otros artistas. Postular es importante y ser seleccionado depende mucho de la trayectoria, del estilo y del tiempo que se lleva en la pintura.

¿Cuánto tiempo permanecen en exposición los murales que pintas en las calles? 
Depende mucho de la marca. Unos amigos pintaron para Faber Castell en Monumental Callao y el trabajo sigue ahí, por ejemplo. En Miraflores, en la calle Alcanfores, tengo un mural. En Barranco, hay un par de muros que trabajé. Además, hay otros murales que uno pinta por su cuenta, es decir, tú puedes pintar en una pared si el dueño del predio te da el permiso para hacerlo. Simplemente, llevas los materiales y lo haces. A mí me gusta pintar en la calle. Consigo un muro, llevo materiales y pinto. Otras veces lo hago a pedido de algunas marcas, en restaurantes o empresas.

¿Qué temática pintas?
En general, pinto animales personificados, más o menos como los de la película Zootopia. Son animales con personalidad —pienso qué hubiera pasado si los animales evolucionaban—, les pongo tatuajes e incluyo elementos de la naturaleza, como plantas. A veces también hago realismo a mi estilo, que es muy marcado y está definido por el uso de colores muy contrastantes, como naranja, morado, verde agua y fucsia. 

Además, hay mucho detalle en tu pintura.
Sí, trato de ponerle mucho detalle sin necesidad de recargar la pieza. Pero, sobre todo, trato de contar algo del personaje. Por ejemplo, me imagino un tigre y coloco algunos indicios de lo que hace el tigre o sobre quién es, es decir, le doy una especie de storytelling al personaje. Puede ser un personaje que vende frutas dentro de un mercado, e imagino qué más haría y añado elementos según eso.

¿Cómo es la mecánica del trabajo cuando una marca te hace un encargo?
Trato de trabajar de manera que combine lo que la marca requiere con lo que a mí me interesa expresar. Llegar a un punto medio es la clave. Si se trata de reproducir cosas, no hay mucho sentido artístico.

¿Qué es lo más llamativo o lo que más te ha gustado de pintar?
Creo que el mural que pinté en Rumanía el año pasado. Para empezar, Rumanía es un país muy lejano para nosotros, no solo geográfica, sino también culturalmente. No conocía nada de ese país, pero fui y pinté un mural muy grande, como de trece metros de alto por siete metros de largo. Me gustó mucho la interacción que hubo, el festival y todo lo que sucedió dentro del festival. Fue muy interesante y lo encontré muy diferente al lugar donde vivo. Había unos veinte artistas invitados y yo era el único de Latinoamérica. En el mural, pinté unos animales que hacían un brindis.

¿Cuál es el trabajo que has hecho por encargo y que recuerdas especialmente?
Hace poco fui a pintar para la Organización Internacional de Migraciones (OIM), en Tumbes. Me pidieron que retrate uno de los manglares de Tumbes en un muro. Fue un poco complicado debido al calor y a la plaga de grillos que había. Pero el resultado fue muy bueno y las personas me agradecieron mucho. Nunca había recibido tanto agradecimiento por algo que había pintado, así que por eso también me gustó mucho ese trabajo. En otra ocasión, pinté para un salón de uñas y fue muy bonito, porque llegué a un punto medio entre lo que buscaba el cliente y mi visión. Hice unas uñas largas con diseños y el trabajo quedó muy bien.

¿Cuál fue la función que cumplió la pintura que hiciste para la OIM? 
Estaba en la Plaza de Armas. Ahí había una pileta que antes tenía unos mosaicos muy bonitos, pero las autoridades los retiraron para mejorar el flujo del agua. Tras quitar los mosaicos, la pileta estuvo abandonada por ocho años, y cuando la OIM estuvo de paso en esa ciudad, propuso pintar un mural y la pileta. Fue un trabajo muy bonito, como dije, porque hubo una muy buena respuesta de las personas.

¿Cómo te va con la tienda que abriste con tus amigos artistas?
Nos va bien. La tienda tiene más de cinco meses, se llama Espacio Unno y queda en Barranco, en Bajada de Baños 342. Aunque sabía que se necesitaba un espacio físico para la venta, jamás pensé que fuera tan necesario. Empecé el proyecto y pensé que lo peor que podría pasar era recuperar mi inversión y luego cerrar. Pero casi al instante nos dimos cuenta de que había un público transeúnte internacional que compra lo que hacemos. Abrir una tienda nunca fue mi plan, pero ha sido algo muy bueno. Ya tenemos a una persona que trabaja para nosotros, todo funciona muy bien y es bueno sacar productos todo el tiempo y ponerlos a la venta. Al vender por internet, llegas a un público y, al pasar un tiempo, este público queda un poco desgastado. En cambio, a la tienda física siempre va a llegar gente nueva. Vendemos diferentes objetos, como pines, stickers, polos, gorros, cuadros, tomatodos, tazas, cerámicas, de todo. 

De todas las formas con las que logras expresar tu arte, ¿cuál es la que más te gusta?
Lo que más me gusta es pintar en grandes muros. Quiero tratar de internacionalizar un poco más mi carrera, por ejemplo, asistir a más festivales. A eso apunto. 

¿Realizaste una exposición en agosto?
Sí, fue mi segunda muestra individual, en Coleccionista Coffee. Presenté once lienzos, un espejo que pinté, dos art toys (esculturas de personajes) y nueve calados de madera que hice en colaboración con otros artistas. Además, como coincidencia con mi cumpleaños y el estreno de la exposición el 17 de agosto, salió una etiqueta de una cerveza artesanal pintada por mí. Fueron muchas cosas en la misma fecha.

¿Has tenido oportunidad de aplicar la Carrera de Marketing en tu vida laboral?
La carrera que estudié me ha ayudado mucho. Por un lado, porque conocí a gente muy interesante, lo que es importante. Por otro lado, me enseñó a pensar en el mundo de los negocios, no solo como artista. Desde que empecé a estudiar Marketing en la Universidad de Lima, supe que esto era un servicio y que debía apuntar a las empresas. Por eso busqué la manera de rentabilizar mi arte. Finalmente, mi carrera me da la ventaja de hablar con personas de empresas en el mismo lenguaje.