Una carrera en el mundo financiero y un emprendimiento pisquero

Martín Santa María ha sido gerente general de siete compañías en los últimos 13 años. Hoy se desenvuelve como gerente general en la Cámara de Compensación Electrónica y además produce el pisco Cuatro Fundos en su propio viñedo, con el que ha ganado premios en el Perú y el extranjero. La Carrera de Ingeniería Industrial que cursó en la Universidad de Lima le dio los conocimientos y las herramientas necesarios para enfrentar los retos que le ha planteado el campo laboral y el mundo de los negocios. 

¿Cómo llegaste a la Cámara de Compensación Electrónica?
Yo manejaba la compañía de Pagos Digitales Peruanos, una billetera digital que buscaba facilitar la vida de las personas a través de la inclusión financiera. Con la experiencia que obtuve ahí, me propusieron asumir la gerencia general de la Cámara de Compensación Electrónica, que es una operación mucho más grande. Es una compañía de propiedad de todos los bancos, que cumple un rol articulador en el sistema financiero para realizar las transferencias interbancarias. Al enviar dinero de una entidad financiera a otra, este pasa necesariamente por la Cámara. Nuestra labor se lleva a cabo en coordinación con el Banco Central de Reserva, que es nuestro regulador y maneja la política monetaria del país.

¿Cómo han aumentado las operaciones electrónicas desde que ingresaste a la Cámara hasta la fecha?
Apenas asumí el encargo de la gerencia general, vino la pandemia de la Covid-19 y la cuarentena que vivimos provocó que el volumen de operaciones se disparara. Desde el 2020 hasta hoy, hemos crecido más de 20 veces. Pero ese volumen de transacciones no lo soportaban los sistemas de esa época, de manera que tuvimos que ejecutar varios proyectos. El primero fue atender las operaciones 24 horas durante los siete días de la semana. Antes se realizaban solamente de lunes a viernes, en horario de oficina. Desde diciembre del 2020, ya se puede enviar una transferencia cualquier sábado, domingo o feriado, a cualquier hora del día o de la noche. Este año se ha migrado a una nueva plataforma de clase mundial, Vocalink, que forma parte de la corporación Mastercard y tiene tecnología de última generación. Estamos operando en esta plataforma con una potencia y una capacidad de procesamiento bastante mayor que la anterior. Por esta plataforma se realizan todas las operaciones bancarias, y eso lo manejamos desde la Cámara.

¿Cómo avanza el proyecto tan sonado que integrará las billeteras digitales?
Acabamos de iniciar, en coordinación con todas las entidades financieras y con el Banco Central de Reserva, el proyecto de interoperabilidad. Queremos mejorar la experiencia de uso para las personas. Es decir, cuando quieran realizar una transferencia a una persona que tiene cuenta en otro banco, ya no tendrán que colocar un código interbancario, que es larguísimo, sino simplemente poner el número de teléfono de la persona y enviarle dinero. Además, la idea es que con este sistema se pueda pagar en la tienda con un lector de QR. También se podrá hacer una transferencia interbancaria con solo leer el QR. La ventaja de esto es que los pagos con tarjeta representan un costo para los comercios, porque las tarjetas cobran 3 % o 4 % por hacer una transferencia, y en este caso será gratis. Además, se viene una serie de proyectos que van a mejorar la calidad de vida de las personas, porque van a propiciar la inclusión financiera, entre otras cosas. 

¿Cuándo será una realidad la interoperabilidad?
En la primera fase se conectará a Yape y Plin, que son los jugadores más grandes. Esto será dentro de cinco meses. En la segunda fase se conectarán todas las demás, más o menos en junio. En el primer semestre del próximo año todo el sistema financiero debería estar interconectado a través de un celular. Ya está conectado, pero no bajo este sencillo mecanismo, pues actualmente se transfiere dinero mediante un código interbancario. Pronto se podrá hacer esto, simplemente buscando un contacto de teléfono.

¿Dónde has trabajado, aparte de Pagos Digitales Peruanos?
Cuando terminé de estudiar la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima, trabajé en una fábrica de cables y conductores eléctricos, Indeco. Primero, estuve en el área de producción y, posteriormente, en marketing. Luego pasé por una compañía petrolera, Texaco. Ahí me ocupaba de que el lubricante se aplicara a los reductores, a los sistemas hidráulicos, a los motores de combustión, a los engranajes. 

¿Cómo terminaste en el mundo financiero?
La vida me llevó a las finanzas. Estuve en una compañía de leasing financiero, América Leasing, y en esa misma época inicié una maestría en Finanzas. Tuve una linda experiencia en ese trabajo, porque hacíamos ingeniería financiera, armábamos operaciones financieras a la medida del cliente, las calzábamos con su planeamiento de inversión, con su financiamiento de activos físicos, de maquinaria, de equipos. Después de eso, me invitó un grupo muy grande de Colombia, Bancolombia, para iniciar la primera operación de una sucursal en el Perú. Montamos una compañía de arrendamiento de flotas vehiculares. No solo había que entregar los vehículos, sino también ver todo lo relacionado con el mantenimiento y la administración de la flota. Fue una excelente experiencia. La comencé desde cero, fue una startup. Comencé como gerente comercial, en el primer año, y después me quedé a cargo. Eso sentó las bases para el que el grupo Bancolombia trajera la compañía fiduciaria, la oficina de representación y todo el grupo como tal.

Luego de eso me llamó el BBVA, porque estaba consolidando una operación de microfinanzas. Había comprado cuatro entidades financieras y quería fusionarlas, y me propuso liderar la fusión, la integración de los procesos, lograr una cultura única y con una cobertura nacional. Me refiero a la fundación de microfinanzas del BBVA, Financiera Confianza, el brazo de desempeño social del grupo BBVA de España. Me animó a trabajar aquí el componente social tan potente que tenía. Si bien era una institución de corte financiero, como era una fundación, tenía un objetivo social muy claro. 

¿Cuál era ese objetivo social?
Quería combatir la pobreza a través de un protocolo de finanzas productivas. Lo que hacíamos en Financiera Confianza era proveer el financiamiento a los pequeños emprendedores para que, con ayuda de ese recurso financiero, pudieran crecer en su negocio. Fue una labor maravillosa. Me tocó fusionar cuatro entidades financieras. Éramos 2.500 personas en la compañía, cuatro culturas, cuatro procesos distintos. Iniciamos con una productividad muy baja, pero pasamos de diez operaciones al mes a 20, un logro enorme. Luego me llamó el grupo ACP, los antiguos dueños de Mibanco. Mi trabajo ahí consistió en comprar y vender compañías. Yo formaba parte del directorio de las inversiones que manejábamos en la holding. Teníamos la compañía de seguros Protecta, un colegio y diferentes inversiones. Yo pasaba de directorio en directorio y viajaba a distintos países. La idea era ordenar la holding, porque luego de la venta de Mibanco a Credicorp se fue el corazón de la holding y hubo que hacer una reestructuración financiera. Lanzamos varios proyectos, compré varias compañías de factoring orientadas a la pequeña empresa, porque esa era la orientación que tenía la holding. Allí estuve hasta que me llamaron para rescatar BIM, que era la billetera móvil de Pagos Digitales Peruanos. Era una empresa quebrada, de la Asociación de Bancos del Perú, donde ya no querían seguir invirtiendo, porque habían salido Yape, Tunki y otras soluciones de los bancos. Hicimos un plan de negocios y pusimos la compañía en azul. Como yo venía de la banca de inversión, de valorizar compañías y venderlas, tomamos la participación de un nuevo accionista, una financiera, que tomó la mayoría de acciones, e hicimos una operación de venta muy eficiente.  

¿Cuál fue el reto que asumiste en la Cámara de Compensación Electrónica?
Me convocaron para sacar adelante la Cámara de Compensación Electrónica, que tiene 20 años de existencia y estaba operando muy bien, pero se le quería dar un nuevo impulso. La Cámara siempre fue una carretera de pagos, y hoy, aparte de haber emigrado a un servicio 24 por 7, de estar en una plataforma de última generación, estamos implementando diferentes usos, como el código QR, la distribución de bonos de ayuda social y algunos programas, como Juntos, Pensión 65, etcétera. 

Por otro lado, ¿cómo te va con la marca de pisco que produces?
Me va muy bien. Después de 22 años como productor de pisco, ya estamos exportando. La compañía ha crecido mucho y estamos contentos con los resultados. Tenemos más de 35 premios, medallas de oro y de plata en concursos en Madrid, Londres, París, San Francisco, Nueva York, Lisboa, en concursos nacionales y regionales. Hoy exportamos a España, a Bélgica, y desde Bélgica atendemos los mercados de Luxemburgo y Países Bajos. Incluso tenemos un pedido para exportar a Estados Unidos. En el camino estamos desarrollando algunos nuevos productos. Hoy contamos con dos variedades: italia y quebranta, y estamos en el proyecto de hacer brandy, que es un aguardiente de uva añejado en barrica de roble, y, si el tiempo me alcanza, el próximo año lanzaremos una línea de vinos.  

¿Cuáles son las premiaciones más importantes que has recibido con tu marca?
Varias son muy importantes. Me gusta mucho una medalla de oro que ganamos en un concurso nacional, donde se compite con todos los productores del Perú. Aparte, hay dos distinciones internacionales emblemáticas. Una es la Gran Medalla de Oro, que obtuve en el Concurso Mundial de Bruselas. La otra es de un concurso en Madrid, donde ganamos, además de la medalla de oro en la categoría Pisco, la medalla de oro en todo el concurso, el CINVE 2020, porque tuvimos el mayor puntaje sobre los otros destilados (whisky, coñac, ron, vodka). Pero, en general, todas las medallas son importantes. Incluso ganamos una medalla de oro en un concurso de Londres que es el más importante del mundo. Mi marca es Cuatro Fundos. Se vende en Wong y atendemos a algunos restaurantes como Astrid y Gastón, Central, Baco y Vaca, La Gloria y el Westin.

Tengo el viñedo en el valle de Mala, en el distrito de San Antonio. Yo participo en todo el proceso, desde la siembra hasta las ventas. Ahí sale mi vena de ingeniero industrial. Yo mismo embotello, con algunos colaboradores, en una fábrica pequeña que tengo. He aprendido a exportar, así que lo hago yo mismo. Hasta hace poco fui el presidente de la Academia Peruana del Pisco. Dejé el cargo hace dos meses, porque es un cargo rotativo. Deberíamos rotarlo cada cuatro años; yo me quedé ocho, porque me reeligieron. Hasta me he vuelto profesor de vinicultura, de enología, de historia del pisco y del proceso de elaboración del pisco. De vez en cuando dicto en la Escuela Peruana de Sommeliers, en el Instituto del Vino y del Pisco, y también he dictado algunas conferencias internacionales. 

Finalmente, ¿qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Maravilloso, porque me ha permitido hacer muchas cosas distintas. Además, he sido profesor de la Universidad, he dictado dos o tres cursos entre el 2003 y el 2007. La Universidad de Lima me dio la posibilidad de cumplir mis sueños, de liderar las compañías mencionadas, gracias a los conocimientos que adquirí, a las herramientas que me dio. Mi carrera me ha permitido entender con mucha facilidad temas de tecnología, de máquinas, aspectos financieros; y además realizar este emprendimiento y estar presente en todo el proceso, volverme productor de pisco desde el campo hasta la copa.