“No podía ser indiferente a la realidad de mi país”

Yessica Flores, ingeniera industrial por la Universidad de Lima, era gerente de Planeamiento Estratégico en Belcorp (2004) cuando decidió fundar la asociación Kantaya, junto a su amiga Fabiola Portocarrero, con quien compartía el mismo sueño: aportar un granito de arena para un Perú y un mundo mejores.

Pero este granito para el Perú y el mundo representaba un trabajo inmenso y bastante sacrificio para Yessica, pues prácticamente tenía que desdoblarse para cumplir bien con su trabajo y con su asociación. Así que en el 2013 decidió replantear su vida profesional. Ella siempre pensó que uno debía ser feliz en su lugar de trabajo para dar lo mejor de sí y, definitivamente, Kantaya le alimentaba el alma. Así que eligió dedicar el 100 % de su tiempo a su organización.

Ahora su atención se centra en tratar de mejorar la educación de niños de 4 a 15 años, en las 3 “casitas felices” que tiene la asociación en los asentamientos humanos Pachacútec, Hijos de Mi Perú y Santa Rosa, en el distrito de Ventanilla.

Kantaya significa ‘iluminar’ en aimara, y eso es precisamente lo que hace Yessica Flores: iluminar el futuro de muchos niños que se benefician de la labor educativa que realiza su asociación. Yessica cuenta su experiencia en la siguiente entrevista.

¿Qué implicó tu decisión de abandonar tu trabajo estable para entregar todo tu tiempo a Kantaya?
Fue una decisión muy importante en mi vida porque significó dejar el mundo corporativo y la estabilidad económica para ir en busca de un sueño. Pero ha sido la mejor decisión que he tomado. Mi experiencia profesional previa me ayudó a estructurar y ordenar Kantaya. Han sido dos años de crecimiento, planificación, alianzas y desarrollo de oportunidades en pro del objetivo de escalar y poder ampliar el alcance de beneficiados en Kantaya.

¿Recuerdas qué te motivó a fundar Kantaya?
Siempre me motivó participar en actividades de responsabilidad social. Desde que tenía diez años, en calidad de guía scout, pude explorar esta vocación. Y mientras estuve en secundaria, enseñé en un colegio de bajos recursos. Al vivir más de un año fuera del Perú, cuando realicé mi maestría en Marketing en UCLA, Los Ángeles, vi otras realidades y fui consciente de que no podía seguir siendo indiferente a la realidad de mi país. Tenía la responsabilidad moral de agradecer todo aquello que afortunadamente tuve: el cariño de mi familia, una casa donde vivir, una cama para dormir y la atención de necesidades tan básicas como agua, desagüe y educación. Kantaya es mi pasión desde que se fundó, hace más de diez años.

¿Qué has aprendido en Kantaya?
Sin duda, ser parte de Kantaya ha sido un gran aprendizaje personal y profesional. Recibir sonrisas llenas de tanto amor, a pesar de todas las necesidades, nos hace valorar más lo que tenemos. Definitivamente, Kantaya me ha dado más de lo que yo he dado.

¿Podrías compartir alguna experiencia o anécdota?
El caso de Engor, por ejemplo, que a sus 10 años nos hizo ser conscientes de la crisis educativa en el país y que Kantaya tendría un rol activo. Era huérfano de padre, tenía 4 hermanos y una madre que ganaba muy poco con su trabajo. Vivían en un arenal, sin desagüe. Para llegar a su casa tenía que subir 2 cerros. Él es parte del 30 % de la población de Lima. A pesar de que Kantaya le dio la oportunidad de estudiar, su gran dificultad era tener un nivel básico de educación para ingresar a la escuela de suboficiales y necesitaba acortar la brecha de la mala educación que recibió en su colegio público. Se sentía frustrado.

¿Lo logró finalmente?
Sí, pero le tomó más de un año de mucho esfuerzo y dedicación. Al segundo año de estudios y por obtener el segundo puesto de su especialidad, fue becado por 4 años a Rusia, para continuar especializándose como técnico en motores de aviones. Engor cambió su destino, demostrando lo que se puede lograr cuando se da una oportunidad. Hace poco nos decía: “Si yo lo pude lograr, otros pueden lograrlo, incluso pueden ser más que yo”.

Seguramente con Kantaya has encontrado a muchos otros niños con los mismos problemas que Engor.
Es que, lamentablemente, ser el país con el último puesto en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias (prueba PISA) no da oportunidades. Kantaya busca que los niños no pasen por las dificultades que tuvo Engor y puedan soñar con un futuro. Desde los 5 años les damos educación de calidad, fomentando la creatividad y los valores a más de 300 niños en nuestros 3 centros de alto impacto educativo en Ventanilla, para que por sus buenas notas logren ganar una beca de estudios y cumplir sus sueños. ¡Qué distinto y grande sería nuestro Perú si todos tuviéramos acceso a educación de calidad!

¿Qué logros y satisfacciones has alcanzado con Kantaya?
Las sonrisas y amor que recibimos de los 300 niños que asisten a los centros de Kantaya y los logros de los más de 12 jóvenes Kantaya que cursan estudios superiores, esforzándose para alcanzar sus metas. Les damos la oportunidad de soñar y decidir sus futuros en un espacio mágico, estimulados por juegos, colores y valores. Constantemente nos demuestran lo lejos que pueden llegar cuando se les da una oportunidad. También es satisfactorio encontrarte con tantas personas de diferentes realidades y experiencias con una gran sensibilidad social, que se conectan con Kantaya y se suman de forma generosa a ser parte del cambio en la sociedad peruana.

¿Cómo te ves en el futuro?
Mi propósito es lograr escalar los centros de alto impacto educativo de Kantaya e impactar en miles de niños peruanos. Para lograrlo, la prioridad es consolidar la propuesta de valor donde currículo educativo, línea de carrera de profesores, seguimiento de niños, padres, procesos, estructura e indicadores estén validados.

Luego de validar la propuesta de valor, el objetivo es escalar y replicar en diferentes zonas de Lima y, en una segunda etapa, en regiones de Perú que se encuentren en situación vulnerable. Mi vocación es ser parte del cambio en la educación de mi país.

¿De qué manera piensas que tus estudios te ayudaron para desarrollarte profesionalmente?
Una de las cosas que más valoro de mis estudios es haber desarrollado criterio, así como siempre identificar oportunidades de mejora. Eso es parte de lo que buscamos en la gestión de Kantaya: que esté en constante mejora, innovación y crecimiento, no solo enfocándonos en las prácticas del mundo social, sino también incorporando las del mundo empresarial. Estudiar ingeniería me ha dado una visión amplia de las diferentes áreas en una organización y en Kantaya se necesita ser multifacético para entender de diferentes áreas y empresas en pro de lograr sinergias para generar fondos y conectar a más personas con la misión de Kantaya.