El encanto de mi tierra

Su gusto por el bordado y sus ganas de emprender le dieron a Inés Villafana el motivo perfecto para hacer mascarillas con bordados ayacuchanos y lanzar su marca Llaqtaypa Sumaqchan, que significa “el encanto de mi tierra”. Por ahora, sus mascarillas se venden a través de su página de Instagram.

Inés estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima. Ha trabajado en empresas públicas y privadas. Actualmente cursa un doctorado en Gestión Estratégica con el Consorcio de Universidades, y se da tiempo para emprender.

¿Cómo es la dinámica de este proyecto?
Siempre he tenido la idea de hacer un emprendimiento. En la Universidad de Lima enseñaba Seminario de Investigación I y II, cursos que hoy se llaman Proyecto de Investigación I y II, en Ingeniería Industrial. Además, he sido asesora de tesis para sacar el título profesional, de manera que esa experiencia me incentivó a emprender, pues tuve oportunidad de discutir acerca de diversos proyectos en los cinco a seis años que trabajé en la Universidad. Por otro lado, siempre consideré el tejido con croché un arte, tanto por la calidad del bordado como por la combinación de los colores y el diseño. Asimismo, valoro mucho el esfuerzo puesto por el artesano en cada producto terminado. Además, en el 2020 llevé las dinámicas que ofrece el Centro de Emprendimiento de la Universidad de Lima, todas muy interesantes. Todo eso me motivó a emprender. Mis compañeros de emprendimiento tenían muchas ideas relacionadas con tecnología, así que a mí se me ocurrió unir el trabajo manual que siempre me ha gustado con la necesidad de las personas de usar mascarillas y con la promoción de este producto a través de las redes sociales. Por ahora vendo a través de Instagram y próximamente lanzaré una página web. No llegué a postular al concurso Primer Paso porque estoy estudiando un doctorado, pero me he dado el tiempo, poco a poco, en mis tiempos libres, para hacer realidad esta idea de negocio.

¿Tú también bordas?
Aprendí a bordar a través de tutoriales, así que he estado bordando para relajarme. Es una actividad que me ha gustado desde joven. Admiraba a las personas que tejían con croché, como mi abuelita, que tejía colchas, caminos de mesa, etcétera. De joven tomé clases de tejido con croché.

¿Aprendiste bordado ayacuchano durante la pandemia?
Sí, quise aprender para saber qué pedir a mis proveedores. Es un trabajo muy delicado y arduo. Toma bastante tiempo: no se hace un bordado en una hora o dos. Es un trabajo a mano de alta calidad y tiene un acabado muy diferente al que se hace con una máquina.

¿Tú misma bordas las mascarillas o te apoyas con otras personas que bordan?
He contactado a proveedores que confeccionan y con otros que hacen el bordado ayacuchano. Hace mucho tiempo que quería hacer un emprendimiento con artesanías, con la intención de exportar, así que venía haciendo contactos en ferias artesanales. Ahora les escribí a esas personas que me dieron sus tarjetas y les propuse hacer las mascarillas.

¿Qué características tienen tus mascarillas?
Tienen tres capas de tela y, si contamos el bordado, sería una cuarta capa. Las hago en color blanco, negro y celeste tipo jean. Les pongo distintos diseños: de flores, mariposas, corazones y colibríes. Estas son figuras típicas del bordado ayacuchano, pero no llevan tantos colores como los diseños tradicionales. Los matices son de tres a cuatro colores. Yo organizo la disposición de los elementos en la mascarilla, por ejemplo, la mariposa en el centro y dos flores a los costados o un corazón y alrededor dos colibríes, etcétera. Hago el diseño y lo mando a bordar.

¿Cómo manejas los tiempos, ya que el bordado no se hace muy rápidamente?
Precisamente estoy en ese proceso de calcular los tiempos. Estoy viendo cuánto tiempo se toman mis proveedores en bordar. De diez a quince mascarillas se bordan en una semana o semana y media. Para la confección de la mascarilla, la persona maneja esos mismos tiempos. Primero mando a hacer la mascarilla, luego encargo el bordado que después regresa al confeccionista, y este es quien le pone la cubierta final para tapar el revés del bordado. Las entrego en un empaque de organza.

¿Qué telas usas?
Uso telas frescas: una combinación de algodón con una tela similar a la popelina. La entretela es tricotex, pero recomiendo usarlas como hago yo: primero me pongo una mascarilla KN95 y encima la bordada.

¿Cuál es tu marca?
Aunque todavía no he registrado la marca, ya la estoy dando a conocer: Llaqtaypa Sumaqchan. Le he puesto nombre en quechua y significa “el encanto de mi tierra”.

¿Vendes por delivery?
Sí, por delivery. Todavía no hay mucho movimiento, así que yo misma hago las entregas. Más adelante evaluaré la conveniencia de contratar un servicio de entregas.

Comentaste que sigues un doctorado, ¿en qué área?
Es un doctorado en Gestión Estratégica que sigo con el Consorcio de Universidades; se trata de un programa diseñado para investigadores y profesionales altamente competitivos. Me interesa mucho el tema de investigación y me siento muy contenta con estos estudios, porque he profundizado muchos aspectos sobre metodologías cuantitativa y cualitativa, y sobre el modelo de investigación. Tenemos profesores peruanos y extranjeros. Actualmente, mi proyecto de tesis ya está aprobado y estoy llevando un curso para armar mis instrumentos: entrevistas y encuestas, y luego el levantamiento de información por medio del trabajo de campo. Finalmente, el título sale a nombre de las cuatro universidades que componen el consorcio: la Universidad de Lima, la Universidad del Pacífico, la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

¿Dónde has trabajado anteriormente?
Tengo experiencia tanto en empresas públicas como privadas. He trabajado en el área logística de IBM; en System Support & Services, en la parte financiera; en la ONP, en operaciones, servicios y en derechos pensionarios.

¿Cómo te fue en tu época de estudiante en la Universidad de Lima?
En mi época de estudiante tuve un grupo de amigos muy bueno: nos apoyábamos en los estudios; también nuestras familias nos apoyaron mucho, porque yo estuve en la Ulima de 1990 a 1995, momentos críticos para el país, marcados por fuertes ajustes económicos y por la etapa final del terrorismo. Recuerdo que, mientras estudiaba en la Universidad, me inscribí en dos talleres de Bienestar Universitario: clases de tap y de danza contemporánea. Por otro lado, mi carrera fue muy bonita, me permitió ampliar mi horizonte y me dio un abanico de áreas en las cuales desenvolverme.