Un ingeniero de sistemas Ulima en Silicon Valley

Jaime Sotomayor soñaba con montar un negocio de videojuegos cuando decidió estudiar Ingeniería de Sistemas en la Universidad de Lima. No imaginaba que el destino lo llevaría a asumir otros retos, que trabajaría con la tecnología del futuro, en ingeniería genética, en su propia empresa en San Francisco, Estados Unidos. Pero así es la vida. Cuando se graduó en el 2009, tuvo la oportunidad de dedicarse a la docencia en la Ulima y, un poco más adelante, compartió esa labor con la de coordinador de la Oficina de Emprendimiento de la misma casa de estudios.

¿Qué enseñabas en la Universidad de Lima?
Comencé enseñando Introducción a la Investigación en Estudios Generales. Era interesante porque después de este curso los chicos tenían más claro si realmente querían estudiar una carrera de ingeniería o no. Luego tuve la oportunidad de enseñar en Negocios Internacionales el curso International Product Development, que se dicta en inglés y en castellano; yo enseñé la versión en inglés.

¿Cómo llegaste a Estados Unidos?
Surgió una muy buena oportunidad de postular a Singularity University, que es una universidad dentro del campus de la NASA, en California, en el corazón de Silicon Valley, para un programa que ha sido cofundado por Google, donde todos teníamos que formar una empresa. Postulé un poco iluso, porque solo reciben 80 personas al año y postulan miles, pero tuve la suerte de ser aceptado. En el 2014 arranqué el programa allá.

¿Y qué te pareció la experiencia?
Me cambió la vida, me encontré con otra visión del mundo. Además, me parecía increíble conocer a 79 personas de diferentes partes del mundo, con el mismo nivel de aspiración, pero con diferente background tecnológico y de todo tipo de industrias. Había una variedad de perfiles, un abogado, un médico neurocirujano, y una serie de especialistas que daban charlas sobre diferentes tecnologías, nanotecnología, automatización, inteligencia artificial, biotecnología, etcétera. Finalmente, terminé en biotecnología, específicamente en ingeniería genética: le llamamos biología sintética.

¿De qué se trata exactamente?
Manipulamos el ADN de microorganismos para que cumplan una función diferente de la que estaba planeada originalmente. Por ejemplo, la levadura se usa para hacer pan, porque consume azúcar y produce dióxido de carbono y eso hace que la masa se eleve, pero podemos ayudar a las empresas a modificar genéticamente el código de esa levadura para que cuando consuma azúcar, en vez de botar puro dióxido de carbono, produzca algún tipo de proteína. Tengo amigos que están produciendo claras de huevo con levadura, otros gelatina, langostino.

¿Qué?
(Risas.) Para que veas a lo que apunta la industria. En lo que es comida va a haber cosas alucinantes. Hay un grupo de gente a la que le hemos ayudado a diseñar bacterias para producir la proteína para que puedan hacer insulina. Desde los años 60 se viene haciendo manipulación genética en microorganismos, solo que ahora tenemos mejores herramientas. Si antes tomaba un año modificar una bacteria, hoy lo hacemos en un día. Yo desconocía la biotecnología y la ingeniería sintética, pero me llamó mucho la atención estando en Singularity, lo mismo que a mis socios, que también estaban muy interesados en el tema y con quienes compartía esa misma visión de que los microorganismos son pequeñas fábricas para hacer un determinado trabajo y uno las puede reprogramar como si fuera software.

O sea que tan alejado de tu profesión no estás.
Como vengo de Ingeniería de Sistemas, me parecía que esa analogía funcionaba perfectamente. Vimos que para alguien fuera de la industria era muy difícil hacer esto y quisimos crear las herramientas adecuadas para que cualquiera lo pudiera hacer. Creamos la empresa estando en Singularity a la semana siete de haber llegado, y agregamos un cuarto socio después, un doctor en ingeniería genética, y los cuatro creamos una plataforma en línea conectada a un pequeño robot que automatiza ciertos procesos de laboratorio, a fin de darles esta capacidad de creación a otras personas. Para eso recibimos una donación de 100.000 dólares de un fondo de inversión en Estados Unidos, que incluía un año de laboratorio y espacio compartido, donde podíamos hacer nuestra ciencia y luego, 100.000 dólares adicionales de otro inversionista para continuar con este negocio.

¿En qué invirtieron este último monto?
Así evolucionamos de tener una plataforma en línea conectada a un robot en nuestro laboratorio, que hacía un trabajo puntual, a no usar robot, sino los servicios de terceros, todos bajo el paraguas de nuestra plataforma. Eso nos permite tener más flexibilidad en los servicios que proveemos. Hoy tengo empresas que me brindan síntesis de ADN, crean bloques de ADN, hasta empresas que se encargan de leer ADN o hacer análisis para ver si el organismo que he creado produce proteínas o RNA, entre otras cosas, y ayudo a que las empresas puedan tener un lugar donde hacer prototipos de microorganismos.

Esto va a ser una revolución.
En Estados Unidos hay un buen movimiento de biotecnología, hay bastantes empresas que hacen síntesis (impresión) de ADN, que es lo fundamental. En el pasado se extraía el ADN de un animal y había que pasar por un proceso tedioso, pero cada vez se hizo más barato hacerlo desde cero y armar una cadena de ADN cada vez más grande. Hoy podemos hacer cadenas como para bacterias, no para el ser humano.

No como para un órgano.
En un futuro no muy lejano será factible hacer modificaciones mucho más interesantes. La técnica existe, lo que nos falta es conocer más sobre cómo funciona el ADN humano. Por ahora el tema es producir bacterias que estén codificadas para que conviertan azúcar en un combustible, en plástico, etcétera. Es complejo y lo más difícil es hacerlo a escala industrial.

Cuando escogiste esta carrera no te imaginaste que llegarías a esto.
Honestamente, cuando decidí estudiar esta carrera lo hice con la idea de poner una empresa de videojuegos… lo cual no descarto todavía. Este tema me ha llamado la atención, porque es una tecnología a la que poca gente le prestaba atención, pero va a desarrollarse mucho. Antes no teníamos los programas para hacer diseños de estos microorganismos, hoy ya podemos hacerlo y hacer simulaciones de cómo van a interactuar.

Ahora vives en Estados Unidos.
Tengo un laboratorio en San Francisco, vivo un tiempo acá y otro tiempo allá. Quiero ver cómo facilitar las investigaciones en Latinoamérica. En San Francisco todos los servicios están a la mano. Fuera de Estados Unidos es más complicado transportar material biológico, por eso el tiempo para desarrollar un producto acá es más lento. Pero podríamos trabajar con empresas latinoamericanas desde mi laboratorio, remotamente, y cuando necesiten el producto, enviarlo.