Puntos que benefician a todos

Fidelia es una plataforma de beneficios dirigidos a los trabajadores de corporaciones. Se basa en un sistema de puntos y canjes, que es bastante conocido en el mercado. La novedad, sin embargo, es que las marcas que ahí se ofrecen pertenecen a pequeños negocios. Fidelia nació para darle una mano a los emprendedores, para ofrecerles más ventas sin mayor esfuerzo. Su creador es Jaime Solís, ingeniero de sistemas por la Universidad de Lima, y su socio es Pedro Chávez, experto en publicidad.

¿Podrías explicar cómo funciona Fidelia?
Somos una plataforma de fidelización enfocada en emprendimientos. Apuntamos a que las empresas del sector corporativo adquieran programas de beneficios basados en pequeños negocios. Se trata de paquetes de puntos para que los colaboradores adquieran una gama de productos que ofrecemos, que corresponden a pequeños emprendedores. Así, por un lado, ayudamos a las empresas a conseguir mejores beneficios para sus empleados y, por otro, los pequeños negocios pueden crecer a través de un nuevo canal de ventas y un nuevo mercado, el sector corporativo.

Es un buen apoyo para los emprendedores…
Exacto. La realidad es que el 43% de los negocios nuevos fracasan, aunque los emprendedores les pongan muchas ganas. Y ocho de cada diez empleados corporativos dicen que cambiarían de trabajo por mejores beneficios, incluso si les pagaran lo mismo. Pensamos que es posible unir el crecimiento de estos nuevos negocios con los beneficios corporativos y la fidelización del talento, que es un reto para las áreas de recursos humanos. 

¿Cómo funciona el sistema?
Digamos que Jimena es una empleadora. A través de Fidelia, ella le regala un paquete de puntos a sus empleados. José, que es un empleado de Jimena, entra a nuestra aplicación desde su celular, ve cuántos puntos tiene y los canjea por productos o servicios de las marcas afiliadas a nuestra plataforma. Cada vez que José canjea sus puntos, el proveedor recibe el pago, como una venta cualquiera. Este es un modelo de negocio sumamente sencillo. 

¿Y qué ganan ustedes?
A los negocios que se afilien no les cobramos un costo de entrada, matrícula, suscripción o mantenimiento mensual; solo el 15% de comisión cada vez que se realiza un canje. A la empresa que compra los paquetes de puntos no le cobramos nada. Puede entregar los puntos que desee y esos puntos tienen un equivalente en soles. A ese equivalente tampoco se le cobra una comisión. 

¿Cómo mides el beneficio para los pequeños negocios?
Los pequeños negocios logran un alcance mayor. Están en proceso de crecimiento y este es un nuevo canal para llegar a más personas. Fidelia les ofrece más ventas sin mayor esfuerzo. Esto último es importante, porque cuando un negocio está en crecimiento, muchas veces el emprendedor hace todo: produce, envía, cobra, paga impuestos, etcétera. Y yo le ofrezco un canal en el que las ventas dependen de mi fuerza de ventas. Es una oportunidad atractiva para ellos.

¿Todo lo están haciendo solos o cuentan con algún apoyo?
Nos están apoyando el Centro de Emprendimiento de la Universidad de Lima (InnovaUL) y la incubadora de negocios Wichay. También hemos postulado a Startup Perú, del Ministerio de la Producción, y estamos esperando los resultados. La idea es un ganar-ganar: se benefician tanto los esfuerzos corporativos por retener su talento humano como el crecimiento de los nuevos negocios.

¿Cuándo comenzaron con este proyecto?
Arrancamos hace un año, exactamente un 22 de marzo. Al principio se llamaba descuentame.pe, un programa colaborativo en el que generábamos vales. La idea era que un negocio, en lugar de ofrecer un 30% de descuento y perder ese dinero, creara un vale de 30 soles que podía cambiar en otro negocio de la plataforma. El monto del vale se repartía entre los dos negocios. Así, el primer negocio no gastaba tanto en el descuento y, de paso, daba a conocer otro negocio. A este sistema le llamábamos “descuentos colaborativos”. Inicialmente tuvimos unos 20 a 25 negocios afiliados, pero luego vimos la necesidad del segmento corporativo de contar con programas de fidelización, sobre todo enfocados en los usuarios finales. Allí es cuando surgió esta idea. 

¿Cuántos clientes tienen?
Actualmente estamos en proceso de subir la mayor cantidad de negocios a la plataforma. Ya tenemos 11 y esperamos llegar a 20 muy pronto. En este momento buscamos diversificar nuestro catálogo, porque no importa que tengas un montón de puntos, si al entrar a la plataforma encuentras solo tres o cuatro productos, o cosas que no deseas adquirir. Lo que tenemos ahora son potenciales compradores, personas de recursos humanos interesadas en la plataforma, que han firmado una carta de intención. Cuando vean un catálogo bastante nutrido y con muchísimas opciones, se van a ejecutar las primeras ventas de paquetes de puntos.

¿Qué diferencia a Fidelia de otras plataformas del mismo estilo?
Es cierto que hay plataformas que venden programas de fidelización para retener el talento, pero ninguna tiene el enfoque de apoyar a los negocios en proceso de crecimiento. Ese es el distintivo de Fidelia. Todas las plataformas que se podrían considerar competencia miran los negocios pequeños como una debilidad. Normalmente se pelean por las mismas veinte marcas. A nosotros nos interesa que nuestro negocio repercuta en la economía y fortalezca el crecimiento de los pequeños negocios que están luchando por seguir a flote. Nuestra propuesta de valor apunta a eso. En un marketplace cualquiera, no sabes el nombre del proveedor, y si aparece, es casi imperceptible. En cambio, nosotros queremos poner sus logos, su marca, su historia y todo lo que hace; queremos ser los generadores de esa primera compra corporativa, para que las personas queden fidelizadas con ellos también.

¿Cómo así surgió la idea de crear este emprendimiento?
Yo soy egresado de Ingeniería de Sistemas, pero siempre he estado en marketing de productos. Ahí me interesó lo comercial. En el 2018 entré a una startup y conocí más sobre emprendimiento. A mi socio, Pedro Chávez, lo conocí entre el 2015 y 2017; me enseñó la propuesta inicial de descuentos, vimos que tenía potencial y nos unimos. Él llegó con el conocimiento del negocio, porque ha asesorado a unos 300 negocios, así que sabe cuáles son sus necesidades. Yo domino la parte tecnológica y de marketing. Decidimos postular a los concursos de las incubadoras y actualmente ya estamos en dos.

¿Qué planes de crecimiento tienen?
Hemos diseñado la plataforma a partir de una herramienta que nos permite crear prototipos funcionales. La idea es conseguir financiamiento para contar con un equipo de desarrollo que nos permita personalizar la plataforma y hacerla mucho más escalable, con una mayor cantidad de usuarios. Entre los negocios que tenemos hasta el momento están marcas de ropa, de postres, de champú… Es algo variado, aunque no sean negocios muy conocidos, y hay pequeños emprendedores muy buenos. 

¿Cuál es tu experiencia laboral?
Trabajaba en una consultora llamada KipuLab, pero actualmente le dedico más tiempo a Fidelia. He estado también en Interbank, en la Derrama Magisterial, en Movistar. También en Arrivedo, que es una startup de tecnología enfocada en la industria turística: genera contenido georreferenciable dinámico para hoteles, operadores, etc. Me encargué de los indicadores, de la analítica, de la elaboración de funnels de conversión. De ahí entré a KipuLab a ayudar a las empresas grandes a crear pequeñas startups dentro de las organizaciones, para que puedan probar modelos de negocios. Estuve como product manager asignado al segmento constructor y a la industria culinaria.

¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Fue una experiencia excelente. Soy ingeniero de sistemas, pero la Universidad de Lima le otorga a la carrera un enfoque en los negocios. Eso me ayudó a desempeñarme en distintas áreas, hasta llegar a marketing y productos, que es algo que no se puede conseguir tan fácilmente.