Selenco Vega Jácome, docente del Programa de Estudios Generales en la Universidad de Lima, premiado autor y reconocido crítico literario, ha publicado Del agua a la espesura del bosque. La poesía de Carlos López Degregori, primer libro dedicado a estudiar íntegramente la obra de Carlos López Degregori, uno de los poetas más llamativos —por su obra de carácter insular— de la poesía del setenta y también profesor e investigador en la Universidad de Lima. En esta entrevista conversamos con Vega acerca de su publicación, que como proyecto nació hace varios años y sigue un modelo de análisis interdisciplinario, que sobre todo destaca la peculiar reformulación de imágenes arquetípicas diversas (el agua, los bosques, la casa y sus objetos) en la obra del poeta. Cabe recordar que la presentación del libro se llevará a cabo este sábado 5 de diciembre, a las 20.00 horas, en la Feria del Libro Ricardo Palma, en el Auditorio Martín Adán. Los comentarios estarán a cargo de José Güich Rodríguez y Camilo Fernández Cozman, docentes del Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima.
¿Cuándo surgió la idea de realizar este libro?
El proyecto de este libro nació hace varios años, en mi época de estudiante. Era 1993, yo cursaba el séptimo ciclo de Literatura en San Marcos. Era una época peligrosa. Con el pretexto de terminar con el terrorismo, el régimen de Fujimori ordenó por entonces el ingreso de tanques a la ciudad universitaria, que llegaron y se quedaron por mucho tiempo. En medio de este San Marcos tomado por las armas, 1993 fue también, así lo recuerdo yo, un año académico maravilloso. Los mejores cursos y profesores se juntaron para hacerme amar todavía más la literatura. De todos los cursos, el que más disfruté fue uno electivo, Poesía Peruana Contemporánea, dictado por el gran poeta y profesor Pablo Guevara. Él dedicó todo el ciclo a analizar con nosotros la poesía peruana del setenta. Allí conocí la obra de un poeta por entonces poco leído, Carlos López Degregori. El descubrimiento de esta poesía —hermética, difícil, aislada de la imagen de la poesía del setenta, que hasta hoy se asocia con la obra de Hora Zero— fue algo revelador para mí. Entonces decidí, como un proyecto a largo plazo, dedicar un estudio crítico a la obra de López Degregori.
¿Qué descubrió en su investigación?
La poesía de López Degregori constituye un reto estimulante para cualquier estudioso de la literatura. Sus versos son complejos, de una ambigüedad seductora. Todos sus poemas se abren a múltiples interpretaciones. Los libros de López Degregori participan como pocos de aquella característica de la poesía moderna que Hugo Friedrich, en La estructura de la lírica moderna, denomina disonancia: sus poemas representan un reto a nuestra capacidad de lectura, nos atraen al mismo tiempo que nos obligan a esforzarnos para entender aquello que estamos leyendo. Los lectores de esta obra están obligados a convertirse, en el plano del significado, en una suerte de segundo autor. Así como sucede con Un golpe de dados, de Stéphane Mallarmé, o Trilce, de Vallejo, la poesía de López Degregori constituye en verdad muchas obras. Mi propósito como investigador fue emular al capitán Ahab de la novela de Melville: ir a la caza de mi ballena blanca, es decir, de los versos indomables de López Degregori.
Háblenos acerca del carácter pionero de este libro.
Es cierto, no existen libros dedicados a la obra de López Degregori, el mío es el primero. Ello, sin embargo, no significa que yo haya escrito el primer estudio académico sobre su poesía. Al respecto, quiero señalar un análisis hermenéutico fundamental, que data de 1995 y fue realizado por un filósofo y profesor de la Universidad de Lima. Me refiero a don Fermín Cebrecos y su artículo “‘Qué puede uno en el límite conceder’. Una aproximación provisional a la poesía de Carlos López Degregori”, publicado en el número 33 de Humanitas. Revista de la Facultad de Psicología. Menciono el estudio de Cebrecos porque me ayudó mucho en la formulación de mis propias ideas sobre la poesía de López Degregori.
El primer capítulo está dedicado al modo como la crítica ha abarcado la obra de Carlos López Degregori.
Para mí, claramente hay tres etapas en la recepción de la obra de López Degregori por parte de nuestra crítica. La primera etapa, que abarca los años setenta y ochenta, es la de un gradual proceso de conocimiento de esta poesía, hecha de versos alejados de lo coloquial y confesional tan comunes en los poetas del setenta. La segunda etapa, que abarca la década del noventa, es un tiempo de consolidación de la obra de López Degregori, y coincide con la obtención de premios como el Peruano Japonés, en 1990, o El Olivo de Oro, en 1997. La última etapa va del 2000 en adelante: se trata de un tiempo de consagración que continúa hasta hoy con la edición de su obra en el extranjero, con títulos como Campo de estacas en Colombia, o el reciente Herida de mi herida, publicado en Chile.
El libro también estudia los vínculos de la obra de Carlos López Degregori con otros poetas y generaciones.
La obra de López Degregori es insólita por donde se la mire, y rastrear sus influencias o vínculos con las distintas generaciones de poetas peruanos representa una tarea muy ardua. Es un autor que aparece en los años setenta, es cierto, pero su poesía es distinta a la de los poetas más conocidos de entonces, como Enrique Verástegui, Jorge Pimentel o Ramírez Ruiz. Lo que hago en mi libro es ubicarlo como una de las voces representativas de los años setenta, junto a autores como José Watanabe, Abelardo Sánchez León y el propio Enrique Verástegui. Pero más que de afinidades, aclaro que se trata de propuestas disímiles entre sí, proyectos personales que fueron madurando, cada uno, a su manera, y que permiten hablar de la lírica del setenta como una de las más complejas de toda la rica tradición poética peruana del siglo XX.
¿Cuáles son los temas principales en la obra de Carlos López Degregori y qué aportes arroja el libro a propósito de ellos?
En la poesía de López Degregori se recrea una serie de imágenes arquetípicas como el agua, el bosque, la casa y sus elementos, etcétera. Gracias a esta reformulación, sus poemas rozan ciertas fibras sensibles universales, ya que las imágenes arquetípicas son, como sabemos, patrimonio de la condición humana en su conjunto. Los versos de López Degregori están alejados de geografías y tiempos concretos; además, por su carácter altamente connotativo —muchas veces próximos al inconsciente—, cuestionan el carácter referencial de las palabras que empleamos a diario y con las que construimos nuestros discursos racionales. Mi estudio analiza precisamente aquella reformulación estética de arquetipos en la obra de López Degregori. De allí el propio título, Del agua a la espesura del bosque.
¿Cuál ha sido la metodología detrás de esta publicación?
Mi estudio es o pretende ser interdisciplinario. Sostengo que una de las formas más acertadas (no la única, por supuesto) de interpretar la obra de López Degregori es recurriendo a la crítica literaria psicoanalítica de autores como Jung, Bachelard y Gilbert Durand. Además, como se trata de un estudio sobre poesía, me apoyo en los aportes de la moderna retórica general textual de Stefano Arduini para el análisis de los versos. Aquí pongo énfasis en que mi intención no ha sido la de comprobar la validez de una teoría literaria específica, sino la de comprender la obra de uno de los autores más representativos de la lírica peruana contemporánea.
El libro presenta diversos símbolos desarrollados en la poesía de este autor.
Más que de símbolos, hablo en mi estudio de imágenes arquetípicas. Comencemos por lo primero. Jung entiende un arquetipo como cada uno de los contenidos de lo “inconsciente colectivo”, es decir, cada uno de aquellos factores impersonales y supraindividuales (colectivos) que forman parte de los misterios de la historia del espíritu humano y no del campo de ninguna reminiscencia personal. Cada arquetipo es como una herencia humana más, lo tenemos grabado en nuestro ADN, viene con nosotros, junto con nuestra capacidad de hablar o respirar. Cada uno de estos arquetipos se manifiesta en “imágenes arquetípicas” (llamadas también “imágenes primigenias”). O sea, cada imagen arquetípica puede entenderse como la materialización de un arquetipo. Jung dice que las imágenes arquetípicas poseen un carácter arcaico y colectivo y que, en tanto representación arquetípica, expresan un contenido del inconsciente colectivo. Un ejemplo ofrecido por el propio Jung es el del “arquetipo materno”: este arquetipo, siendo instintivo y común a los hombres de toda época y lugar, se manifiesta en “imágenes arquetípicas” de tipo positivo, como una virgen o una santa, o de tipo negativo, como una bruja o un ser femenino malévolo. En su obra, López Degregori consigue recrear una serie de imágenes arquetípicas como el agua, el bosque, la casa y sus elementos.
¿Cuáles son sus conclusiones?
Luego de estudiar a profundidad su obra, me siento capaz de lanzar una apuesta: Carlos López Degregori es un autor que, con el tiempo, alcanzará un sitial importante dentro de la poesía peruana del siglo XX. Se trata de una de las voces más singulares y representativas del setenta, y su destino literario es el de perdurar junto con nombres como los de Vallejo, Martín Adán, Blanca Varela, Antonio Cisneros y Rodolfo Hinostroza. Alguna vez el gran Washington Delgado dijo que el período de la poesía peruana del siglo XX es clásico (a la manera del Siglo de Oro español) debido a la cantidad y calidad de autores aparecidos en ese lapso. López Degregori forma parte de esa pléyade de autores del siglo XX, nuestro siglo clásico.
Finalmente, ¿a quién va dirigido este libro y qué podrán encontrar los lectores en estas páginas?
En cualquiera de sus formas, la académica o la periodística, la función esencial e irrenunciable de la crítica es la de guiar a los lectores en la aventura de leer y comprender a los grandes autores de nuestra tradición. Esa es la intención de mi libro, la de ayudar a entender y disfrutar de la poesía de López Degregori.