La ciencia ficción se abre un camino cada vez más ancho, tanto en blogs y páginas web como en publicaciones impresas. En este contexto surge el libro El sol infante (Emecé, 2018), de José Güich Rodríguez, docente de la Universidad de Lima, cultor e investigador de este género.
Güich es uno de los autores más prolíficos de ciencia ficción en nuestro país. Su libro contiene nueve cuentos que nos hacen volar a otros mundos, soñar con lo imposible y con lo que alguna vez será realidad.
Sus géneros favoritos son la literatura fantástica, la ciencia ficción y el policial. Dentro de estos, ¿de qué le gusta escribir?
Tengo mis obsesiones, temas recurrentes que llevo a los libros y que al final terminan articulándose. Borges decía que la poesía se basa en 4 metáforas que dan vueltas todo el tiempo; yo creo que en la ficción ocurre lo mismo. Es interesante ver qué puede hacer uno dentro de esa circularidad, qué puede redescubrir en los temas que ya ha tratado anteriormente. Por eso digo que El sol infante es un nuevo libro, pero al mismo tiempo un viejo libro y una combinación muy consecuente sobre lo que he hecho en los últimos 18 años, ciencia ficción, literatura fantástica y policial.
¿De qué trata El sol infante?
El sol infante se compone de cuentos que he escrito en diferentes momentos, con la intención de juntarlos en un libro. Utilizando terminología náutica, diría que es el buque insignia del libro. Tiene que ver con mitologías solares antiguas, también con la necesidad de luchar contra corporaciones globales y toda la parafernalia de un futuro donde ya no habrá identidades locales, sino globales, manejadas por corporaciones o por una gran corporación. Hay un cuento final que también podría entrar en esa categoría de insignia, “Los fundadores”; lo mismo que “Ofrenda”. Muchos de los cuentos fueron escritos con gran entusiasmo, ya que obedecían a invitaciones para participar en antologías temáticas. Uno ya sabe que los cuentos que se escriben para figurar en una antología temática terminan siendo parte de libro del futuro. Y el futuro llegó.
¿Qué es lo más delirante de este libro?
Hay muchos delirios en esta obra, pero creo que el mayor de todos es el tercer cuento, “Arabella”. Narra la historia de una araña que tiene problemas por sus dimensiones, porque han aumentado enormemente. Este cuento tributa a un género de películas de los años 50 y 60, que yo vi de niño, en los 70. Jack Arnold fue el maestro de ese tipo de películas, de arañas y hormigas gigantes. Pero a mi personaje de araña le he dado un matiz diferente, es una araña existencialista [risas]. Ese sería uno de los cuentos más delirantes de El sol infante. Y uno de los más entrañables, para mí, es el último, “Los fundadores”.
¿Por qué?
Porque es uno de los relatos más personales en esta selección. Deliberadamente, he incluido muchos recuerdos de mi viejo barrio de Salamanca de Monterrico. Los barrios son ciudades pequeñas, sobre todo las urbanizaciones que surgieron a partir de la década del 60. Yo he sido muy feliz en Salamanca de Monterrico, donde se encontraba la primera casa de mis padres. Casi todos mis libros tienen una referencia a ese lugar, que ha cambiado muchísimo desde mi niñez, lo cual me da mucha pena. Antes era un barrio de clase media emergente, donde todo el mundo se saludaba, compuesto por familias muy unidas que se cuidaban entre sí, los señores eran muy caballerosos. Y este cuento contiene parte de la historia de mis padres, pues los dos personajes principales son fundadores también, aunque de otro lugar.
¿Alguno de sus cuentos habla sobre lo que podría ocurrir en el futuro?
Tengo uno de ese tipo, pero está en otro libro, llamado Control terrestre. Habla de una Salamanca futura, totalmente destruida, arrasada por el cambio climático.
¿En cuál ha alucinado más sobre misterios de la vida o de la física cuántica?
Hay un par de cuentos que rinden un tributo a temas de la física cuántica. Uno es “Gigante roja a la carta” y otro “Legado”. Los teóricos distinguen entre la ciencia ficción dura y la blanda. Esta última no se preocupa tanto por los detalles técnicos, es más poética, se enfoca en las reacciones humanas. Pero esos dos cuentos que menciono, quizás, se acercan más a una línea dura, que yo no he cultivado tanto. No soy un científico, pero me interesa mucho la ciencia como un jardín del cual tomo ideas.
¿A qué científico ha leído?
Stephen Hawking me ayudó muchísimo con su Breve historia del tiempo. También Stephen L. Buchwald, un alemán que no llega a los 50 años y es uno de los más importantes físicos de nuestro tiempo. Ha contribuido a entender la mecánica del universo y si es posible hablar de un principio y un fin.
¿Le plantearon algún requisito para escribir este libro?
El sello editorial ha sido suficientemente generoso y abierto para arriesgarse a publicar un libro de esta naturaleza. Eso tiene que ver con el crecimiento del género, el contacto de los jóvenes con estas temáticas. Este libro se inserta en un momento muy interesante, en el que tengo la posibilidad de llegar a más lectores, de hacer una modesta contribución a la literatura de ciencia ficción en el Perú. Mis raíces son básicamente de literatura fantástica y creo que hay una autenticidad, una fidelidad a mi trabajo. Me tranquiliza no escribir para cumplir con una demanda.
¿Cuál es su método para escribir?
No puedo ser tan disciplinado como quisiera, porque cumplo con mucho gusto mi labor de docente. Pero aprovecho sobre todo los veranos para escribir. Siempre parto de alguna idea, una imagen, un tema o algún sueño. Dejo que eso madure y, cuando siento que es el momento de escribir y tengo un tiempo para generar la historia, me lanzo a hacerlo.
¿Así hizo con El sol infante?
El primer cuento de ese libro lo tengo escrito desde el 2007. He escrito cada uno de los cuentos en diferentes momentos y los he reunido en este libro. Con Control terrestre fue diferente, lo trabajé pensando en una unidad, pero eso es difícil de lograr. Normalmente, los cuentos son como naves, que se van escapando un poco del centro y, sin embargo, de algún modo están conectadas, porque hay un autor detrás.
¿Tiene ciertos libros o autores que lo inspiren a crear?
Los cuentos siempre son tributos a los maestros y en El sol infante hay varios tributos. Además de Julio Cortázar, le rindo homenaje a Bioy Casares, Jorge Luis Borges e Isaac Asimov. Es una especie de melting pot, como dicen los norteamericanos, una mezcla de todo. Finalmente, los libros son eso, una construcción más o menos organizada de todo lo que a un escritor le inquieta, le preocupa, le gusta.