Muy pocas mujeres están al mando de empresas mineras. María Alejandra Delgado es una de ellas. Estudió Derecho en la Universidad de Lima y siempre quiso trabajar en el mundo minero, porque valoraba la riqueza que el Perú tiene en estas materias primas y las posibilidades que estas generan para hacer crecer al país.
Como gerente general de Rio Tinto Minera Perú, tiene múltiples obligaciones y retos. Pero siempre se da un tiempo para ayudar a los demás, por eso realiza mentorías con mujeres jóvenes que desean desarrollar una carrera en minería y ven en ella un modelo a seguir.
María Alejandra también es presidenta de la Cámara de Comercio Perú-Australia y directora de la Cámara de Comercio Canadá-Perú. Con su esposo, también abogado, tiene dos hijos hermosos a quienes a veces lleva a su oficina para que sepan dónde pasa el tiempo su mamá. Se da tiempo para todo.
¿Cómo te especializaste en minería?
Siempre quise trabajar en minería. El Perú es un país muy rico en recursos minerales, pero al mismo tiempo en vías de desarrollo y con mucha oportunidad de mejora en su administración. Empecé mi carrera en minería en el Estudio Rodríguez Mariátegui & Vidal, que ya no existe como tal, se ha dividido en dos estudios. Permanecí ahí cinco años, empecé como practicante, luego pasé a ser asistente, al obtener mi título fui asociada y, finalmente, llegué a ser socia. En el 2002 me casé y, ese mismo mes, viajé con mi esposo a Inglaterra para hacer cada uno una maestría; yo la hice sobre el derecho en el desarrollo, en la Universidad de Warwick. Al regresar al Perú, estuve unos meses sin trabajar, hasta que entré al Estudio Grau, ahora CMS Grau, al área minera. Así fue como inicié mi carrera en minería y en estudios de abogados. Fueron años muy intensos y de mucho aprendizaje, vi especialmente due diligence mineros, contratos, transacciones, etcétera. Estando en CMS Grau, me llamaron de la Compañía Minera Milpo, donde entré a trabajar como jefa de Asuntos Legales Mineros y Contratos. Milpo tenía muchos proyectos y zonas de interés y, por tanto, muchos temas que ver en distintos lugares del Perú. Todo se manejaba in house. Fue una excelente experiencia, no solo porque pude ver el negocio desde dentro, sino porque por primera vez trabajé con equipos multidisciplinarios y todos teníamos una experiencia que agregaba valor. Estuve ahí cerca de dos años, fue bastante provechoso.
Luego viniste a Rio Tinto.
Sí, vine aquí en el 2006. Tenía mis dudas, porque acababa de salir embarazada cuando me hicieron la propuesta. Me sentía muy feliz de que me consideraran, porque conocía la empresa y me encantaba, pero tuve que advertirles que estaba encinta y, sinceramente, pensé que por eso no me tomarían. Sin embargo, a las dos semanas de la entrevista me ofrecieron la posición y, en septiembre de 2006, empecé a trabajar en Rio Tinto Minera Perú, como responsable del área Legal.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?
Han pasado 12 años. Es interesante, porque el tema legal es transversal a toda la operación. Veía temas del contrato de privatización, temas regulatorios, de licencias y permisos, apoyaba a Recursos Humanos; a Administración y Finanzas, por los asuntos tributarios; a Logística, por los contratos de servicios o compras de bienes; a Operaciones, debido a los campamentos y al cumplimiento y obligaciones con el medio ambiente, las licencias y permisos, etcétera. Poco a poco, me fui consolidando en mi rol de abogada especializada en minería. Además, cuando el director de Servicios Comerciales viajaba, yo me quedaba a cargo. Así fue transcurriendo todo hasta que, en el 2009, mi esposo tuvo la oportunidad de hacer un MBA en Inglaterra; conversé con mis superiores y me dieron la posibilidad de trabajar destacada en la empresa matriz, en Londres, y nos fuimos.
¿Qué aprendiste allá?
Muchísimo, sobre todo cómo funcionan las corporaciones. Fue una experiencia muy rica para mí, profesionalmente hablando, y para toda la familia. La condición para irme a Londres fue que siguiera como responsable de los temas de Perú. Pero estando allá tuve la oportunidad de apoyar también en varios temas muy interesantes, en jurisdicciones muy diferentes a la del Perú. Vi proyectos de diamantes, de cobre en Sudáfrica; y en Colombia, contratos de la división de minerales industriales, etcétera. Fue increíble. Tuve que regresar al Perú antes de terminar mi destaque, porque mi papá se enfermó y en la compañía me dieron todas las facilidades para que pudiera cumplir con este proceso difícil de enfermedad de mi papá. Mantuve mi puesto de gerente legal, pero sin dejar de apoyar casos que me encargaban desde Londres.
Ahora eres gerente general y durante tu gestión has logrado ampliar el contrato La Granja, de exploración de cobre. ¿Dirías que ese ha sido un logro en tu puesto?
Sí, definitivamente. Uno de los logros de mi gestión es haber asegurado la extensión del contrato de privatización para poder mantener el flujo de inversión en el proyecto. Nada garantiza que se vaya a convertir en una operación, pero nos permite seguir estudiándolo y, por tanto, seguir invirtiendo. Me nombraron gerente general en el 2016, cuando se revisó el proyecto cuprífero La Granja. El Comité de Inversiones manifestó en el 2015 que La Granja, que estaba en una etapa de prefactibilidad, necesitaba una revisión de su modelo desde la base y no aprobó el caso de negocio que se presentó en esa fecha. Entonces se decidió que el proyecto pasara a manos de la división de Exploración y que, por tanto, el equipo se reorganizara a uno netamente de exploración. Así, el equipo se redujo y reorganizó. La corporación me ofreció quedarme como gerente general, pues me manifestaron que confiaban en el trabajo que había hecho hasta ese momento. Había muchos temas regulatorios y con el gobierno que debían trabajarse.
También eres mentora de mujeres jóvenes que quieren hacer una carrera en la minería. ¿En qué consiste esa labor?
Bueno, no mentora exactamente, pero colaboro cada vez que hay iniciativas de empoderamiento de género en las que me llaman para que participe, y yo acepto feliz. En el año 2016, EY lanzó una campaña global de empoderamiento de mujeres en minería y me propuso formar parte de esa campaña. De Sudamérica solo seleccionaron a dos mujeres y esas dos somos peruanas: Eva Arias, a quien admiro muchísimo, y yo. Así que acepté inmediatamente. Siempre estaré dispuesta a colaborar con programas o campañas que agreguen valor. En las experiencias de mentoría o coaching que he tenido, estas se han realizado con chicas que recién comienzan y quieren desarrollar una carrera en minería y les falta empuje para creer que sí se puede lograr. Si creen que mi experiencia va a servirle a alguien, yo encantada de colaborar. Con el puesto de gerente general en Rio Tinto he tenido mucha exposición. Producto de ello he participado en estas campañas de empoderamiento y en algunos foros sobre temas de género. Soy, además, presidenta de la Cámara de Comercio Perú-Australia y directora de la Cámara de Comercio Canadá-Perú.
¿De qué hablas con las chicas a las que les haces coaching o mentoría?
Me hacen muchas preguntas y yo absuelvo todas sus dudas, les aconsejo que necesitan organizarse muy bien si quieren trabajar en minería y, al mismo tiempo, dirigir un hogar o hacer otras cosas. Muchas chicas me preguntan cómo lo hago, ya que ellas sienten que les falta tiempo. Lo que sucede es que todas las personas tenemos distintas facetas en las que debemos desarrollarnos y, con una buena organización, podemos hacerlo todo.
¿Cómo te sientes en Rio Tinto?
Me siento muy cómoda. En Rio Tinto valoran mi trabajo. Esta es una corporación multinacional, así que me siento muy satisfecha y orgullosa de que me hayan considerado para este puesto por mis capacidades profesionales. Aquí me he desarrollado mucho profesionalmente y he llegado más lejos de lo que alguna vez pensé. Me siento muy bien, porque esta es una empresa que siempre va a buscar la excelencia y hacer sus actividades con el más alto estándar de calidad. Buscamos la eficiencia basada en la calidad, haciendo siempre lo correcto. Estoy muy contenta de estar aquí.
¿Cómo te fue de estudiante en la Universidad de Lima?
Tengo recuerdos maravillosos de esa época. Me fue muy bien, hice amigos para toda la vida. Fue una época inolvidable. Yo venía de un colegio de mujeres y monjas y, de pronto, sentí mucha libertad e independencia para hacer mis cosas. Aprendí a organizarme, en primer lugar. También aprendí que no podía estudiar en grupo [risas], es que me ponía a conversar. Tenía muy buenos cuadernos, me sentaba adelante para escuchar bien la clase y tomaba buenos apuntes. Cada vez que entrábamos a la etapa de parciales o finales, mis papás lo notaban porque venían mis amigos para pedirme mis cuadernos para fotocopiarlos. Recuerdo que tuve buenos profesores, como Lizardo Taboada y Pepe León Barandiarán, quien me enseñó Derecho Internacional. Ambos ya fallecieron.
¿Por qué estudiaste Derecho y por qué en la Universidad de Lima?
Estudié Derecho porque mi papá era abogado, vi cómo era su trabajo y eso me motivó. Elegí la Universidad de Lima porque quería tener una visión práctica de las leyes y el enfoque empresarial que la Universidad de Lima ofrece.
¿Recuerdas dónde hiciste tus prácticas?
Hice mi Secigra en el Juzgado de Paz de Lince y San Isidro. Aunque yo sabía que no iba a litigar, quería tener esa experiencia y conocer cómo funciona el Poder Judicial antes de ingresar al mundo empresarial. Pude ver que los secretarios trabajan muy duro y con pocos recursos, en condiciones difíciles, eso me generó cierta solidaridad. Empecé mis prácticas en el estudio del doctor Oswaldo Hundskopf, quien fue decano de Derecho en la Ulima. De ahí me fui a practicar a Occidental Petroleum y después viajé a Estados Unidos, por un semestre, para practicar en un estudio de abogados pequeño, ubicado en Miami. Me ocupaba de temas de derecho inmobiliario y algunos litigios; fue una gran experiencia.