Miguel Viale es un abogado especializado en asuntos corporativos, pero específicamente se encarga de temas financieros. Como socio del estudio CMS Grau, lidera un equipo de profesionales que en gran parte ha formado él mismo en la práctica.
Durante sus estudios en la Universidad de Lima, tuvo oportunidad de trabajar en la revista Advocatus, y asegura que a través de los cursos pudo desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad especial para subdividir un gran problema en pequeñas partes, a fin de solucionar tema por tema sin agobiarse por el conjunto.
¿Cuál fue tu primer trabajo?
Estuve un par de años como practicante en un estudio pequeño llamado Nangis Torres, que trata sobre todo temas financieros; luego uno de los abogados que trabajaba ahí se fue al CMS Grau y me propuso ir a trabajar con él, así que yo acepté. Eso fue en febrero del 2006. Estuve desarrollando temas corporativos, societarios y de financiamiento, todo lo que veo ahora mismo.
¿Siempre has trabajado en este estudio?
No, en el 2008 me fui a trabajar a La Fiduciaria, donde permanecí hasta el 2011. Esta es una empresa regulada por la Superintendencia de Banca y Seguros que se encarga de administrar fideicomisos como garantía de financiamiento. Fue un buen sitio para trabajar, pues asumí muchas responsabilidades y retos, como guiar transacciones. Entré como abogado sénior y llevé a cabo transacciones relevantes siendo muy joven aún. Tuve oportunidad de liderar transacciones y negociar con socios de estudios de abogados y gerentes de empresas, lo que me dio mucha exposición. Le guardo mucho cariño a ese trabajo y a todas las personas que laboraban ahí.
¿Por qué te retiraste?
Porque quise hacer algo distinto: en La Fiduciaria me encargaba básicamente de ver contratos y eso estuvo muy bien por un tiempo; pero luego tuve el interés de hacer cosas distintas, así que volví a CMS Grau, donde me abrieron las puertas, por lo cual estoy muy agradecido y muy contento. Volví como abogado asociado a mediados del 2012, y el año pasado me hicieron socio. Además de trabajar acá, durante una etapa he sido profesor adjunto en la Universidad de Lima y, aunque me encantó la experiencia, tuve que dejar de dictar, con mucha pena, porque el tráfico se intensificó en Lima y no me daba tiempo para dictar.
¿Qué valoras de este estudio de abogados?
Este es un estudio muy bueno, hay expertos para cada área y los abogados son muy reconocidos. Por otro lado, son buenos amigos y colaboran mucho con los demás.
¿De qué te encargas, exactamente?
Mi área está especializada en banca y finanzas, financiamiento de proyectos, adquisiciones, proyectos de fusiones, mercado de capitales y derecho corporativo. Precisamente, he llevado cursos sobre regulación de gas y energía, los cuales me han servido mucho porque me he encargado de casos de adquisiciones de empresas eléctricas, financiamientos en temas de gas y petróleo.
¿Qué tal es tu equipo de trabajo?
Mi equipo es fantástico: la gente es de primera y muchos se han formado conmigo. Pero, además, todo el estudio tiene la visión de apoyarse unos a otros, desde sus diferentes especializaciones. Este tipo de colaboración ha sido inculcado por los socios fundadores del estudio, quienes son personas muy buenas y trabajadoras.
¿Podrías comentar a qué se enfrenta un abogado recién graduado en el campo laboral?
El inicio puede ser duro para un recién graduado por la forma en que se trabaja, por las necesidades que tienen los clientes y por los tiempos que se manejan en un estudio. Recuerdo haber llegado como practicante y haberme enfrentado a una demanda que debía responder sin siquiera entender muy bien los términos, la jerga ni el lenguaje procesal. Esa primera impresión me abrió los ojos hacia lo que se venía, y fue muy útil para mi carrera. Lo importante es tener diferentes experiencias en organizaciones distintas para que reconozcan el camino que quieren trazar en sus carreras.
¿Qué cualidades crees que desarrolla un abogado en la vida profesional?
La carrera de Derecho te desarrolla una estructura mental, que te ayuda a identificar subproblemas. El trabajo del abogado consiste en recibir consultas de clientes que tienen un problema y debemos ser capaces de desarmarlo, dividirlo y convertirlo en problemas más pequeños para comenzar a resolver uno por uno sin agobiarse con el problema general. Para eso sirve mucho el pensamiento lógico que se entrena en la Universidad, porque te da un orden, una capacidad de análisis.
¿Qué recuerdos te trae la Universidad de Lima?
Muchos, la verdad. Yo terminé la Universidad en segundo o tercer puesto: me gustaba estudiar, me gustaba la carrera y la pasé muy bien en la Ulima. Estuve en la revista Advocatus. El director me convocó para participar, así que me entrevistaron e ingresé. Estuve encargado de la edición por un año y medio. Me sirvió mucho ese trabajo, pues me enseñó a tratar con la gente y me hizo ver cómo era la mecánica de trabajo en una revista. Pero antes de eso, estudié dos años en otra universidad, donde no estaba de acuerdo con la estructura de los cursos, así que hice mi traslado a la Ulima. El cambio me retrasó dos años, pero fue necesario. Desde que ingresé a Estudios Generales, me gustó mucho; además, los cursos fueron muy interesantes: disfruté Psicología, Antropología, Cosmología y Apreciación del Arte.
¿Tienes algún pasatiempo?
He practicado muchos deportes, como tenis de mesa, frontón, judo, taekwondo, y he jugado fútbol toda mi vida, pero me he roto las dos rodillas. La primera vez a los 25 años y hace poco me rompí la otra, así que he cambiado de deporte. Ahora juego bádminton, que es fuerte, pero no es un deporte de contacto y el piso es acolchado, lo que me conviene. Por otro lado, me gusta mucho leer, aunque ahora tengo poco tiempo para hacerlo. La mayor parte de mi tiempo libre la dedico a mi familia, mi esposa y mi hija. También me gusta mucho ir al cine y pasar tiempo con mis amigos.