En los últimos meses, se han incrementado los delitos informáticos y los casos de violación de medidas sanitarias. Asimismo, el Poder Judicial está realizando audiencias virtuales e implementando otros mecanismos electrónicos.
Estos cambios generados a partir de la pandemia de la COVID-19 son comentados por Diego Abeo, socio del área Penal y de Compliance del Estudio Olaechea y graduado en Derecho por la Universidad de Lima. Para él, un abogado penalista debe tener altos estándares éticos. así como demostrar empatía con sus clientes y ofrecerles respuestas inmediatas.
¿Cuánto se ha afectado tu trabajo como consecuencia del estado de emergencia?
Los primeros meses fueron un poco difíciles para nosotros, pues tanto el Ministerio Público como el Poder Judicial no funcionaban. Por ese motivo decidimos enfocarnos en la consultoría penal y desarrollar un sistema de compliance para nuestros clientes, por los nuevos riesgos que implicaba la pandemia. Sin embargo, poco a poco ha ido regularizándose la carga laboral, sobre todo por el incremento de casos de fraudes informáticos y estafas, así como también por las investigaciones penales por delitos de violación de las medidas sanitarias. De otra parte, cabe destacar que tanto el Ministerio Público como el Poder Judicial empezaron a implementar mecanismos electrónicos para la atención de los casos, como la realización de audiencias y declaraciones virtuales a través de la plataforma Google Meet, así como la presentación virtual de escritos.
Tu trabajo te mantiene siempre ocupado.
Definitivamente. Estamos acostumbrados a que los clientes nos llamen incluso sábados y domingos, a veces también a medianoche, porque las emergencias se producen a cualquier hora. Sin embargo, siempre estamos a su disposición para atenderlos. Me siento muy contento de trabajar en el Estudio Olaechea. Es una institución muy organizada, tiene profesionales de primer nivel y altos estándares éticos. Existe una clara organización y compromiso de parte de los socios en el desarrollo empresarial de la firma y de sus profesionales. Este es el estudio de abogados más antiguo del país.
¿Qué te llevó a tomar la decisión de especializarte en derecho penal?
Antes de ingresar a la Universidad de Lima ya me interesaba mucho el derecho penal y todo lo que implicaba. No solo por lo que uno puede observar a través de los medios de comunicación, sino también por el hecho de impartir justicia. Este interés se incrementó al ver a mi hermano mayor trabajar en la Procuraduría Ad Hoc Anticorrupción. Me parecía emocionante cómo se llevaban a cabo las investigaciones e intervenciones. Fue así que decidí realizar mis primeras prácticas preprofesionales en derecho penal, área en la cual me desempeño actualmente y por lo que me siento muy contento.
¿Qué valores son necesarios en un abogado penalista?
Un abogado penalista debe tener altos estándares éticos y mucha responsabilidad en las funciones que realiza día a día. Esta especialidad es un poco complicada por los altos niveles de corrupción en las entidades y también por la fuerte burocracia con la que tenemos que lidiar. Sin embargo, para los que tenemos un alto valor ético, es un reto importante. Asimismo, un abogado penalista tiene que demostrar cercanía y empatía con sus clientes en todo momento, prestar servicios de alta calidad con respuestas inmediatas y brindar una atención ininterrumpida los siete días de la semana. Del mismo modo, transmitir seguridad en sus respuestas para generar confianza en los clientes.
¿Te has encontrado alguna vez en una situación de riesgo, a causa de tu trabajo?
Efectivamente, en esta especialidad los abogados nos exponemos a distintas situaciones riesgosas. Por ejemplo, en una ocasión realicé un informe oral defendiendo a una empresa y en el público había un conjunto de personas que me empezaron a agredir verbalmente y me amenazaban con agredirme en forma física una vez finalizada la audiencia. Los jueces superiores se dieron cuenta de ello y llamaron al personal de seguridad del Poder Judicial, a fin de que pudiera retirarme sin mayores problemas. Otro evento riesgoso ocurrió recientemente en una intervención policial en una de las galerías de Mesa Redonda, donde se encontraba una mafia que vendía productos robados a uno de mis clientes. Como su representante, tuve que estar presente durante la intervención, lo cual fue riesgoso, debido a los altos niveles de contagio por COVID-19 en la zona. En el momento de la intervención, las personas que iban a ser detenidas se escaparon como pudieron, generando una situación de caos e incertidumbre.
¿Qué haces en tus tiempos libres?
Tengo dos hijos pequeños, así que el poco tiempo libre que tengo se lo dedico a mi familia.
¿En qué lugares has trabajado antes de llegar al Estudio Olaechea?
Comencé haciendo prácticas preprofesionales en Benites, Vargas & Ugaz Abogados en el 2005, donde me mantuve hasta el 2017. Si bien ingresé como practicante, luego pasé a ser asistente, abogado júnior y abogado sénior. Posteriormente, a mediados del 2017, ingresé a Dentons Gallo Barrios Pickmann Abogados, donde tuve la oportunidad de conformar el área Penal y de Compliance, y en octubre del 2019 me integré al Estudio Olaechea como director del área Penal y de Compliance, siendo finalmente nombrado socio en junio de este año.
¿Qué recuerdos valoras de tu época de estudiante universitario?
Tengo muy buenos recuerdos de la Universidad de Lima. Fue una época muy buena, realmente. No solo desde el punto de vista académico y profesional, sino también porque ahí conocí a personas valiosas con quienes mantengo amistad hasta la fecha. Ahí también conocí a mi esposa, quien es abogada, al igual que yo.