Javier Bedoya Denegri comparte su trabajo como abogado con el servicio a la comunidad desde el partido político que fundó su abuelo, Luis Bedoya Reyes. Él ha trabajado en el Banco Interamericano de Desarrollo, ha sido teniente alcalde en la Municipalidad de San Isidro y, aunque no ha planeado una participación más activa en el escenario político nacional, no descarta tenerla más adelante.
En el 2005 culminó su carrera en la Universidad de Lima, donde considera que tuvo muy buenos profesores, siempre abiertos a intercambiar ideas y ofrecer consejos.
Empezaste a practicar muy joven en un estudio de abogados. ¿Qué te motivó?
A los 18 años, cuando estaba en Estudios Generales, mi papá me dijo que cumpliría con pagarme los estudios universitarios, pero que ya no me daría propinas, que en adelante debía gestionar yo mis propios ingresos, por lo que me puse a buscar trabajo. Quería tener la oportunidad de hacerlo en mi carrera, aunque todavía no entraba a facultad, así que hablé con mi amigo, Javier Aramburú, cuyo padre tenía el estudio Javier Aramburú, y le pregunté qué posibilidades había de practicar ahí sin tener conocimientos de derecho aún. Él me hizo el favor de contratarme en esas condiciones y estuve aproximadamente un año aprendiendo un poco de todo: cómo se hacía un libro de actas, cómo redactar un contrato, etc.
Tus primeras prácticas, oficinalmente como estudiante de Derecho, fueron en Nextel. ¿Cómo te fue ahí?
Así es. Practiqué en Nextel del Perú por un año y ahí empecé a pulir mi redacción. Trabajé con muy buenos profesionales. Luego fui al estudio Miranda & Amado y, faltando un año o año y medio para terminar la carrera, me llamaron de mi antigua práctica, en Nextel, para un puesto como abogado. Fue muy gratificante, porque en esa etapa de los estudios todos teníamos la preocupación de ser contratados en el lugar donde realizábamos la práctica, así que fue bueno para mí. Entré como asistente, porque no tenía título todavía, pero justamente esa fue la motivación para sacar mi título rápidamente, para que me nombren abogado.
¿De qué te ocupabas en Nextel?
Estuve ahí unos dos años viendo temas de regulación en comunicaciones y en algún momento temas corporativos y civiles. Luego vine a este estudio Bedoya Abogados, que en ese momento era un estudio familiar; ahora no quedan muchos miembros de la familia, solo mi primo Diego Bedoya y yo. Mi padre sigue siendo socio del estudio, pero a nivel de consultor, ya no ejerce. Tenemos 5 abogados que no son de la familia, además de un estudio en Ica.
Viviste un tiempo en Estados Unidos. ¿Cómo fue esa etapa en tu vida?
Sí, siempre tuve la intención de hacer una maestría y apliqué a la Universidad de Duke. Los estudios duraron un año y luego tuve la oportunidad de quedarme trabajando un año en Washington, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Recuerdo que para ingresar pasé por 8 entrevistas a lo largo de un mes. Estuve en el Departamento Legal viendo operaciones y proyectos del sector público, así como financiamientos para proyectos de infraestructura en diversos países. Esto fue en el 2011. Al término de ese año, decidí volver al Perú por temas personales; el banco me propuso mandarme a sus oficinas en el Perú y el jefe del Departamento Legal decidió que era una buena oportunidad para experimentar con un abogado local; así, me quedé dos años más en las oficinas del BID.
¿Fue después de eso que ingresaste como regidor a la Municipalidad de San Isidro?
Sí, decidí hacer servicio público. Para entonces ya estaba establecido en Lima, ya tenía un hijo y postulé como primer regidor. Salí electo y desde el 2015 hasta el 2018 fui teniente alcalde en San Isidro. El teniente alcalde es el primer regidor y no tiene responsabilidades ejecutivas, pero fue una experiencia bastante buena, muy intensa. El vecino requiere constantemente que se atiendan sus problemas y necesidades, y para mí era muy gratificante poder gestionar algunas cosas en su favor. Ver reflejado ese trabajo en la realidad es muy bueno. De eso se tratan los cargos públicos, de servir a la comunidad.
¿Dirías que disfrutas haciendo servicio público?
Sí, me gusta mucho el servicio público. La política como tal se ha desprestigiado mucho en los últimos años y además todos vemos lo que está pasando con la clase política en nuestro país; pero política no es sinónimo de escándalos y malos ejemplos, sino principalmente de servicio público, de generar bienestar en las personas. Lo que me desagrada de la política es la confrontación por definición, pues lo que debería haber es un debate de ideas, no de insultos y humillaciones.
¿Te interesaría tener más experiencias como esa?
No sé si vaya a ejercer un cargo público en el futuro, pero a veces la vida nos lleva por caminos que no imaginamos. Por lo pronto, sigo apoyando y sirviendo desde mi partido, el Partido Popular Cristiano. Sin tener un cargo público, puedo seguir haciendo política y servicio público. Justamente lo gratificante de trabajar en el sector público del BID era que muchas de las operaciones que atendía, al ejecutarse, se materializaban en beneficio de las personas, en la construcción de un hospital o una carretera, por ejemplo. Ese tipo de proyectos financia el BID y para mí era muy bonito ver cómo se gestionaban.
¿Hacia qué te inclinas más? ¿Hacia la práctica privada del derecho o hacia trabajos con un trasfondo social, como el del BID o el municipal?
Me gustan ambos y quisiera ejercer los dos, en la medida de mis posibilidades. Por ahora, en el estudio veo temas relacionados con hidrocarburos y en el PPC no tengo un cargo dirigencial, pero cuando me invitan los comités, en las bases de cada distrito del Perú y especialmente de Lima, apoyo encantado.
¿Te das un tiempo para algún pasatiempo o para practicar un deporte?
Estoy abocado a la profesión, pero siempre hay que darse tiempo para la familia y para uno mismo, eso incluye practicar deporte. Si no hago deporte tres veces a la semana, no me siento bien. Juego squash y salgo a correr en las mañanas.
¿De alguna manera te ha marcado el hecho de provenir de una familia de abogados y políticos connotados?
Siento mucho orgullo por mi familia. Para mí es un honor ser hijo de Javier Bedoya de Vivanco y nieto de Luis Bedoya Reyes, pero confieso que muchas veces, justamente por eso, los profesores me han exigido más y he sentido la presión de las grandes expectativas de otras personas hacia mí. Sin embargo, siempre lo he manejado y he labrado mi propia carrera.
Este año tu abuelo cumplió 100 años y debe ser una alegría para ti verlo tan lúcido y tan bien físicamente a esa edad.
Sí, es increíble y una gran alegría que mi abuelo haya llegado a los 100 años tan lúcido y tan entero. Le han hecho varios homenajes: en el Congreso de la República, en la Municipalidad de Lima y también otros grupos de personas. Me pidieron que escriba un artículo sobre él en una revista y lo hice con mucho gusto. Él sigue viniendo al estudio y, aunque ya no trabaja, tiene una oficina asignada.
¿Qué valoras de tu tiempo de estudiante en la Universidad de Lima?
Ante todo, el nivel académico y la calidad de los profesores. Cuando yo estudié el decano de la carrera era Oswaldo Hundskopf y me enseñaron profesores que eran unas eminencias. Ellos siempre estaban dispuestos a absolver consultas y no solo sobre temas profesionales, a veces también me han ofrecido consejos para la vida. Aprendí mucho de ellos. También hice muy buenos amigos y pasé muy buenos momentos en la Universidad.