A Sandro Cogorno le gusta sentir la adrenalina y el reto de medir a la contraparte, disfruta tirar y aflojar con cautela para lograr lo mejor para su cliente, así como desatar el nudo de una negociación con una gran idea. Él estudió Derecho en la Universidad de Lima e ingresó como abogado asociado al estudio Hernández & Cía. en agosto del 2012. Desde entonces ha estado ligado al área corporativa financiera y ha terminado especializándose en fusiones y adquisiciones.
¿Qué es lo que te gusta de tu especialidad en el mundo del derecho?
Me gustan varias cosas. La primera es que esta área es adrenalina pura. Yo intervengo en varios procesos de negociación con profesionales de distintas ramas, lo cual es muy retador e interesante. Mi trabajo me exige conocer no solamente sobre derecho, sino tener una base en temas financieros, comerciales, tributarios, laborales, de mercado de valores, etcétera. Las transacciones incluyen más de un espectro disciplinario dentro del derecho, así que he terminado aprendiendo muchas cosas. Por ejemplo, cuando las transacciones se realizan vía la bolsa de valores, es necesario saber sobre el mercado de valores; y cuando se hace una transacción privada, se necesita analizar las diferentes alternativas para no tener deficiencias tributarias y evitar cualquier contingencia laboral dentro de la propuesta que se plantea. Por otro lado, mi trabajo demanda que me relacione constantemente con personas que no son abogados, así que necesito saber tratar y comprender su propio lenguaje, así como tener nociones de sus negocios. Todo eso me gusta mucho, porque me permite aprender constantemente.
¿Qué habilidades demanda de tu parte un proceso de negociación?
Sin duda, habilidades para analizar los puntos comunes en todas las transacciones y para plantear alternativas eficientes en materia económica y jurídica. Pero todo proceso de negociación parte de tener claro qué quiere tu cliente. De esa manera es fácil determinar cuáles son tus caballos de batalla, en qué no se puede ceder y qué cosas sí podrías negociar con la contraparte. Con base en eso, se estructura un plan. Por supuesto, también hay contrapartes muy duras y a veces llegar a un punto medio puede tomar mucho tiempo, pero hay que tener paciencia, jamás ofuscarse en la mesa, pensar que si estuvieras del otro lado tal vez harías lo mismo. Todo proceso de negociación es muy interesante.
También demanda consultar con otras áreas…
Por supuesto, es un trabajo de equipo, desde el inicio. Todo comienza con una revisión de la empresa por parte de un equipo interdisciplinario de abogados, que ven temas de propiedad intelectual, tributarios, procesal penal… Todos ellos revisan la empresa en lo que corresponde a su área y emiten un reporte.
¿Cómo adquiriste esta especialidad?
Mi especialidad es fusiones y adquisiciones, pero en menor medida me ocupo también de brindar la asesoría del día a día y a veces de temas de financiamientos. Adquirí esta especialidad casi desde el inicio. Mis primeras prácticas me pusieron en el área concursal, veía asuntos de deudas de empresas, liquidaciones y así. Siempre estuve ligado al tema de empresas, nunca pasé por el área procesal ni tributaria ni otras, esto me encantó desde un principio. Asistía a juntas de directorios de accionistas, me relacionaba con dueños, directores y gerentes de empresas, tenía oportunidad de conocer muchas cosas y de adquirir una visión empresarial. Aprendí mucho, muy rápido. Los socios de esa época me enseñaron muchísimo, eran gente muy valiosa y con una excelente trayectoria profesional.
¿Cómo fueron tus trabajos anteriores a este estudio?
Antes de venir acá, trabajé por un período corto en el Estudio Payet, y antes de eso estuve en el Estudio Avendaño, y previamente en Forsyth y Arbe Abogados. Hice prácticas profesionales en el Estudio Muñiz. Todos estos son estudios muy buenos, están compuestos por profesionales de primera, y yo me siento muy agradecido con cada uno de ellos. Siempre he tenido jefes y colegas de una gran calidad profesional, de todos ellos he tratado siempre de aprender algo. Y aquí estoy, feliz, desde hace ocho años.
¿Qué haces aparte de tu trabajo?
Me gusta el fútbol. Cuando puedo, juego y voy al estadio con mi hijo. Me gusta pasar tiempo con la familia, los fines de semana son de los chicos, ellos saben que mamá y papá están libres esos días, así que siempre tenemos algún plan con ellos y esos son días intensos.
¿Cómo fue tu vida universitaria?
Yo estuve encantado con mi carrera, los profesores eran excelentes y también hice buenos amigos. Debo decir que no le saqué mucho provecho a la vida social que todo estudiante disfruta, porque yo empecé a trabajar desde el primer ciclo de la carrera. Cada vez que terminaba una clase me iba volando a trabajar, no me quedaba en la Universidad. Ahora bien, eso también tuvo su lado bueno, porque un estudiante de Derecho necesita probar cosas diferentes. Esta carrera tiene muchas especialidades y es bueno que los jóvenes prueben tempranamente qué les gusta más. Yo comencé en esta área y me encantó, por eso no busqué más, pero varios compañeros fueron probando distintas especialidades hasta que encontraron su rumbo. Esto puede tomar algunos años en varios casos, pero finalmente uno encuentra aquello que le hace sentir bien.
¿Cómo fue para ti estudiar fuera del país?
Yo estudié en la Universidad de Northwestern, en Chicago. Tuve la posibilidad de conocer a gente de diferentes culturas, con quienes tenía tanto diferencias como similitudes. Hice amigos de India, Bélgica, Suiza. Teníamos muchas concordancias. Sentí que en ese momento me tomé la revancha, porque si bien en el pregrado estaba muy ocupado, entre el trabajo y los estudios, aquí me dediqué cien por ciento a los estudios. Tuve más vida social que en el pregrado y estaba con mi novia, quien ahora es mi esposa. Ella también es abogada y fue a estudiar la misma maestría. Recuerdo que no solo había abogados, también estudiaba con economistas, administradores, marketeros, porque la maestría tenía una conexión con la Escuela de Negocios de Kellogg. Eso me dio una visión distinta, más empresarial, me abrió los parámetros de pensamiento. Eso fue en los años 2010 y 2011, cuando trabajaba en el Estudio Avendaño.