"Aquí me enseñaron a pensar". Así dice Diego Ortega, egresado de Derecho de la Universidad de Lima, recordando sus días universitarios mucho antes de que asumiera la vicepresidencia de desarrollo sostenible de Gold Fields. Y no solo a pensar, sino “a brillar entre los mejores”, precisa este alto ejecutivo que hoy lidera a doscientos cincuenta profesionales alrededor del mundo.
Tu ámbito de acción está entre el desarrollo social, el control del impacto ambiental y la generación de rentabilidad para los proyectos mineros que opera Gold Fields en cuatro continentes. ¿Estudiar Derecho te ayudó a encajar en ese perfil?
Me permitió ampliar horizontes y tener una visión completa. Y se lo permite tanto al abogado de estudio que tiene que tratar con jueces, secretarios, empresarios y ministros, como al que debe visitar una comunidad campesina para comprender la problemática social de cara a un proyecto minero. La Universidad de Lima me llevó por el camino empresarial y me enseñó a integrar disciplinas, meterme en el contexto y aplicar lo leído. Aquí me enseñaron a pensar de verdad, a hacer interesante y útil lo estudiado. Hoy puedo estar con empresarios extranjeros y mañana escuchando a comuneros campesinos, porque entiendo la realidad que rodea a cada uno. Y si entiendo mejor, los ayudo mejor.
No habías terminado Estudios Generales y ya realizabas tus primeras prácticas preprofesionales.
Empecé practicando en un estudio de abogados y ahí tuve mi primer contacto con comunidades rurales. Fue en el Cuzco. Pude limitarme a hacer lo que me pedían, pero preferí aplicar lo aprendido en la Universidad de Lima: ir más allá. Me dediqué a investigar los conflictos que había en la zona, a tener contacto con la gente, a comprender sus problemas. La curiosidad que me contagiaron mis profesores me ayudó a obtener información más sólida. Y esa manera de trabajar, que hoy transmito a mis trabajadores, la viví a lo largo de toda la carrera. Si hubiera estudiado en otra universidad, no habría tenido las herramientas para mandarme a la cancha desde tan pronto. Si a mí, de practicante, me llevabas a una reunión con ejecutivos, yo ya entendía el contexto.
¿Un estudiante a la altura de los altos ejecutivos? ¿También se lo debes a la Universidad de Lima?
Claro. Un ejemplo: más adelante, cuando lideré un equipo que trataba temas mineros y medioambientales en un estudio de abogados, me invitaron a una reunión con gerentes de una importante empresa minera. Ahí me di cuenta de que podía participar, tener voz y opinión, pues conocía de cabo a rabo la realidad y el contexto. ¡La empresa terminó pagándonos sesenta mil dólares al mes! Algo no previsto que se logró solamente por el hecho de ir más allá.
Y esa empresa era Gold Fields, que luego te propuso para la Gerencia de Asuntos Corporativos y hoy estrena contigo la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible. Todo esto en apenas tres años.
Es algo que viene de atrás. Incluso en los cursos más tediosos, el giro que les daba la Facultad de Derecho hacía que yo terminara diciéndome: ¡qué importante es esto en mi vida! Muchos trabajadores de Gold Fields han pasado por la Universidad de Lima por eso, porque apuntamos a tener a la mejor gente.
Tienes a tu cargo cientos de personas en varios países. ¿Cómo las diriges?
Me encargo de los factores sociales, análisis de riesgos, seguridad y manejo de crisis, comunicación, regulación, safety y control del medio ambiente para el Perú, Filipinas, Finlandia, Mali y Ghana; y de las exploraciones en Argentina, Chile, Canadá y Sudáfrica. Pero no soy especialista en ninguna de esas áreas. Yo aprendí a liderar. La Facultad de Derecho me lo enseñó, y ahora lo tengo metido en la sangre. Doy las herramientas para que cada especialista haga con éxito su trabajo, siempre de manera horizontal. Con mi gente motivada, todos crecemos juntos.
Entrevista publicada en la revista Noticias, n.° 181.