Después de egresar de la Carrera de Derecho en la Universidad de Lima, Katharine Christopherson trabajó un tiempo en el Perú, pero luego decidió ampliar su visión del mundo y seguir una maestría en Estados Unidos. Su plan era volver a trabajar en nuestro país, pero el destino la llevó al Fondo Monetario Internacional (FMI), donde tiene casi 17 años trabajando y se desempeña como assistant general counsel del Departamento Legal.
En medio de sus ocupaciones, se dio un tiempo para venir a su país natal y visitar su Casa de Estudios. A continuación comenta lo encantada que está de su trabajo y lo feliz que la hace contribuir con un granito de arena al desarrollo de algunos países.
¿Cómo llegaste al FMI?
Después de trabajar en el Estudio Ferrero, viajé a Estados Unidos a hacer una maestría en la Universidad de Yale y, al terminar, recibí una oferta de trabajo del Fondo Monetario Internacional, en Washington. Yo acepté inmediatamente, creyendo que sería solo por un año, pero ya han pasado cerca de 17.
¿Cuál es tu labor en el FMI?
Siempre he estado en el Departamento Legal, ocupada de ver cómo se aplican las reglas del Fondo en los países miembros y otros temas relacionados con las políticas del FMI.
¿Te imaginaste trabajar ahí?
No, nunca. Soy una persona muy afortunada y siento que el trabajo es muy enriquecedor para mí. Como vemos relaciones legales con distintos países, he viajado a todas las regiones del mundo, he conocido países en vías de desarrollo del mercado emergente y países de economías avanzadas, como Grecia e Islandia, que han sido duramente afectados por la crisis.
¿Cómo ve el FMI al Perú actualmente?
Al Perú se le ha tomado como ejemplo, por ser un país que tuvo muchos problemas, e incluso se le consideró un paria cuando decidió no pagar la deuda externa, pero dio un vuelco total desde inicios de los 90 hasta hoy. Desde el punto de vista del FMI, se ve un cambio radical en los temas estructural, institucional y legal de nuestro país. Esos tres cambios han permitido un crecimiento sostenido en el tiempo. Se sigue viendo al Perú como modelo, pese a que ahora mismo pasa por problemas, debido a la caída de precios de los minerales, a la recesión internacional y a sus dificultades políticas internas. La globalización ha traído muchas cosas buenas y ha permitido el crecimiento, pero también tiene su lado menos favorable: estamos tan interconectados que lo que aqueja a unos puede terminar afectando a otros. Esa perspectiva se debe tener en cuenta, mirar hacia afuera y detectar las posibilidades para seguir creciendo. Estamos en una coyuntura internacional difícil, con visos de mejoría en Estados Unidos en particular, incluso en Europa, pero hay que estar alerta.
Comentaste que has visitado muchos países… ¿Qué es lo que más te ha impresionado de tus viajes?
Tal vez mi experiencia en Sudán del Sur. Luego de su separación de Sudán y de la creación de un nuevo Estado, tuvimos que apoyarlos desde el punto de vista técnico y revisamos su régimen legal. Fue una experiencia difícil, era un país que recién salía de una guerra civil y con mucha pobreza, pero fue interesante ver cómo mi institución es capaz de ayudar a esos países, a través de mecanismos que les permiten desarrollar una base económica y financiera. Pero, claro, dado que la independencia es muy reciente, esta es frágil y nuestro trabajo es muy difícil.
¿Qué hace el FMI en estos casos?
Se encarga de proveer asistencia financiera cuando existe un problema de balanza de pagos. Al final, la asesoría o los consejos que damos ayudan a tener un marco macroeconómico estable en pos del desarrollo financiero.
El FMI trabaja básicamente con países subdesarrollados o en vías de desarrollo, ¿cierto?
Eso se cree, pero la crisis financiera global que afectó a países avanzados nos dio otra perspectiva, también hemos ayudado a los países desarrollados. Eso nos ha permitido reinventarnos como FMI y crear nuevas políticas o ajustar las políticas para prestar mejores servicios a nuestros miembros, de acuerdo con sus necesidades.
¿Qué ajustes se han realizado?
Dentro de los procesos de reformulación de las políticas del FMI, uno de los grandes temas que trabajamos —gracias a Christine Lagarde, directora ejecutiva— es el crecimiento con inclusión e igualdad de género. El Fondo tiene un mandato, y el tema de inclusión social y género no está dentro él, pero cuando esas áreas generan problemas que son considerados de relevancia macroeconómica, los tomamos en cuenta.
Por ejemplo, ¿en qué casos?
Muchos estudios demuestran que la colaboración de la mujer en el trabajo promueve el crecimiento económico de un país. Si a la mujer se le permite participar de manera formal y plena, ese crecimiento va a ser mayor. Sin embargo, actualmente hay muchos países en los cuales existen impedimentos para que la mujer pueda trabajar, heredar o tener una propiedad a su nombre, y esas limitaciones impiden el crecimiento del país.
¿Cómo se viene trabajando este tema?
Yo participo en grupos interdisciplinarios de diferentes departamentos, con los que hacemos un trabajo de análisis e investigación. Mis compañeros, que son economistas, y yo, desde el punto de vista legal, tratamos de identificar cómo el FMI, desde su mandato, puede ayudar o promover políticas que reviertan este problema. Tengo fe en que esto va a tener frutos importantes.
¿Cosas como estas hacen que te sientas muy feliz en tu trabajo?
Sin duda. Yo adoro mi trabajo, es muy enriquecedor, y lo que más satisfacción me da es que, aun cuando se tomen pequeñas medidas, se contribuye de alguna forma al desarrollo económico y financiero de los países. Vemos, además, temas de inclusión social, de respeto, de igualdad de género, de lucha contra la corrupción, etcétera. De esa manera se sientan las bases para la prosperidad económica.
¿Qué te frustra?
A veces resulta difícil asesorar a los gobiernos. Los ayudamos siempre, pero por supuesto tienen soberanía, sus propias políticas, y a veces los gobiernos de turno no siguen las recomendaciones del FMI.
En cuanto al tema familiar, ¿tus hijos te reclaman por viajar mucho?
Cuando mis hijos (Stefano de 22 y Lorena de 14) se quejan porque llego tarde o porque viajo, les digo: “Es que la mamá ha estado ayudando a quienes más lo necesitan en el mundo”, y eso los deja más tranquilos. Lo importante es demostrarles, con ejemplos, que todo lo que uno hace con el interés de ayudar es lo más valioso. Quiero que recuerden que lo que se hace con sacrificio y dedicación siempre rinde sus frutos. Con convicción y esfuerzo, uno puede hacer la diferencia, desde donde se encuentre.
Finalmente, ¿cómo recuerdas tu paso por la Universidad de Lima?
Recuerdo a mis profesores y a mis compañeros con mucho cariño. Javier Luque fue mi mentor como profesor de Derecho Tributario, y he tenido grandes maestros que me han enseñado muchísimo en diferentes áreas. Por ejemplo, José Ugaz fue mi profesor y hace poco nos visitó en las reuniones anuales del FMI. Es lindo ver que la vida te junta con personas gratas, más si son de una universidad como la de Lima, que te forma en valores y tiene una excelente calidad educativa. Hoy tuve la suerte de conversar en la Universidad con varias personas y les decía que no podría hacer lo que hago ahora sin las bases que me dio esta Casa de Estudios.